Después de tres meses de discusión, se aprobó la reforma constitucional que da sustento a la nueva Reforma Educativa. Foros, discusión de comisiones, mesas de negociación y cabildeos con actores políticos son las diversas formas que adquirió la participación de investigadores, organizaciones docentes, partidos políticos y organismos internacionales en las propuestas para mejorar la así conocida como la ‘mal-llamada’. Lograr la votación de la madrugada de ayer fue posible gracias a ese proceso de escucha. En ese caso, se debe reconocer la buena práctica. Con la reforma del 2013 no se escuchó a nadie: una mesa de tres picos llamado ‘pacto por México’ todo lo decidía.
La presión política y social fuerte iba sobre la idea gerencial que se había impuesto, en el sentido de hacer de la docencia un servicio civil de carrera que se expresó en la Ley del Servicio Profesional Docente (que ahora deberá modificarse) en la cual se vinculaba la evaluación con el tema laboral de ingreso y permanencia de los maestros. Eso quedó eliminado, afortunadamente. Y se rescató una idea de evaluación no ligada a procesos laborales. El centro ya no lo tendrá esa visión de la Evaluación, sino la Formación Docente. Lo cual implica que se deberá revisar todo el proceso de enseñanza en las normales y las condiciones de enseñanza a los niños en condiciones desfavorables. Esto es: el impacto de la formación inicial docente y la equidad respecto a la enseñanza a los niños de México. Creemos que es un mejor planteamiento que la anterior propuesta. Aunque el debate sigue en la integración de la normatividad secundaria: ¿cómo se contratará a los profesores y cómo serán los procesos de promoción y permanencia de los mismos? ¿Se van a reformar las normales: exactamente cómo? ¿Habrá políticas de compensación en las escuelas de niños de zonas marginadas, cuáles? El debate se pone ahora más específico.
Los próximos cinco meses serán clave para este debate y la edificación de la normatividad consecutiva a la reforma constitucional, y en septiembre debemos observar cómo este nuevo modelo impacta en el presupuesto. Porque en los últimos años la educación está subvalorada presupuestalmente. Y más en estados como Zacatecas. En este aspecto, los legisladores zacatecanos han dejado mucho que desear, por no decir que han sido omisos con el déficit educativo de la entidad. Junto a la reforma educativa hay otro elemento que, esperamos, impacte positivamente en la educación de los chicos: la reforma laboral. El tipo de sindicalismo es esencial para la relación de los profesores con su labor. Ahora esperamos que la necesaria democratización del SNTE impacte en la eliminación de controles corporativos que hacían tanto daño a la administración educativa. Eso lo veremos en las próximas semanas, pero todo parece apuntar en esa dirección. En suma, ya se dio un primer paso necesario para sentar las bases de un proyecto educativo que saque a México del pantano en el cual hoy se encuentra: es una pequeña luz dentro del profundo pozo en el cual nos encontramos.
