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sábado, 27 abril, 2024
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Sigue al dinero

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Por: Víctor Santa Rita Villa •

Uno de los temas en boga en los últimos días, han sido las decisiones y acciones tomadas por el gobierno de Grecia. Su desafío a la “Unión” Europea (UE) provocó en el ámbito internacional tanto comentarios positivos y de apoyo, como la crítica férrea de los defensores del neoliberalismo. El actual primer ministro de ese país, Alexis Tsipras, sometió a referéndum de su pueblo la decisión sobre la deuda, cuestión histórica en muchos sentidos, pues, sin doblegarse ante las amenazas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE), puso como prioridad de su gobierno la palabra de su pueblo.

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Aunque esto no es nuevo en el gobierno de Tsipras, sus decisiones, basadas en su totalidad en la voluntad de su pueblo, han sido criticadas a extremos inusitados y violentos. No obstante el gobierno de Grecia lejos de ceder a los chantajes de sus acreedores, ha puesto sus esfuerzos en ganar y sustentar la confianza de su pueblo, por medio del rescate de la población que antaño fue desprotegida por los gobiernos que antecedieron al de Tsipras. Pero el cuestionamiento que surge es ¿cómo un país tan relativamente pequeño y poco poblado se hizo de una deuda tan exorbitante? Las respuestas pueden encontrarse sin mucho esfuerzo si se sigue al dinero. Años de gobiernos corruptos, que lejos de invertir los préstamos solicitados al FMI en infraestructura e industria que desarrollaran la economía de ese país, derrocharon los recursos en obras inútiles y con costos inflados, además de destinar gran parte del dinero a subsanar los pagos que la misma organización depredadora y voraz les había otorgado. Es decir, para lo único que funcionaron esos préstamos que poco a poco inflaron la deuda de Grecia hasta el punto de ser imposible de pagar, fue para enriquecer de manera poco lícita a políticos, rescatar la banca, quien era la mayor razón de solicitar préstamos y que a su vez, los dueños de esos mismos bancos, lejos de perder un solo euro, seguían enriqueciéndose, de manera muy dolosa, aprovechando la situación imperante, abundante en corrupción y compadrazgos.

Dicha situación, es tan escandalosamente similar, en los antecedentes, a la de México, que resulta difícil no tratar de “seguir el dinero” de nuestro país. Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, la deuda ha visto su punto más alto en 24 años, apenas en 3 años de gobierno. Las fortunas obtenidas de manera inexplicable por diversos políticos son tan comunes que a la gente ya no le hace mella. Los escándalos por compadrazgos con empresarios de todas nacionalidades y situaciones jurídicas de persecución por fraude, en sus países de origen son numerosos. Obras de “infraestructura”, generalmente muy poco útiles, como invertir decenas de millones de pesos en una plaza de armas, antes de invertirlos en obras de infraestructura realmente útiles, que brinden protección a las poblaciones contra desastres naturales como las inundaciones (véase al estado de Zacatecas).

No obstante, después del seguimiento al dinero en ambos países, existe una diferencia abismal entre Grecia y México, sus gobiernos. Mientras que a Tsipras, un verdadero estadista y fiel protector de su pueblo, la gente lo apoya incondicionalmente; por su actuar, por el respeto a la voluntad de su pueblo, por su valentía, por su negativa a doblegarse ante el intervencionismo monetario, etcétera. A Enrique Peña Nieto se le repudia y pese a su gasto asquerosamente ofensivo en publicidad; que por cierto beneficia y en gran medida a quienes lo pusieron en la silla; se le evidencia en flagrante corrupción al recibir pagos evidentes por su servilismo a todos esos organismos que si bien le premian económicamente, de igual manera hacen mofa de su incapacidad para gobernar y lo critican férreamente por el desprecio, represión y tiranía contra su pueblo.

Sin embargo, en estos días el mundo juzga y se sanciona a un gobierno, el de Grecia, verdaderamente democrático, protector de su pueblo y que basa su destino en las decisiones conjuntas y al reverso de la moneda, al de México, aunque se le reprueba, lejos de ejercer sanción alguna, se le siguen otorgando préstamos que más bien parecen los “abonos” para terminar de comprar lo poco que décadas de corrupción han dejado.

Y por cierto, ya en vías de terminar la venta de la educación, la salud ahora tiene un signo de pesos en su faz y próximamente, hasta una gripa, costará un “ojo de la cara”. ■

 

* Profesor de primaria y disidente

 

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