14.8 C
Zacatecas
viernes, 26 abril, 2024
spot_img

La nueva doctrina Obama

Más Leídas

- Publicidad -

Por: DANIEL SALAZAR M. •

El acuerdo transpacífico

- Publicidad -

Durante los últimos cinco años, Estados Unidos ha venido promoviendo en secreto  un pacto comercial con 12 naciones del Pacífico. El acuerdo se propone reducir las barreras arancelarias, pero su principal objetivo es el de recuperar la hegemonía mundial perdida.

Pero su presidente rompió el silencio: “no dejaremos que países como China, escriban las reglas de la economía global… somos nosotros quienes debemos escribir esas reglas para abrir nuevos mercados a los productos estadunidenses…”.

En México, los trabajadores aún no se reponen de las secuelas del TLC, cuando empiezan a enterarse de que serán parte de un nuevo “acuerdo comercial”. Un pacto que no fue notificado a los “poderes de la unión” ni tampoco a la población mexicana, pero que el presidente ya lo celebra calificándolo de “vanguardia”.

Peña Nieto sostiene que una vez entrado en vigor, las exportaciones nacionales crecerán en 150 mil millones de dólares durante los primeros cinco años, en tanto que su Secretario de Economía asegura que “es una oportunidad que se abre para el sector productivo básicamente en seis mercados de Asia-Pacífico”  (Australia, Brunei, Malasia, Nueva Zelandia, Singapur y Vietnam), región que, según esto, tendrá el mayor crecimiento económico en el mundo durante los próximos 25 años.

Pero el ATP no ha sido diseñado para ayudar a que México y otros países desplieguen su economía. Su propósito, ya se dijo, es aumentar la influencia estadunidense en Asia y neutralizar el poderío chino. “Asia para los americanos”, pareciera ser entonces la nueva doctrina Obama.

Si el ambicioso Acuerdo de Asociación Transpacífico (ATP) que se propone estimular el comercio entre Estados Unidos, Canadá, México, Chile, Perú, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam se consolida, se convertiría en “el más trascendente legado del presidente Obama” en tanto que se piensa que su influencia logrará tener efectos sobre el 40 por ciento de la economía mundial,

Este nuevo acuerdo es, en alguna forma, continuación de la Doctrina Monroe (1823) sintetizada en la frase “América para los americanos” que establecía que “cualquier intervención de Europa en nuestro continente sería vista como un acto de agresión por lo que se requeriría la intervención de EU”. Hoy sabemos que más bien se trató de una política de Estado pensando en que América fuera para los Estados Unidos. Y lo mismo de “el Corolario Roosevelt” (1904), que el presidente Theodore Roosevelt emitiera y en el que se establecía que “si algún país de América amenazaba o ponía en peligro los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses, el gobierno estadounidense estaba obligado a intervenir en los asuntos de ese país para “reordenarlo”, restableciendo los derechos y el patrimonio de su ciudadanía y sus empresas…”. Desde entonces, EU pareció tener carta abierta para intervenir militarmente, no solamente en América Latina,  sino como hemos podido ver, al mundo entero.

La zona económica que componen las naciones del ATP, está muy distante de ser lo libre y justa que aseguran sus promotores. Está limitada, si no es que impedida, por el desarrollo desigual entre los países integrantes. Más bien se trata, como el mismo Obama lo reconoció, de la consolidación de los intereses  estadounidenses en la disputa por la hegemonía mundial frente al poder asiático chino y su principal aliado, Rusia.

El gobierno mexicano no ve, o más bien oculta, que siendo parte del Acuerdo Transpacífico –más allá de la eventual prioridad de los mercados– está asumiendo de facto una posición política al formar parte del bloque con EU cuya rivalidad con China –que no es solamente comercial— acrecienta la pugna entre los países poniendo en riesgo la paz del mundo. Analistas y expertos advierten ya de la posibilidad de una conflagración cuyos principales actores serían precisamente estas naciones.

El desencadenamiento de una tercera guerra mundial no está descartado, pero este asunto merece una discusión especial en tanto que el futuro de la humanidad está en  el fondo del problema. Diremos mientras tanto, que existen fuertes signos de alarma y que el nuevo ATP, a pesar de su careta desarrollista, se encamina por la creación de un polo de naciones que giren en torno a EU.

Quiero pensar que nadie desearía despertar un día de éstos con la noticia de que en el Océano Pacífico (vaya ironía) hubiesen iniciado ya las hostilidades. ¿Pero qué decir si Washington –junto a la iniciativa ATP– continúa fabricando armamentos cada vez más sofisticados y efectivos, mientras China construye buques y aviones de guerra…?

De ser aprobado por los parlamentos de los 12 países firmantes, el ATP de la nueva doctrina Obama –como en su momento la Monroe o el Corolario Roosevelt– será la pieza fundamental de la política exterior de EU durante los próximos años. Los trabajadores de mundo, la humanidad entera, deberán poner todo su empeño para defender sus conquistas y prevenir y evitar una conflagración en la que, a diferencia de las dos primeras guerras mundiales, ésta no tendría vencedores. En el drama de la guerra, no existe nacionalidad ni chovinismo que valga. ■

 

Fuentes: Time y La Jornada    /   [email protected]

 

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -