En la última evaluación que el Coneval presentó quedó muy clara una cosa: el factor fundamental que provocó las altas cifras de la pobreza fue el estancamiento del ingreso. Recordemos que los dos ejes de medición de la pobreza son el ingreso por un lado y las carencias de derechos sociales por otro. Pues bien, en dicha medición, el eje de las carencias presenta ciertos avances, pero el eje de los ingresos está estancando, y por ello, y el motor del mercado interno sigue apagado. Lo dicho significa que la política contra la pobreza ha sido un fracaso debido a que el gobierno separa la política social de la económica. Trata por un lado los derechos sociales y sus carencias, y por otro la generación de empleo y los ingresos. Además, con lógicas de acción contrarias y mutuamente excluyentes. Si juntara la política económica con la social, estaría diseñando estrategias mutuamente sinérgicas, y con ello, exitosas; pero tendría que renunciar al dogma neoliberal en la conducción de la economía. Lo cual no va a ocurrir. Por ello, lo que va a pasar en el futuro cercano es… lo mismo.
Mientras esta realidad continúe, los demás sectores del desarrollo seguirán estancados: sin mayores ingresos, los mexicanos no veremos mejorar la alimentación, el campo, la calidad educativa, la seguridad ni nada. Sin mejorar la base material de vida de los mexicanos, no habrá desarrollo en otros aspectos. Para lograr subir el nivel de vida, se requiere de caminos complejos que incluyen un aumento del gasto público, lo cual tampoco va a ocurrir. El gobierno de Peña es un túnel sin luz al final del mismo. Es una trayectoria oscura en la que al final (dentro de tres años) solo se ve… más oscuridad.
Si entendemos que otra causa que impide el desarrollo del país es la corrupción, y que se vio un avance en el planteamiento que la sociedad civil logró colocar en la agenda legislativa en torno al sistema nacional anticorrupción, habría motivos para mejorar el ánimo ciudadano; sin embargo, con la cínica declaración de la Secretaría de la Función Pública afirmando que no existen conflictos de interés en el caso de las mega casas de Peña, se establece un signo ominoso: no habrá realmente combate a la corrupción. Y con ello, los tres años que siguen serán como nadar en el lodo. Otro terreno funesto es la impunidad en el país, y si el signo donde podíamos leer cambios en esta realidad es la solución del caso Ayotzinapa, pues toda esperanza está perdida. El nuevo sistema de Justicia procesal era motivo de mejor ánimo, pero las mediciones con los avances existentes no auguran cambio alguno. Así las cosas, el pesimismo se ha convertido en realismo neto. Para finalizar, la corona: el año que viene ya se planea, y Zacatecas depende en mucho de los ingresos federales, los cuales configuran un escenario sombrío para el estado. En suma: Peña ha resultado un productor de sombras.
