La profesionalización del servicio público (PSP), en cualquiera de sus ámbitos, se entiende como la gestión de los recursos humanos sustentados en el mérito, la igualdad de oportunidades, la calidad y la competencia profesional. Desde hace más de 11 años, se tiene el objetivo de implementar este modelo de gestión en todo México. ¿Y por qué es tan importante y necesaria la profesionalización del servicio público? En primer lugar, porque evita el clásico “sistema de botín”: al nombrar directamente el personal, actúan como dueños de espacios públicos desde intereses políticos parciales. Por ello, la PSP sirve para conservar el carácter público de esos espacios. Además, es bastante útil para lograr las metas de la eficacia y la eficiencia en el servicio que se presta, amén de la estabilidad que otorga a las propias instituciones.
La eficacia es producto del personal que tiene experiencia y capacidad probada, lo cual reduce la incertidumbre en la regularidad de la operación de los procesos al interior de los espacios de trabajo. Desde el 2003 se aceptó como un compromiso para elevar la calidad de los órganos legislativos y los tres órganos de gobierno, y de hecho, los equipos de estudios legislativos de San Lázaro y el Instituto Belisario Domínguez del Senado, ya han regulado sus ingresos con convocatorias y exámenes de personal que demuestra competencia profesional. Por tanto, los responsables de la Legislatura local saben perfectamente qué debe hacerse, hay personajes que incluso han repetido espacios y conocen con detalle el funcionamiento de la misma, pero no hacen nada para corregir el caos. La pregunta es, ¿por qué, sabiendo lo que se debe hacer, no realizan las acciones concretas para corregir las irregularidades? En otras palabras: ¿Por qué no inician el proceso para de establecer un sistema de profesionalización de servicio público en la legislatura local? Pues como la ignorancia no es la causa de la negativa, ni la incompetencia, emerge la causa con claridad: la prioridad de las diversas fracciones parlamentarias en hacer un manejo arbitrario, parcial y hasta patrimonial del espacio de la legislatura. Es decir, se revela la ausencia de convicciones democráticas en la mayoría de los partidos políticos. Demuestran ser grupos de interés a la caza de ventajas absolutas (sólo observemos las fermentadas herencias del panista Osvaldo Contreras). Y a pasar de que la profesionalización del servicio público es algo que debe establecerse en todos los ámbitos del Estado (de manera enfática en los municipios), en la legislatura es especialmente grave su omisión porque es un órgano de vigilancia y el órgano regulador por excelencia en la entidad. Órgano regulador no-regulado. Una institución auto-contradictoria se hace acreedora de incredulidad; es como encontrarse con un nutriólogo obeso y con un refresco de cola en la mano, mientras declara que lo más importante es una adecuada alimentación: nadie cree en él. Así están los partidos políticos: escuchamos balidos de ovejas en un corral lleno de lobos.
