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sábado, 27 abril, 2024
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Visitó Caravana Solidaria Salaverna Resiste a comunidad en pie de lucha

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Por: ALMA RÍOS •

  • La comunidad está en conflicto con la minera Frisco-Tayahua, de Carlos Slim

“Pues aquí está lo que queda de nuestro pueblo, todos sean bienvenidos”, dijo Roberto de la Rosa Dávila a los integrantes de la Caravana Solidaria Salaverna Resiste a su arribo el pasado 30 de abril a localidad que desde el año 2010 vio recrudecerse la disputa entre sus intereses, -que enmarcan en su derecho a vivir conforme a sus usos y costumbres y en la protección de su entorno natural-, y los de la minera Frisco Tayahua propiedad del magnate Carlos Slim.

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Estudiantes, miembros de la Asamblea Popular, docentes universitarios de la Autónoma de Zacatecas y de México, integrantes del Frente Social por la Soberanía Popular, y medios de comunicación, llegaron al lugar del semidesierto zacatecano ubicado en el municipio de Mazapil a siete kilómetros de la cabecera de la demarcación, para atestiguar la problemática que enfrentan actualmente 34 personas: 10 mujeres, 17 hombres, y siete niños y niñas, quienes son la resta de varios episodios de éxodo forzado, que se niegan a abandonar el lugar sin que se les ofrezcan garantías de poder conservar su forma de vivir en otro sitio.

Entre sus dificultades se encuentran el abastecimiento de alimentos y otros servicios, no cuentan con servicio médico de ninguna especie, ni siquiera servicio religioso desde hace cuatro años, entiende don Roberto de la Rosa, líder natural del lugar, que ya las limosnas que pueden ofrecer los 27 adultos que quedan, no son de interés para los ministros de la iglesia, “¿ya a qué vienen? por dos o tres changos no van a venir, es igual que muchos candidatos”.

Luego de lo que ellos refieren como “el trueno” o “el estruendo” que derrumbó en 2012 parte de una zona ocasionando gran temor, -y que se explican como un método terrorista empleado por la Frisco-Tayahua para desalojarlos sin pactar con ellos un acuerdo digno-, persisten las detonaciones a diferentes horas del día y la noche, de barrenos que han pasado de los 2.40 a 15 metros de longuitud, “muy fuertes”.

Son las explosiones las que ocasionaron las muchas grietas y fisuras en las casas que obligaron a muchos a dejar sus hogares atrás.

Según refiere la colocación de pozos Robbins, tiros de mina, que se utilizan para diferentes funciones, el pueblo de Salaverna se encuentra en el epicentro de la explotación minera, una que pretende modificarse para convertirla ahora en un tajo a cielo abierto.

La falta de actividad en la superficie, derivada del abandono de la mayoría de los pobladores del lugar, contrasta con lo que ocurre en los 30 niveles que tiene la mina por debajo de la tierra, ya alcanza los mil 500 metros de profundidad, estima de la Rosa Dávila.

Las personas fueron nuevamente amenazadas en noviembre de 2015 por empleados de la empresa con el desalojo, señalándoles que en caso de negativa intervendría el  Ejército mexicano.

Y el pasado 5 de abril mediante un comunicado oficial derivado de una reunión de trabajo entre el Gobernador del estado, funcionarios de Protección Civil federal y estatal y un representante de la mina, se anunció “la declaratoria de zona de riesgo” para Salaverna, sustentada presuntamente en la existencia de una “falla geológica”, que amenazaría la integridad de las personas.

La información dictaba que se preveía sacar a los habitantes, 19 familias, antes de la época de lluvias. Esta declaratoria fue desmentida por el director de Protección Civil estatal, Felipe Muñoz Ruvalcaba, apenas la semana pasada, en el contexto de una reunión celebrada con diputados de la 61 Legislatura.

En esa ocasión frente a los diputados, medios de comunicación y en representación de los habitantes de Salaverna, Roberto de la Rosa y su hijo Cuauhtémoc de la Rosa, Muñoz Ruvalcaba exhibió para sustentar la presunta existencia de una falla geológica, un legajo de documentos pertenecientes al Atlas de Peligros por Fenómenos Geológicos del Estado de Zacatecas, donde se muestra un área divida por colores, que refieren: rojo –peligro-, amarillo –medio- y verde –bajo. La comunidad de Salaverna se precisa con un triángulo dentro de esta última área.

Los documentos citados como cartografía temática, reiteran, no la existencia de una falla geológica, esto es, producida por el movimiento natural de placas tectónicas, sino de “hundimientos por obras mineras”.

Las hojas precisan la ubicación y características de una serie de “puntos de control por hundimiento”, cinco en total, registrados con los códigos ZB5T y acompañados de un numeral, que se encuentran inscritos en un círculo, a su vez ubicado dentro de la franja roja, esto es de peligro alto.

Algunos de estos puntos son tiros de mina de tipo Robbins, de respiradero, general y hundimientos.

Sólo uno de estos registros el ZB5H026, refiere como los factores que incidieron en las condiciones de la roca que lo conforma y que señala de “deformada y fracturada”, como naturales, “tectónico”. Dice que el hundimiento tiene una superficie de 300 metros cuadrados, pero también señala como su origen factores antropogénicos, “obras mineras”.

El registro exhibe la fecha 14 de enero de 2011 en cada una de las hojas que refieren las evaluaciones de estos cinco puntos de control. Esto es, dos años y un mes antes de que sucediera lo que los habitantes de Salaverna registran como “el trueno” o el “estruendo”, ocurrido el 6 de diciembre de 2012.

En tal caso, ni autoridades ni la minera atendieron el presunto peligro de la que ellos denominan “falla geológica” por una explosión de gran magnitud, pues la diciembre de 2012 derrumbó parte de una zona aledaña al arroyo que atraviesa el poblado en una de sus partes, ocasionando un segundo éxodo en muchedumbre.

Ante los diputados, el director de Protección Civil se comprometió a visitar el pasado viernes, Salaverna, cosa que los habitantes del lugar, confirmaron durante la visita de la Caravana, no ocurrió

Back to the future o cuando se actualiza la época de la Colonia

Detrás del problema entre la minera y los habitantes de Salaverna se reitera el tema de la propiedad de la tierra. Para los 27 adultos que aún viven allí, el asunto es muy claro: ellos han sido posesionarios ancestrales del lugar y aunque la Frisco Tayahua les supere en poder y recursos, no tiene por qué imponerles condiciones que modifiquen su forma de vida.

En sustento, Roberto de la Rosa, delegado municipal, ha exhibido el documento que remite Roberto Rivera Ortiz al delegado federal de la Secretaría de Desarrollo Rural, Territorial y Urbano de Zacatecas, Abelardo Córdova Almanza, de fecha 14 de octubre de 2014, donde le señala en respuesta a su oficio 1682/2015 de fecha seis de agosto del mismo año, que no pudo localizar la inscripción del predio ubicado en Mazapil con superficie 4, 650-00-00 has “con las medidas y colindancias que se mencionan en su oficio de referencia”.

Este es indicio para Efraín Arteaga Domínguez, integrante del FSSP y de la Caravana, de que las escrituras que ha presentado la empresa de Carlos Slim para acreditar la propiedad de las tierras donde se asienta la minera Frisco Tayahua, son apócrifas, pues según lo señala el oficial citado, no aparecen en el Registro Público de la Propiedad.

Esta versión se refuerza para Roberto de la Rosa, al recordar que cuando iniciaron los desalojos y posteriores demoliciones de casas en Salaverna, todavía durante el gobierno de Amalia García Medina, pudo hablar en Zacatecas con Gloria Esparza Rodarte, a quien ubica como encargada de tratar “los focos rojos” en la Secretaría de Gobierno, quien le dijo, “dígale a la gente que no se salga, que no deje las casas, en realidad la minera tiene unas escrituras apócrifas”, De la Rosa Dávila, no entendía el significado de la última palabra, ahora sabe que implica: “que no tenía validez jurídica”.

El otro indicio que hay que atender, dijo otra vez Arteaga Domínguez, es que las áreas donde don Roberto y otros salavernenses siembran aun maíz y frijol, son terrenos nacionales, según la Constitución refieren aquellas áreas que no han sido transferidas en dominio a “ningún centro de población, ejido o comunidad indígena o bien propiedad privada”.

“Eso quiere decir que los compañeros estarían en su derecho, puesto que tienen la posesión, de solicitar la creación de un nuevo ejido, de un nuevo centro de población ante la Sedatu”, asistidos además por el principio jurídico de que quien es primero en tiempo es primero en derecho. Un procedimiento que ya ha sido iniciado por los campesinos.

En el certificado 029923 emitido por la Dirección de Catastro y Registro Público de la Secretaría de Finanzas (Sefin) de Gobierno del estado, y que refiere un contrato de compraventa por parte de las tierras en conflicto entre los aún habitantes de Salaverna y la minera del magnate Slim Helú, luego de citar colindancias y señalar que la transacción refiere un área de 3 mil 584 21-08 has, precisa que “la venta se hace con todos sus usos, costumbres (…) y todo cuanto más de hecho y por derecho le corresponde al inmueble conforme a la Ley”.

“¿En qué periodo de vida estamos, o qué ya nos devolvimos a tiempos de la Colonia o qué pasa? Eso lo he visto yo, que vamos para atrás no vamos para adelante”, remata Roberto de la Rosa sobre lo asentado en el documento, y agrega Efraín Arteaga, que pareciera que a esa compra-venta se hubiera dado el tratamiento de un repartimiento de indios en la época virreinal.

Sin aclararse la propiedad legítima de las tierras, la minera Frisco Tayahua explota diariamente según el documento Panorama Minero de Estado de Zacatecas emitido por el Servicio Geológico Mexicano en diciembre de 2014, 5 mil toneladas de plata, plomo, zinc y cobre.

Salaverna_Tienda de lugar, su actual dueño, Celestino Guevara _Alma Ríos
Tienda del lugar. Su actual dueño, Celestino Guevara. Foto: ALMA RÍOS
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Calle de la comunidad. Foto: ALMA RÍOS
Foto: ALMA RÍOS
Parte trasera del templo de la localidad. Foto: ALMA RÍOS

2012, el año del trueno

El que fuera un caserío al que se accede por un camino de piedra, recibe a la Caravana Solidaria Salaverna Resiste, con primeras vistas, pero que se repetirán por sus calles, de casas que ya no son refugio protector. Muros derrumbados y montones de escombro, un salón sindical sin techo, donde todavía se encuentra una hilera de butacas que alguna vez fueron ocupadas por mineros a quienes puede imaginarse en una reunión reclamando y discutiendo derechos laborales, en La Aduana, cantina del lugar, nombrada así  porque era “por donde todos tenían que pasar”, tampoco habita el bullicio.

Si así se muestra la parte baja del poblado, al cruzar el puente del arroyo y subir por una calle hasta la zona alta, lo que puede verse es cómo se intercalan casas en ruinas, derribadas intencionalmente para que aquellos que salieron no se atrevieran a regresar como ocurrió en la primera parte, y otras que muestran grietas en los pisos y paredes, tal como la iglesia y el refugio de peregrinos, y que dicen los pobladores, fueron fisuradas por las detonaciones de la minera de Carlos Slim.

Hay un espacio que contrasta con el panorama general, el local de Abarrotes Guevara, que luce recién pintado. No obstante, por dentro, sus anaqueles de madera exhiben pocas mercancías.

Platicó Emilia Torres Anguiano dueña actual junto con su esposo, Celestino Guevara Ledesma, de un negocio que al menos tendría 100 años transitando por diversas manos dando servicio de perfumería, mercería, papelería, medicina popular, caseta telefónica y venta de abarrotes en general, que debido a su resistencia a salirse del lugar, supo que Raúl Ruiz, encargado de la mina, mandó poner una máquina expendedora de refrescos y golosinas en las instalaciones de la Frisco- Tayahua.

El encargado de la mina prohibió a los trabajadores y contratistas “que le hagan consumo”, por lo que sus ventas han bajado un 99.9 por ciento.

“Dijo que a ver quién se moría primero de hambre, a ver quién corría. Y mire hasta ahorita gracias a Dios tenemos frijolitos pa’ comer”.

Torres Anguiano recuerda una noche de abril del 2012 cuando regresó de Saltillo junto con su familia, a donde habían ido a comprar ropa para sus hijos.

“Cuando llegamos ya las casas caídas, no pues que la gente ya está aceptando, que vino un licenciado de la mina y les dijo los que se quieran, vámonos…traía un autobús”.

Se le dijo a la gente, a quien ya se había conminado a dejar el poblado, que ya estaba listo el Nuevo Salaverna, y que podían tener la oportunidad los primeros, de escoger casa.

Gente que no la poseía por vivir junto con sus padres o mineros a quienes se amenazó con quitarles el empleo si no abandonaban el lugar, accedieron a irse.

“Al otro día, abrimos la tienda y las mudanzas pasando con gente de por acá, de por allá. Nosotros nos sentábamos ahí en las graditas de la iglesia a ver como se andaban yendo”.

Como era abril los que se fueron tuvieron que traer a sus hijos a la escuela a Salaverna para que terminaran el ciclo escolar, para lo que la empresa minera les puso un camión. Pero en el siguiente ciclo se invirtieron las cosas, solo que en esta ocasión no hubo apoyo, por supuesto ni de la Frisco Tayahua ni de la presidencia municipal para los traslados en los que gastan desde entonces.

“Entonces nosotros empezamos a gastar en llevarlos, uno a la primaria y el otro al kínder, pues así estábamos empezamos el ciclo”

El 6 de diciembre de 2012 como a las 7:20 pm, precisa la mujer, “yo estaba aquí cuando se oyó el trueno. Dije: ¡un tráiler se quedó sin frenos y se cayó, fue lo que pensé. N´hombre corrí y me fui a asomar, era una polvareda grande (…) al otro día ya estaba todo hundido allá. Y otra vez la gente a irse, mucha gente que tuvo miedo. Y vino el licenciado, que nos saliéramos, que nos pagaba hotel. Y se va la otra gente, fue cuando ahora sí quedamos 19 –familias-. Fue peor porque nosotros aquí todavía teníamos vecinos, y a tumbar las casas…”

Emilia no se va porque la minera no le ofrece similares condiciones de vida en el Nuevo Salaverna, allá han estandarizado el reparto de viviendas, con las construidas al modo de casas de interés social, con la salvedad, explica la mujer, de que sus habitantes solo poseen las paredes y los techos, pues la minera no fraccionó los lotes, ella misma es la dueña de toda el área que ocupan pequeñas casas.

“No son propietarios ellos. Son propietarios de las paredes y del techo, pero a mí lo que me importa es la tierra, el suelo. Entonces el día que la mina quiera, va a decir: sí son tuyas las paredes, el techo, la tierra es mía…tengo que sacar la casa y arrastrarla no se para dónde”.

De su casa, una antigua vivienda que lo fue de una japonesa convocada por la minería, donde también vive su suegra, sus dos hijos y otros integrantes de la familia, “yo creo que no me sacan y de allá sí. Es por eso que nosotros nos resistimos y no nos vamos”.

El tema es más complejo para Roberto de la Rosa y su hijo Cuauhtémoc, implica la defensa de su forma de vida, en reiteradas ocasiones el primero señala que perdería su libertad, y refrenda el interés por la conservación del entorno ambiental.

Cuauhtémoc de la Rosa, agrega que entre Peñasquito, la mina de la canadiense Goldcorp y Salaverna distan apenas 27 kilómetros, y entre las dos ubicaciones se encuentra el pueblo de Mazapil. Si como aquélla, esta mina se convierte en un tajo a cielo abierto, Mazapil se quedará sin agua como ya ha ocurrido para Cedros y Las Mesas, localidades la primera que antes surtía de agua a la empresa, pero cuyos pobladores ahora buscan el líquido para beber justo en Mazapil, desplazándose 30 kilómetros para ello.

Desde el cerro de Salaverna donde ofrece la explicación, es visible al Este, la Peñasquito y su presa de jales, se ve también una tolvanera que se levanta decenas de kilómetros arriba del punto extractivista y que amenaza desplazarse sobre el valle. Desde se observa asimismo al Noroeste y mucho más cercano, apenas a un costado del cerro, “el deslave”, como le llamaron también los de la minera a la fractura que trajo el “trueno”.

Ya abajo, Roberto de la Rosa, explica ahora que los puntos que señalan los documentos exhibidos por Protección Civil, y que dicen hay una “falla geológica”, son en realidad “labrados antiguos” que en cercanías tienen tiros de mina o pozos Robbins, algunos, que corren sobre la trayectoria de la carretera de acceso, donde hace observar a la comitiva, no se registran grietas, ni fisuras.

Refiere que esos labrados antiguos tienen su origen hace cientos de años, luego del enfrentamiento entre españoles y huachichiles, estos últimos que allí habitaban. “Desde entonces vienen desplazando gente, no es nuevo esto, nada más que ahora volvemos en el tiempo. Yo soy descendiente de huachichil por eso mi tozudez, los huachichiles nunca fueron vencidos”.

 

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