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jueves, 25 abril, 2024
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Seguridad y soberanía alimentaria versus gobiernos neoliberales

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

No sólo el neoliberalismo, como una expresión cruda del capitalismo, sino el capitalismo mismo, se fundamenta en una mirada original pervertida: su propósito no es producir cosas para satisfacer necesidades (los así llamados desde Aristóteles, valores de uso), sino de producir cosas para ser vendidas en el mercado y obtener ganancias (valores de cambio). Lo importante en el capitalismo es la producción de cosas que no tienen como primer objetivo la satisfacción de necesidades humanas. Y eso está en la esencia misma de este sistema económico: la producción de valores de cambio. Así las cosas, para sacarle al campo lo más importante que existe para que un ser humano pueda sobrevivir, como son los alimentos, no se hace con el plan de cubrir las necesidades alimentarias de un territorio, sino con una finalidad distinta.

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En el caso de los alimentos eso es especialmente grave, porque afecta directamente la capacidad de ingesta de la población. Por ello, tenemos una serie de perversiones en el límite del colmo: personas que trabajan duro y dejan su vida en los surcos, ¡y no tienen para comer! Y esa situación no es de poca gente: el 70 por ciento de la población que vive en pobreza alimentaria en el mundo habita en el campo. En otras palabras: 7 de cada 10 pobres alimentarios viven donde se producen los alimentos. Esa contradicción que raya en el hambriento absurdo es efecto directo de la esencia del capitalismo. Pues bien, con el avance del neoliberalismo la situación se puso peor, porque el Estado mexicano abandonó a los campesinos: se dedicó a apoyar al 15 por ciento de los productores agrícolas, los cuales tienen la capacidad de exportar; a otro 35 por ciento los impulsa con algunas condiciones para “modernizarlos”; y al restante 50 por ciento lo ataca: hace lo posible para que se ahoguen económicamente y vendan la tierra a los “modernos”. En suma, tenemos una alta productividad de alimentos destinada al mercado externo, i.e. destinada a personas que viven en otros países, mientras en nuestro territorio hay 24 por ciento de niños con hambre.

Técnicamente se puede producir alimentos con enfoques no sólo de seguridad alimentaria, sino de soberanía alimentaria, pero se requieren esquemas diferentes a los capitalistas. En otras palabras: la soberanía alimentaria requiere esquemas económicos postcapitalistas. Por ejemplo, los llamados Sistemas Agroalimentarios Localizados (SIAL), ahí donde se han ensayado han dado muestras de ser altamente exitosos, pero no para hacer nuevos millonarios, sino en un objetivo humano de esta actividad: satisfacer las necesidades alimentarias de la población a la que van dirigidos. Los SIAL parten de la noción de Territorio, y con ello, cultiva el sentido de pertenencia y el rescate de los saberes locales, implementa una sustentabilidad patrimonial y basa el sistema de producción en asociaciones y redes organizacionales solidarias. Es decir, hay soluciones para la seguridad y soberanía alimentaria, la pregunta es, ¿por qué los gobiernos no los impulsan?

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