■ El Mirador de Heródoto
“La internacionalización pone de relieve la relación entre naciones, personas, culturas, instituciones y sistemas, mientras que la globalización subraya el concepto de flujo mundial de economía, ideas, cultura, etc. La diferencia entre el concepto de “flujo mundial” y la idea de “relación entre naciones” es a la vez asombrosa y profunda. Así, ambos conceptos están muy relacionados entre sí, pero a la vez son distintos. El debate sobre si la internacionalización de la educación superior es un catalizador, un reactor o un agente de la globalización sigue vigente.”
Jane Knight. Ontario Institute for Studies in Education,
Universidad de Toronto (2014
En los archivos de la UNAM, buscando fundamentos para la realización de un convenio internacional de colaboración, encontré este documento que me parece interesante por las aportaciones en el tema en comento: “La internacionalización de la educación”, escrito por Jane Knight – Profesora adjunta, Departamento de Liderazgo, Educación Superior y Educación de Adultos del Ontario Institute for Studies in Education (OISE), Universidad de Toronto. Los planteamientos que la autora hace en el análisis de lo que debe considerarse como internacionalización, ponen en evidencia los riesgos a que se exponen las instituciones si no se tienen claros los objetivos de hacia dónde se debe dirigir la educación, sobre todo la educación superior.
Expongo textual la disertación de la autora sobre los riesgos de la internacionalización no bien estudiada, a saber: “No hay ninguna receta ni un único conjunto de indicadores para una universidad internacionalizada. La internacionalización es un proceso de cambio diseñado a medida para satisfacer las necesidades y los intereses de cada entidad de educación superior. En consecuencia, no existe un modelo de internacionalización que se adapte a todos por igual. El hecho de adoptar una serie de objetivos y estrategias simplemente porque ‘están de moda’ o para que se adecuen a una ‘imagen de marca’ invalida la norma según la cual cada programa, institución o país debe decidir su manera de enfocar la internacionalización de acuerdo con su lógica interna, sus objetivos y su expectativa de resultados. Este planteamiento reconoce que el motor del proceso de internacionalización es la evaluación de las necesidades y prioridades de cada institución y que un enfoque ‘basado en fórmulas’ o que siga los dictados de una moda pasajera no es apropiado, ni beneficioso, ni sostenible”.
Volviendo a nuestro país, a nuestro estado, a nuestro entorno educativo, observamos la imperiosa necesidad repentina de internacionalizarse. Retomando el párrafo anterior haré las preguntas obligadas para considerar si la internacionalización está bien planteada: cuando pretendemos realizar un convenio de colaboración entre instituciones educativas, ¿el planteamiento reconoce al proceso de internacionalización como un indicador para la evaluación de las necesidades y prioridades de cada institución participante? ¿Se consideran los campos de la cultura, el arte y las humanidades como parte de la formación integral de los profesionales? ¿Se están considerando las necesidades de la sociedad como problemas de estudio para la construcción de los programas académicos y la formación de profesionales en su desenvolvimiento futuro? Si la respuesta es afirmativa, estamos en el camino correcto para establecer de forma conjunta los convenios de colaboración entre instituciones educativas.
Por otra parte, una corriente académica avalada por los organismos acreditadores de la educación superior, entre ellos la Red Internacional de Evaluación (RIEV), consideran que los programas, los grupos de profesionales, y los docentes mismos, al enfrentarse a sus pares en las mismas disciplinas que les son afines, con actividades de internacionalización, se están evaluando, porque están poniendo en evidencia sus conocimientos, su metodología y resultados sobre todo en las capacidades técnicas. El beneficio social de los profesionales egresados son puestos en la palestra internacional para ser observada y evaluada por el carácter internacional de quienes pertenecen a estas agrupaciones. Se manifiesta para su crítica el ser y la capacidad de hacer ante la observancia extranjera.
Concluyo con una reflexión del mismo documento de Jane Knight, “Tras décadas de intenso desarrollo, han aumentado el alcance, la escala y la importancia de la internacionalización. Con ello, no hay duda de que ha transformado el mundo de la educación superior, pero también ha experimentado cambios fundamentales. La cuestión clave es saber si los cambios han sido para mejor o para peor. Hace veinticinco años nadie habría podido imaginar que, en el 2014, la movilidad internacional de los estudiantes sería una cuestión capital, más relacionada con la captación de talento para la innovación nacional que con la posibilidad de ayudar a los países en desarrollo a mejorar sus capacidades humanas”.
Esas son las claves para la realización de un documento con fines de internacionalización: primero, promover que los convenios sirvan para mejorar la educación a través de los programas académicos, de la superación de los docentes y el mejoramiento de las instituciones; segundo, que los resultados coadyuven a resolver los problemas de las sociedades de los países en interrelación.
Bienvenidos los proyectos de internacionalización, bienvenida la globalización del mejoramiento académico y la superación de los recursos humanos encaminados hacia la solución de los problemas del mundo, al fortalecimiento del humanismo, la creatividad y el espíritu de superación. Bienvenido a Zacatecas, Dr. Camilo Duque Naranjo, de la Universidad EL Bosque, Colombia. ■
Así se observa el mundo desde El Mirador de Heródoto
*Presidente de la Relac
