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viernes, 26 abril, 2024
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No hay Dios

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Por: SOCORRO MARTÍNEZ ORTIZ •

Con esa frase un joven de 18 años, con impresionante caudal de conocimientos y destacada reputación entre sus conocidos, ligeramente encorvado, sombrío, de rostro prolongado y enfermo pero erudito y sabio, un Voltaire mexicano, como lo describió Ignacio Manuel Altamirano, cuyo nombre del aludido era Ignacio Ramírez, inició su discurso de ingreso a la Academia San Juan de Letrán, institución literaria a la que confluían personalidades ilustres a debatir asuntos relacionados con la literatura y las bellas artes. Era el año de 1836, y el que con el tiempo se convertiría en un acérrimo liberal defensor de los derechos de los pobres, cimbró con su discurso las buenas conciencias de la época que lo catalogaron como el primer ateo convicto y confeso de la Nación.
El que se hacía apodar El Nigromante (personaje que representa en “El Quijote” al mago que confunde y rescata al caballero), nació el 22 de junio de 1818 en San Miguel el Grande (hoy San Miguel de Allende, Guanajuato). Su padre tarasco de marcadas aspiraciones liberales, Lino Ramírez y su madre de ascendencia azteca Sinforoza Calzada.
Sus primeros estudios los realizó bajo la protección y cobijo del teólogo liberal Juan Rodríguez Puebla, quien era rector en el Colegio San Gregorio, y se distinguía por apoyar la educación de los indígenas con la “beca de gracia”, destinada para dos de ellos por parte del Estado.
Hacia el año de 1847, El Nigromante elaboró La Ley de Educación para el Estado de México que disponía que cada municipio enviara a un joven pobre, talentoso y preferentemente indígena al Instituto Literario. Uno de los beneficiarios de esta Ley, fue un muchacho indígena que conoció el español al salir de la adolescencia y que con el paso del tiempo, sería una de las glorias de la literatura mexicana del siglo XIX. Su nombre fue Ignacio Manuel Altamirano.
Ignacio Ramírez, amante de la literatura y del conocimiento, con una preclara inteligencia y siendo un autodidacta excepcional, que en tan sólo ocho años logró estudiar desde antropología, astronomía y química hasta teología e idiomas, creció y se convirtió en abogado, periodista y escritor, desarrollando una impresionante habilidad de oratoria y de polemista que usaba en cualquier momento en la defensa de las personas vulnerables y contra los conservadores; su pluma no era menos letal; en compañía de Guillermo Prieto y Manuel Payno, funda Don Simplicio, un periódico burlesco, satírico, crítico y filosófico, por unos simples, en donde plasma las incipientes ideas políticas y anticlericales, que sería punto de partida de los principios de la Constitución y Leyes de Reforma.
Sus actividades políticas y periodistas, su congruencia moral e ideológica, así como su liberalismo, lo llevaron a participar en casi todos los aspectos de la vida pública nacional y, se sumó a Juárez desde la Revolución de Ayutla de 1857; fue ministro de Fomento; ministro de Justicia e Instrucción Pública y magistrado de la Suprema Corte de Justicia.
Aferrado a sus posturas liberales llevadas casi al extremo y su intransigencia contra todo abuso del poder, le causaron cierto distanciamiento con Juárez, pero las asperezas se limaron al final de la Guerra de Reforma en 1861. Juárez lo nombra Ministro de Instrucción Públicay Justicia, dándole la fabulosa posibilidad de hacer realidad al pie de la letra los postulados básicos de la nueva Constitución de la cual fue artífice, y no la desaprovechó: reformó la Ley de Hipotecas y Juzgados; hizo realidad la separación entre Iglesia y Estado; estandarizó a nivel nacional la educación oficial.
Su acendrado ateísmo y sentido crítico, lo convirtieron en un acérrimo enemigo de la Iglesia, pronunciando discursos: “argumentando que la persistencia de la tradición religiosa en la vida pública, es una señal clara del retroceso y del desistimiento del libre albedrío”. Confiscó en la ciudad de Puebla el templo de la Compañía de Jesús, y lo transformó en biblioteca, mientras que sus torres fueron convertidas en observatorios astronómicos y meteorológicos.
En la ciudad de México creó la Biblioteca Nacional a partir de la recopilación de libros de antiguos conventos; actualizó la Escuela de Minas; por último, reunió y protegió las obras de pintores mexicanos. Sin embargo, el Papa Pío IX, lo excomulgó a él y a sus familiares hasta la cuarta generación.
Años después El Nigromante libre pensador, prolífico escritor, brillante periodista y ensayista (publicaría algunos cinco mil artículos periodísticos, ensayos y poemas); fundador de diversos diarios; servidor en múltiples cargos públicos; precursor de la educación gratuita y laica; promotor del libro de texto gratuito, enferma el 12 de junio de 1879.
Después de tres de agonía, y postrado en su cama, rodeado de su madre, su discípulo preferido, Altamirano, su hermano Juan Ramírez héroe de la Batalla de Puebla; recluido en su recámara notoriamente pobre donde colgaban las fotografías del general Leandro Valle y Guillermo Prieto, la muerte doblegó “al sublime destructor del pasado y obrero de la Revolución”, como lo calificó don Justo Sierra en sus exequias.

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