La Gualdra 280 / El Picaporte / Lenguaje
Muchas teorías hay en torno a las palabras anglosajona bizarre (que significa extraño, extravagante, ridículo, burdo) y la española bizarro (que significa osado, valiente, generoso, de muy buen porte).
La más aceptada es que ambas palabras tienen una misma raíz, y ésta se encuentra en el vasco, lengua en la que “bizarr”, así, con doble “r”, significa barba o pelo abundante.
Recordemos: El vasco o euskera no está considerado dentro de las lenguas indoeuropeas, como sí nuestro idioma, y en su vocabulario dominan palabras con erres.
Durante un tiempo esta palabra vasca se aplicó a los barbados y después a los de abundante pelo en pecho, generalmente hombres valientes y con iniciativa. El vocablo pasó a los italianos, quienes le dieron el sentido de algo vivo, lleno de energía, incluso caprichoso. Ahí comienza a bifurcarse el significado: los franceses copian la palabra a los italianos y de lo caprichoso, vigoroso e indomable, pasan a lo impredecible, estrafalario, fachoso, ridículo. Bizarro comienza a ser sinónimo de “raro”.
Del francés pasa al inglés, entonces, ya con fuerte carga negativa, mientras que los vascos habían contagiado a los hablantes del español estas palabras, “bizarro” y “bizarría”, para designar a los temerarios, los valientes, los de alma ancha, los sacrificados.
Como si esta desviación de significado no fuera suficiente para dividir a anglófonos e hispanoparlantes, en 1958 el guionista de cómics Otto Binder muestra al mundo, desde la cultura estadounidense, a una copia imperfecta de Supermán llamada Bizarro, villano que en cada historia se la pasa lamentando el personificar lo burdo.
Así que no se preocupe: cuando el poeta jerezano Ramón López Velarde escribió que la ciudad Zacatecas es “la bizarra capital de mi estado”, de ningún modo la ofendía: más bien la exaltaba por valerosa. No deje usted que los que hablan inglés le hagan pensar mal de los nuestros y de lo nuestro.
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