La recién concluida fue una semana casi enteramente normal: tras una serena ponderación de pros y contras, ajena a toda premura, la cabeza del Estado consideró llegado el momento de tomar cartas en el explosivo asunto de la “ordeña” reiterada de los ductos de Pemex, y ordenó en consecuencia un operativo para erradicar tal práctica, consiguiendo así, en sólo una semana, que seis presuntos “huachicoleros” no pudiesen reincidir ya en conductas antisociales, echando para ello mano de procedimientos, eso sí, un tanto concluyentes; se produjo un enfrentamiento en un local del PRI, en el Estado de México, en el que un grupo de individuos portadores de rifles de asalto intentaba apoderarse de algo que allí había, y era custodiado por guardias armados, mismos que repelieron o trataron de repeler dicho ataque, con un saldo de muertos y heridos aún no cuantificado, ignorándose asimismo lo que unos querían obtener y otros retener, y quienes finalmente consiguieron su propósito; asesinaron en San Fernando, Tamaulipas, a Mireya Rodríguez, activista de una asociación que indaga el paradero de personas desaparecidas, quien se encontraba casi al cabo de la espera, de apenas unos cuantos meses, de una entrevista con el titular del organismo gubernamental que brinda atención a víctimas, mismo que se apresuró a condenar, de manera muy enérgica, el asesinato de su protegida, y a presentar acto seguido su más sentido pésame; etcétera.
Al respecto de nuestro estado, tierra fecunda generadora de un porcentaje cada vez mayor de las poblaciones de California, Texas, Illinois y próximamente Nueva York, si bien es verdad las balaceras, los “levantones”, las ejecuciones, los robos y extorciones resultan un asunto cotidiano, es necesario hagamos acopio de paciencia que, recordemos, es una virtud de santidad, y esperemos las “políticas preventivas” implementadas por el general que vela por nuestra seguridad fructifiquen, así sea en el largo plazo; para lo cual es preciso no atender al insidioso Lord Keynes, de acuerdo con el cual en el largo plazo todos estaremos muertos.
Culminó según parece, la semana inmediata anterior, con la liberación del doctor Mireles, líder a estas alturas legendario de las autodefensas michoacanas, encarcelado hace tres años por delitos de calibre tan grueso como el de las armas que solía portar y, según versiones de muy difícil comprobación, por negarse a obedecer órdenes del preciso, y para colmo tutearlo. ■
