La Gualdra 260 / Río de palabras
Llegaste tarde. Te estuve esperando mucho tiempo, me refiero no sólo a unos minutos o un cuarto de hora; más bien fueron casi tres horas las que te estuve esperando. Ahí nada más viendo los cientos de personas que pasaban o subían y bajaban de los autobuses. Durante ese tiempo, no te miento, pero se detuvieron no cinco ni diez, sino veinte tres autobuses atiborrados; y yo con los ojos bien pelones buscando verte entre la gente, esperando ver si bajabas. En todo el rato que estuve ahí me comí un pan y una nieve. Hasta una bolsa de semillas completa, si no me crees puedes ir a ver las cáscaras tiradas ahí afuera de la zapatería en donde te estuve esperando, aunque a lo mejor ya las barrieron o el aire las dispersó como mis esperanzas. Y es que te estuve esperando, ya te lo dije. Tenía ya pensado lo que haríamos para nuestro encuentro: caminaríamos un poco, tal vez tomaríamos un taxi para ir al cine, a cenar o tomar algo… pero ni modo. Llegaste tarde, ya me dijiste, no era tu intención plantarme; pero fue mucho tiempo y eso me dio miedo, preferí marcharme antes de quedarme ahí plantado, sin poder cortarme las raíces.
