En las últimas semanas se han desatado acontecimientos violentos que han impactado a la sociedad, al grado que el gobernador dio una conferencia de prensa para anunciar que no habrá desatención a los casos mencionados. Los casos se presentaron de tal manera que hicieron pensar en que se trataba de presión de los grupos criminales para obligar a ‘negociar’ al gobierno entrante. Se nota que nada de lo dicho hasta ahora por el anterior gobierno es cierto, y por el contrario, la debilidad institucional para reaccionar verdaderamente a estos eventos es manifiesta. La presencia de los comandos criminales en el territorio de Fresnillo y Guadalupe son focos rojos. Y deben de exponerse las estrategias de seguridad, pero sin la demagogia que hemos sufrido. Lo primero es reconocer públicamente que efectivamente hay un problema que preocupa a las autoridades, porque afirmar que las cosas van bien, pues evita que se actúe con efectividad. Por lo pronto eso ya se hizo. Pero falta que arranquen las acciones y no sean más de lo mismo: urge innovación.
Hablando de innovación, se pueden recuperar algunas de las experiencias que en su momento fueron de impacto positivo. Y saber que un cuerpo quemado requiere de medidas inmediatas que limpien y corten la piel, al mismo tiempo que de medidas para curar el cuerpo, como poner injertos de tejido y aplicar sustancias que fortalezcan el sistema inmunológico. Es decir, combinar lo inmediato y lo importante. Si sólo se corta el tejido quemado no basta. Es decir, las medidas militares son necesarias en caso de existencia de grupos con armas alto poder, pero se debe evitar que más jóvenes se recluten en esas asociaciones delictivas, ofreciéndoles oportunidades (curar el tejido). Pero que de verdad se atienda el problema: la angustia de las familias en los municipios de Fresnillo y Guadalupe se expresa en los rostros de los padres invadidos por la incertidumbre sobre la seguridad de sus hijos.
Se puede observar la experiencia de Tijuana, al menos antes de 2014 en que volvió a invadir el mal. La coordinación de la sociedad civil y el Ejército, el protagonismo de la iniciativa privada que se sacudió la indiferencia, las tácticas de inteligencia social a partir de denuncias anónimas paralelas en el Ejército y la prensa, la recuperación de confianza en la acción gubernamental, la creación de nuevos empleos en zonas consideradas especialmente difíciles, la división de cuadrantes y la intervención en lógica territorial, etcétera. Son experiencias que se pueden no adoptar mecánicamente, pero sí adaptar a la realidad propia del estado de Zacatecas. Además, de hacer uso de la inteligencia propia para diseñar formas innovadoras de enfrentar el problema. La base es que exista la determinación en las autoridades y la iniciativa que venza el miedo de la sociedad civil. La combinación de voluntad, inteligencia y fuerza, puede hacer la solución al estado actual de la pérdida de seguridad en el que vivimos.
