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viernes, 26 abril, 2024
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Del cambio sindical y las bases de una unidad posible

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Por: Óscar Alzaga •

Venimos de la larga noche del neoliberalismo de 36 años y más, que nadie puede ignorar ni dejar de evaluar, porque para salir de esa noche y saber de qué partimos es indispensable, y no con una simulación.

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Venimos de un sindicalismo mayoritario afiliado y subordinado al PRI, las principales centrales -CTM, CROC y otros- y los grandes sindicatos: petroleros, electricistas CFE, maestros, IMSS, ferroviarios y otros.

Venimos de una creciente subordinación de la nación a la oligarquía y gobiernos de Estados Unidos (EU), que el PRI neoliberal profundizó con el TLCAN en 1994. Cambiando la industrialización por maquilas en la frontera norte y todo el país, que modificaron de facto la legislación laboral y sus tribunales antes de 2012, que generaron los contratos colectivos de protección patronal (CCPP), cero huelgas y outcourcing’s.

De una alianza histórica del PRI y PAN con el neoliberalismo que inicia con el fraude electoral de 1988, que llega al Pacto por México en 2012, incluido el PRD, y culmina con la privatización de Pemex, CFE, SEP, IMSS, las fronteras, playas, minas, mar y territorio nacional.

De claudicar el PRD en la elección interna de 2009, cuando “gana” Jesús Ortega, gracias a que entrega la independencia del PRD, ni más ni menos que al Tribunal Electoral, cuya “resolución” decide la vida del PRD a favor de los “chuchos”. Y Morena repite esa acción en 2019.

De la destrucción de facto de los derechos constitucionales y el divorcio de la Ley Suprema con la realidad, sumados a una “interpretación” de las normas muy deformadas por el poder judicial; ni qué decir del poder legislativo subordinado al Ejecutivo, todo para favorecer a los patrones.

La larga noche del sindicalismo nacional fue de retrocesos continuos y de la pérdida de autonomía, al subordinarse al PRI con las reformas de facto y las laborales de 2012, contrarias a los trabajadores y a la peor de todas las reformas laborales de la historia, la presentada por el PRI, CTM y CROC el 7 de diciembre de 2017 al Senado, y que al PAN no apoyó, como parte del divorcio con el PRI de 2018, y por tanto no pasó.

La CTM y CROC quedan exhibidas a la opinión pública y trabajadores en 2018, además expulsados de la Confederación Sindical Internacional (CSI) la más grande del mundo, y de la CSA, de las Américas. Por la entrega de los CCPP, y pasan de “charros” a sindicalismo “blanco”.

De 1982 a 2018, venimos de una caída brutal del salario, del empleo de planta y su substitución por empleos eventuales e informales y de la caída de la membrecía sindical, frente al crecimiento de la población en general y de la laboral. Hoy de 36 millones de asalariados solo 8.5 millones están sindicalizados. Sin sindicatos auténticos y de lucha no hay defensa alguna de los derechos e intereses del trabajo.

Pero también venimos del gran avance latinoamericano de 1998 a 2015, cuando varios gobiernos y pueblos abandonan el neoliberalismo, en Venezuela, Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Uruguay y Honduras, y asumen gobiernos democráticos que derrotan el ALCA de los Bush, por el ALBA, que logran un gran ensayo de unidad regional latinoamericana. Pero en 2006 el PRI y PAN en complicidad con EU impusieron otro fraude electoral, para impedir, entre otras cosas, que la alianza regional y popular fuera mayor y antiimperialista.

En 1988 México dejó de ser de un solo partido e inicia el pluripartidismo; gracias a esa lucha, pero en su decadencia el PRI se apoyó en el PAN, en el PRD y en ambos, a la vez que arrastra en su caída de 2018 y 2019 a las centrales y sindicatos subordinados. No son casuales las salidas del PRI del SNTE y la FESTE y de otros.

Pero el gran PRI también arrastró en su caída al PAN y PRD, quienes a la vez aportaron su ignorancia y estilos propios al neoliberalismo y al gran botín que significó para ellos el poder público. En todo esto, la lucha política electoral ha sido definitiva, sobre todo, la sexenal fue una auténtica lucha de soberanía popular y nacional, cuya organización, dinámica y dialéctica de intereses y factores aun se está aprendiendo. Sobran los desesperados que quieren ver caer en un solo acto el neoliberalismo, esa obra de 36 años, y aún de antes ya que las recetas del FMI y BM se aplicaron desde el final del sexenio de Echeverría.

La lucha sindical siendo similar tiene su propia naturaleza y dinámica, cuando carece de autonomía la presión estatal y patronal es definitiva.

La CTM surge en 1936, producto de una gran movilización de huelgas de 1935 a 1938, cuatro años, y una intensa lucha de clases campesina, indígena, popular e internacional; con un crecimiento espectacular de sindicalizados de 300 mil a 900 mil de 1934 a 1940; con la firma de miles de contratos colectivos nuevos; con actos de solidaridad nacional e internacional antifascistas y antiimperialistas. Y los antecedentes de la Revolución de 1910 y la Constitución de 1917. Y, desde luego, con errores como afiliar a la CTM al PRM cardenista, con el apoyo del PCM.

Los fines del movimiento obrero de luchar para conquistar sus derechos e intereses; de sindicalizar a la mayoría de los asalariados; de recuperar sus contratos colectivos, los salarios justos y empleo estable de planta; con libres negociaciones colectivas y de cambiar los actuales tribunales corruptos por otros en los que haya justicia laboral, solo se logra con organizaciones autónomas y unitarias, sin depender de gobiernos, partidos y patrones; con un régimen democrático donde la voluntad mayoritaria tenga fuerza real; se transparenten los contratos colectivos, estatutos y acuerdos que afecten los intereses y derechos laborales, para que sea una realidad la libertad sindical y la unidad de la clase.

Solo los sindicatos con libertad sindical e independencia pueden tener fuerza y unidad para la defensa de sus agremiados y de su clase.

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