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viernes, 3 mayo, 2024
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Editoriales independientes: abonos para pagar poquito

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA •

Era una de esas doñas ricachonas que un buen día se les ocurre la idea de escribir poesía sin saber el daño que le hacen a la humanidad, eso en caso de que la humanidad alcance a leer sus llamémoslos por ahora “poemas”.

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En cuanto entré a la gran casona, ubicada en una zona privilegiada de la ciudad, aquellas donde te hacen sentir el ser más miserable del mundo, la doña afinó la voz, me dio las buenas tardes, me dijo pásele maestro, porque yo era un maestro, no sabía de qué, pero lo era, e inmediatamente después, sin hacer ninguna pausa me dijo que ella escribía poesía, pensé en corregirla, si yo estaba ahí era precisamente por eso, porque ella escribía poesía, no era una reunión de doñas y de dones. Tengo más de cinco poemarios publicados, agregó y casi me voy de pompas, pensé en una futura premio nobel que tumbaría de su monumento al odioso de Paz, se los voy a mostrar, finalizó y desapareció para regresar segundos más tarde con los cinco libros-poemarios publicados, ¿adivinan ya por dónde va la historia?, los cinco habían sido publicados por una editorial independiente que se dedica a hacer negocio con las ilusiones y la vanidad de los autores, y si no menciono el nombre de dicha editorial no es porque me dé miedo (¡ni al diablo!) o porque me cierre las puertas para publicar el día de mañana poemas que ni siquiera he escrito, sino porque no me gusta hacer publicidad de a gratis, otra cosa sería si al menos me hubieran invitado una comidita, pero qué va, conozco tan bien a la editorial que cuando lleva a cabo sus presentaciones da un vino que a la tercera copa te provoca más agruras que el mole más picoso de Puebla.

La Doña se sentía orgullosa de lo que llamó mis hijos e inmediatamente me obligó a sentarme en la mesa de un gran comedor y me mal leyó más de un “poema”. Hasta aquí las cosas iban bien, porque si ella escribía mal me aseguraba más trabajo a mí, por lo tanto mejor paga, y no me vengan con los cuentos de la vocación y la convicción porque lo primero es tener la panza llena.

Cuando ya me veía forzado a pedirle la dedicatoria una vez que me obsequiara un ejemplar de los cinco poemarios, me dijo que si estaba interesado me los vendía a muy buen precio, era una ganga, porque de esa manera ella recuperaba la inversión que había tenido que pagar, obvio no quise saber cuánto le habían cobrado por libro porque entonces sí me habría ido de pompas.

La editorial independiente era demasiado tierna e incluso se daba a la tarea de cobrarte si querías estar dentro de una antología, lo supe cuando me invitó a participar en una de cuento, le dije estaría suave, pero cambié de opinión cuando me dijo que debía pagar una cantidad para nada irrisoria si quería que se publicara mi cuento, porque, según ella, adiestrada por la editorial, había que recuperar la inversión de la antología, lo cual por otra parte significaba que nadie en su sano juicio iba a comprarla no tanto por los autores que en ella vinieran sino porque su capacidad de distribución era semejante a las de los fanzines del tianguis cultural del Chopo.

En esto de las editoriales independientes es como si el cielo y el infierno se juntaran en el mismo tugurio, por lo que te encuentras de todo, desde las que son honradas y te dicen cómo es que trabajan, gestionan recursos culturales de otros Estados, becas, fondean, en fin, hasta las que de plano te dicen: quieres tantos libros te salen en tanto, ¿aceptas o no?, en un tono semejante al que han de utilizar los capos cuando hacen alguna venta importante de droga, ¿te interesa o no?, no te preocupes, hay cientos de autores jóvenes deseosos de tener entre sus manos su primer libro para quedar bien con la abuelita y pelear la herencia (más si el libro está dedicado a la abuelita del ropero), a la madre, con todo el agradecimiento que se le puede hacer por la educación, por el arrojo, por lo que sea, al padre, que casi nunca figura y cuando lo hace es por beodo, por mujeriego o porque gracias a que nunca se apareció por la casa fue que el poeta se hizo poeta, a la novia, infaltable dedicación, dejen ustedes si le gustan o no los poemas que no se atreve a confesar que en realidad son ilegibles, sino que la dedicatoria en sí por lo menos asegura un buen hotelazo, con todo lo que allí dentro pueda ocurrir, incluyendo la motivación que la novia le haga al poeta para que deje de escribir y de sentirse Bukowski y mejor acepte el trabajo de mecánico que le ofrece su hermano.

Hay algo que es peor que ver a un escritor sin dignidad y es ver cómo pagan porque les publiquen su libro, ¿qué prisa tienen?, si la humanidad se va a perder de esa gran novela no va a pasar nada, en serio, se los puedo asegurar, pero desperdiciar el dinero y dejarlo en manos de editoriales independientes que funcionan lo mismo que Elektras sólo que sin venta de motonetas es un atentado contra su dignidad como autores.

Si son jóvenes y escritores piénselo dos veces antes de dejar que les endulcen el oído con lo que ustedes quieren escuchar, que si son muy buenos, que si son las futuras promesas literarias de México, que si nadie más desde Juan Rulfo había escrito como ustedes, siempre y cuando paguen los treinta, cincuenta ejemplares de su libro. En buena medida esos mismos jóvenes escritores aprenderán que la literatura es una pelea de perros donde la hoguera de las vanidades es un jardín de niños, pero todo a su tiempo, mejoren sus trabajos, déjenlos reposar como los buenos guisados y háganse un enorme favor: manden a la mierda a las editoriales independientes que los quieran estafar.   ■

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