La Gualdra 260 / Río de palabras
¡Ay, no! No me diga eso. ¡No! ¿Cómo va a ser posible? Si los conozco de toda la vida. Fuimos juntos a la escuela… En el recreo comprábamos perones, membrillos o naranjas con chile piquín molido con sal y limón. Jugábamos en las tardes después de que salíamos de la escuela… Sí… Al resorte… Al bote pateado… Al bebeleche… A brincar la cuerda… Sí, el mecate era bien largo… A mí me gustaba oír cuando la cuerda rozaba el piso de cemento del patio de la escuela. Cerraba los ojos y escuchaba atenta… y luego entraba. Los abría cuando ya estaba saltando. A la matatena… ¡Ay, no! Por el mismo tiempo anduvimos de novios. Íbamos a los mismos cafés y neverías. Paseos y serenatas y, casi casi nos casamos al mismo tiempo… Ora verá… nosotros nos casamos en abril… A mediados de mes… Y ellos en mayo… El día de María Auxiliadora… El meritito veinticuatro… Nuestros maridos eran amigos de toda la vida… Se juntaban los miércoles a jugar dominó… De vez en cuando salíamos con ellos de día de campo en los domingos soleados… ¡Ay, no! ¡Bendito dios! Y nosotros sin saber nada… Tan quitados de la pena… Pero cómo nos íbamos a imaginar eso… ¡Ay, no! Si hasta somos compadres… y por partida doble. Ellos nos bautizaron a la Enedina, y nosotros al Pepetoño. ¡Ay, no! Si le digo que somos familia… ¿O qué no? ¿Cuándo dice que se fueron? ¡Ay, no!
