¿Por qué la democracia es impensable sin el derecho a la información? ¿Cuál es la relación entre comunicación y poder? La democracia implica que la autoridad de las élites depende del poder del pueblo, y por tanto en ella se establece un control social en la relación mando-obediencia, y la posibilidad de determinar la orientación de la política general del Estado. Pues bien, con la información se genera una narrativa de los acontecimientos de tal manera que queda configurada la voluntad colectiva en torno a los asuntos públicos. En este sentido, Castells dice que “los medios no son el cuarto poder, sino que son el espacio donde se crea el poder”. Se crea la posibilidad de actuar juntos y la formación de la voluntad general. Así las cosas, cuando las élites obstaculizan el derecho a la información lo que están haciendo realmente es quitarle el poder al pueblo. El control despótico de la información equivale a destruir la democracia y sustituirla por una versión simulada de la misma, porque se corta el acceso del pueblo a una fuente esencial de su poder. Todo vendaval autoritario es una forma de tiranía donde las élites que arrebatan el poder controlan el contenido de las noticias cotidianas. Silenciar las voces que transparentan su operación. Ninguna tiranía puede sobrevivir demasiado tiempo si no es en la oscuridad o el silencio sobre sus actos ilegítimos. Así como los nazis mantenían en la secrecía los campos de concentración, los círculos de interés político deben mantener en la penumbra de la mirada pública sus conflictos de interés, la apropiación de la riqueza común y los convenios de infame naturaleza. La publicidad de estos asuntos equivale a la pérdida de legitimidad de los gobernantes, es decir, la merma de su autoridad.
Los diagnósticos existentes sobre la libertad y derecho de información, prueban que los déficit en este tema son mayúsculos. Las televisoras fuertemente controladas administran la información para ocultar lo importante o convertirlo en entretenimiento: eliminar el significado de los acontecimientos. Y como cerca de 70 por ciento de la población se informa por estos medios, hace que las vías más libres, como el propio Internet, tengan un impacto social y político menor. Y las acciones para controlar a los medios, van desde condicionar financieramente su sobrevivencia, hasta hostigar abiertamente a los productores directos de noticias: los periodistas. Los casos son muchos y variados, desde amenazas hasta francos abusos de autoridad. Controlar medios y someter periodistas son formas de la autocracia para mantener el mando. La información convertida en formación de ciudadanía es la mejor forma de gestión democrática; contra ella es la información transformada en trivialización noticiosa, generadora de rebaños oprimidos. A través de la política mediática, nos dice nuevamente Castells, los gobiernos “influyen las mentes”. La lucha por el derecho auténtico a la información ilustrada, es la disputa por la democracia y por la libertad.
