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viernes, 26 abril, 2024
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¿Hay salida o salidas?

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

Ni por donde iniciar a escribir, ante la increíble diversidad de procesos, sucesos y una consecuente abundancia de temas y no de todo tipo, pues se aprecian cargados de una diversa situación y hasta se quisieran de una concreción, a cual más, con significación política y, por supuesto, aunque casi todos tienen que ver o pretenden portar una significación política, la que profesen o la que gusten sostener sus diversos actores, no todos tienen que ver con las elecciones federales en curso, aunque pareciera desearse que todos estuvieran cargados de significación política y entonces, si no existieran tantos interrogantes, la ilusión llevaría a no a un puerto, sino a generar un oleaje en el que quisieran envueltos a sus principales actores y eso no estaría mal del todo, sino que sería una buena oportunidad para condensar las “reales” pretensiones políticas de, con o para un futuro al que se quisiera decisorio de la historia de nuestra sociedad, Estado, instituciones, trátese de sujetos u organizaciones con complejidad distinta y sencillez, o bien, rayanas en ser falsas ilusiones y lo que al final ocurra y pulule, deambule, sea un vendaval de extenuados, sujetos, organizaciones, instituciones, lo más grave.
Tal vez por esto, que a lo mejor ocurre en el subconsciente, resulta sencillo, hasta pretender lo imposible, como alguna vez ocurrió a muchos, aunque no se hizo más allá de lograr lo posible y vaya que eso requiere de ingredientes tan duros, toscos, finos e incluso, veleidosos, que para nada se habrá de pensar en cambios de gran relevancia, si no se logra impulsar al triunfo a un AMLO que bien pudiera abrir el poder a tantas postergadas pretensiones de cambio; liquidadas, siempre, por alguna razón que al final se impone: quien está mejor sin el cambio, insisto, sobre todo el político, por ser generador de otros, por supuesto, no lo quiere, si su situación concreta de cambio no le reditúa mejoramiento alguno.
Problema serio, con todo, vivir como sea, una existencia social, institucional, política y cultural, etc., tan requerida de cambios que aún no aproveche convertir este, al parecer, laxo presente, sujeto a tantas diversidades y diferencias que llevan años, no tanto de desdibujamiento del poder, sino de transitar por todo un mundo de banalidades, tonterías, incluso, para que los actores políticos y culturales, tangan su rato o tajada de gloria y poder, aunque sea tan efímero, incluso, fatuo y no pasa nada en las estructuras que de tantas pantallas e imágenes a manipular o diluir, borrar, modificar, etc.
¿En qué descansa la fuerza de semejantes estructuras? Tal vez en darle continuidad y recuperación de fuerza al poder cultural que tienen para conseguir la reproducción social política y cultural del presente, tal como está, siempre preñado de ilusiones e imposible, sin ir a mayor concreción, porque todo lo demás es negocio para la reproducción cultural de una forma de vida que no es tan nuestra, como para requerirnos como actores efectivos de y para un mundo mejor, sobre todo, en cultura, bajo el supuesto, desde luego, que lo primero a atender y evitar debe ser la miseria de la gente. Si la gente no es miserable, ¿por qué permitimos que lo sea, sobre todo ahora, en donde ya no está el proletariado y nadie asume con densidad socia e histórica las consecuencias de ser lo que se supone debería de haber sido: el sujeto de una revolución donde quiera que la gente necesite luchar por su liberación: la individual, la subjetiva, la histórica, la cultural, todos ellos, hoy. Instrumentos al servicio de la enajenación, a un nivel tan mass media complejo que se impide ver si el mar de las luchas necesarias que la gente da diario, los transformará en sujetos políticos y culturales que, por eso mismo, pudieran, subjetivamente triunfar, por encontrarse con otros y hacer alguna novedad juntos.

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