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jueves, 25 abril, 2024
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Descomposición institucional: tiempos obscuros y latencia del conflicto

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Por: La Jornada Zacatecas •

¿Qué pasa cuando el Estado olvida el interés público? No hay duda, convierten a las instituciones en agencias de imposición de unos intereses particulares sobre otros. Cuando a ciertos ciudadanos les cobran impuestos y a otros se los condonan, provocando escasez de recursos públicos necesarios para financiar servicios públicos elementales, con lo que la mayoría resulta afectada por la falta de pago de la poderosa minoría, es muy probable que el conflicto surja con fuerza. El conjunto de la economía se descompone porque una pequeñísima parte de ciudadanos con ventajas económicas atípicas, se niegan a dejar de tener dichas ventajas que consigue desde los gobiernos. Y toda la población sufre las consecuencias de esa situación injusta. Un sector de la población pone 46 por ciento de sus ingresos en impuestos: 30 por ingresos directos y 16 de forma indirecta a través de las compras que realiza. Y los grandes capitales nadan en ganancias estratosféricas sin contribuir para el gasto público. ¿Se puede mantener por mucho tiempo esa situación?

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Además, los encargados de hacer los repartos del gasto público (diputados) toman para sí cantidades obscenas para llevar una vida de nobles renacentistas, incluidos aquellos que dicen que representan a los pobres y marginados. Los órganos legislativos se convierten en carnavales de excesos: no vigilan para no ser vigilados y no hay forma de que sean sancionados por las desproporciones mostradas. ¿Ante quién rinden cuentas de su irresponsabilidad? Es el efecto equivalente del hombre invisible: cundo nadie los ve (los vigila), hacen lo inimaginable.

En el caso de los actos de corrupción de los gobernantes, sobre todo cuando saben muy bien cómo evadir las formas de comprobación de los delitos en que incurren, como pedir y repartir el botín en efectivo, hacer que las facturas las ponga completas el ciudadano o empresario extorsionado y generar componendas con los poderes de equilibrio; generan una sensación de impotencia en la ciudadanía que sabe de los secretos que todos gritan, pero en los que es muy difícil que la gente común pueda hacer algo y parece imposible que las procuradurías de justicia hagan su trabajo. Es sentimiento de impotencia conduce al cinismo ciudadano que se adapta a dicha situación y estimula la espiral de la corrupción; pero también conduce al latido del conflicto producto del hartazgo.

Todo lo dicho hasta ahora expresa la descomposición institucional en la que nos encontramos: gobiernos que no gobiernan, sino que hacen negocios privados. La espiral de descomposición llega a la sociedad que, en reflejo, también exhibirá formas de desintegración que carcome las bases de la convivencia pacífica. Este proceso desintegrador está avanzado, lo cual explica algunos de nuestros males de seguridad. Y la mayoría de la clase política sigue comportándose como piratas detrás del botín, sólo que con traje (sastre) y zapatos de charol. Los efectos de esta realidad se expresan en la economía destruida, la seguridad  devastada, la salud y la educación desprotegidas. ¿Y los ciudadanos? Viviendo como espectadores en la sociedad del espectáculo. Vivimos tiempos obscuros y latencia del conflicto.

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