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viernes, 26 abril, 2024
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Pasada la fiebre…

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL • admin-zenda • Admin •

La coyuntura de los últimos tiempos, que incluye la realización de una elección extraordinaria, deja como saldo zigzagueos de los actores políticos hacia uno y otro lado de sus posiciones acostumbradas.

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Morena, un partido político que ha llamado a la lucha a través de la vía pacífica, y dentro de ella ha enfatizado siempre la opción electoral, esta vez se declaró en huelga y no lanzó candidato alguno por la presidencia municipal de Zacatecas.

El Partido del Trabajo (PT) que al menos en términos locales había sido renuente a aliarse al Partido Acción Nacional (PAN) esta vez apoyó una planilla que encabezaba Guadalupe Medina, una panista arquetípica.

El PAN por su parte aceptó en su planilla a figuras del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y del PT que poco se relacionan con las ideas de los blanquiazules.

De la misma manera, algunos integrantes del grupo que en esta elección se hizo llamar Cabildo Ciudadano que sostienen el tradicional discurso antipartidista que manejan los candidatos independientes, habían llamado anteriormente a no votar, o habían militado en partidos políticos.

A ello habrá que sumar las posiciones diversas que tuvieron durante los últimos meses, pues inicialmente proponían que todos los partidos lanzaran una planilla única integrada por un grupo de ‘notables’, luego llamaron a que se quedara el Concejo ciudadano que actualmente está en funciones, que se cancelara la convocatoria a la elección, y finalmente se registraron para participar en la misma, gracias a la decisión de los tribunales en la materia.

Las posiciones de todos estos actores, que pudieran considerarse encontradas con las que han sostenido en otros momentos políticos, pueden parecer incongruentes a los ojos simplistas, y quizá en alguna medida lo sean. Lo cierto es que obedecen a los objetivos, proyectos y prioridades de cada una de las fuerzas mencionadas, y si bien puede estarse de acuerdo o no con ellas, lo que no puede pasarse por alto es que la actividad política es así, exige siempre el juego y la priorización entre las tácticas y las estrategias, entre lo local y lo nacional, entre la coyuntura y el escenario a futuro.

Solo en ese contexto pueden juzgarse las decisiones que cada uno de los actores tomó, y tomárseles como acertadas o fallidas.

En el caso de Judit Guerrero, candidata del Partido Revolucionario Institucional (PRI), tendríamos que hablar de decisiones institucionales, más que individuales, pues fue notoria la incomodidad que le causó hacer la campaña la primera vez, y peor aún hacerla la segunda. ¿Qué buscaba el PRI con enviar a la contienda por segunda vez a quien ya perdió en la primera? Pese a que las principales críticas contra la candidata se concentraban en pertenecer al mismo partido que el expresidente municipal, ¿por qué mantenerlo cerca y hacer que éste acompañara a la candidata tanto en el debate como en la emisión de su voto?

Morena por su parte, con su ausencia trató de restarle legitimidad a una elección cuya versión ordinaria había ganado. Cierto que esto en términos tácticos podría ser discutible, pues esto los dejó fuera de toda regiduría y les llevó a discusiones internas de quienes con ansia novillera querían participar a pesar de que el financiamiento sería sólo de 16 mil pesos, frente a los 400 mil que tendría Guerrero, y que la candidata con la que habían ganado no tenía posibilidad legal de participar.

Sin embargo, la posición de este partido estaba pensada a largo plazo, como una manera de evitar la convalidación de una estrategia que podría aplicarse en la elección presidencial del 2018. Si la decisión fue afortunada o no, tocará a su militancia y a sus simpatizantes decidirlo.

El PAN parece cada vez más resignado a tener un papel testimonial en el municipio, pues luego de haber gobernado la capital, ahora admitió tener sólo una representante en la planilla que apoyaba a la alcaldía. Si bien era la más importante, la de presidente municipal y en caso de derrota la primera regiduría plurinominal, no hubo empacho en ceder las otras posiciones.

Se impuso el factor coyuntural, el presente, el no dejar ir la oportunidad, de ganar la alcaldía ante el hueco que estaba dejando quien había ganado en la elección ordinaria, aunque eso significara ceder territorio frente a los partidos de izquierda.

Al PRD y el PT, interesados por mantener modestos espacios en el ayuntamiento, tampoco les importó hacer la alianza del agua y el aceite con el partido que más radicalmente se opone a muchos de sus planteamientos. Es la lucha por la sobrevivencia, sin más expectativa espacial o temporal que la elección extraordinaria de la capital.

Con respecto a los independientes, uno de los que participó en la votación ordinaria decidió ya no hacerlo, mientras que Marisela Arteaga y Rodolfo Rodríguez se mantuvieron en la contienda esperando quizá que esta vez sí pudieran conseguir el boleto a la regiduría que se les escapó en la vez anterior.

El proceso electoral casi termina, sólo resta esperar la aritmética que le da a cada cual lo que le corresponde en la integración del cabildo.

Comenzará un proceso de reubicación de las fuerzas políticas pues algunas de las que esta vez fueron aliadas, pronto se enfrentarán, y a inversa, algunas de las que se confrontaron pese a la afinidad de ideas y principios, pronto podrían coaligarse.

Sería bueno que a partir de ahora, superados algunos prejuicios, se tenga la grandeza de miras para hacer frente común contra ese pequeño grupo de poder que tiene décadas de gobernar a México a través del PRI, y en ocasiones del PAN.

Ahora que le apuestan al blanquiazul, es importante ser consciente de la necesidad de ese frente, pues para nadie es un secreto que la victoria de ese pequeño grupo que algunos llaman “mafia” no está en su fuerza, sino en la debilidad que provoca en el adversario a través de la división. ■

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