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viernes, 26 abril, 2024
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La lucha por la justicia nos implica a construir un mundo común

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Por: RICARDO BERMEO •

Había reservado esteespacio para un comunicado de prensa, leído y entregado a la prensa,  con motivo del  Día internacional de las desapariciones forzadas, exponiendo el objetivo central de esa acción: la necesidad de abrir un puente,  entre las organizaciones de la sociedad  civil, y la Procuraduría General de Justicia del Estado de Zacatecas (y, también con la PGR). Motivo por el que privilegiamos  dos casos, (toda la información se puede ver en el Facebook de Zacatecanos por la Paz.) Pero, un evento no previsto, ha cambiado esa idea inicial.

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Por ello, me gustaría entrelazar rápidamente, ese tema (las personas desaparecidas), con un evento sobre la Pastoral Migrante, que ha terminado este sábado, evento de una riqueza inagotable, (no puedo sustraerme a la influencia notable que ha ejercido sobre mí) de ahí, mi atrevimiento, para entrecruzar, a vuela pluma, ambas cuestiones.

Asistir al encuentro de la pastoral migrante, en el Obispado de Zacatecas, y, ser tocado –de nuevo-  por la problemática vivida por los migrantes,  no sólo aquellas personas -y familias- que se marchan de México, sino  también por personas y familias de otras nacionalidades, principalmente centroamericanos, que viven ese viaje como una “travesía por el infierno” a bordo de “la bestia”, y, también, las de aquellos otros que están siendo masivamente deportados, entre ellos, zacatecanos y zacatecanas.  Se trata, como sabemos, de una realidad compleja, y también  en innumerables ocasiones, terrible, la vivida  por los migrantes (incluyendo a los niños, que se han vuelto, tan visibles, en los últimos meses). Ese universo ha sido presentada desde la experiencia viva de la Pastoral migrante, por  los diversos ponentes,  reflejando los más altos valores humanos, encarnados, entre otras obras, en las casas de los migrantes, un mosaico de diversos modelos surgidos de  las prácticas del compromiso católico con los que sufren sistemáticamente las injusticias humanas.

Se trata de dos problemáticas,  el de las personas desaparecidas por la violencia del crimen organizado, y/o por violaciones a los derechos humanos, y el de la experiencia de las personas migrantes, que tienen raíces comunes, las mismas -o muy próximas- causas, sintetizadas con la expresión de “economía de la muerte”,  y, más allá,  sufrimientos originados por el imaginario social dominante  –triunfo brutal del capitalismo financiero, (neoliberalismo,  acumulación por desposesión, etc.),-.  Imaginario que, finalmente,  forma e informa una parte de la historia en curso, aquella tejida desde el capital, entendido como modo de poder. Afortunadamente, en el encuentro, de ahí su extraordinaria riqueza, en la parte central de las narrativas escuchadas durante el encuentro de la pastoral migrante, estaban como ideas-fuerza, las significaciones propias del otro polo, antinómico al dominante,  el de un imaginario social crítico, lleno de esperanza, de resiliencia democrática, transminando, por así decirlo, desde una misma fuente, la de un compromiso religioso auténtico.

Aquí, solamente plantearé algunas preguntas, entre tantas otras, que surgieron  en el encuentro, sobre las que valdría la pena volver -una y otra vez-, una interrogación abierta sobre la responsabilidad, de todos y de todas, desde la sociedad que somos, (no la del Estado, ni la del “mercado”, que ciertamente son fundamentales),  podemos problematizarla -quizás- así:  ¿Cómo ser  parte de una  “sociedad”, cuya manera de relacionarse con las personas desaparecidas -y con las familias-víctimas- (muchas de ellas migrantes), se encuentra regida por la negación, “no sabía nada”,  o por la racionalización… “en algo andarían”, justificando la indiferencia?  ¿Cómo podríamos elucidar “lo siniestro”, venciendo la aversión que nos causa; hacerle frente, y emprender un camino de resiliencia democrática, capaz de darle la vuelta a la “locura de estas guerras”, a la “economía de la muerte”?

Finalmente, del comunicado de prensa, al que hacía referencia al inicio, sobre el Día internacional de las personas desaparecidas, nuestro objetivo central: tender un puente entre organizaciones de la sociedad civil y la  PGJEZ. Siguiendo el modelo de CADHAC, quienes han logrado reunirse periódicamente con la Procuraduría de Justicia del Estado de Nuevo León (el 15 de agosto pasado fue la reunión #19). Donde se da seguimiento -conjunto- a cada uno de los casos de desapariciones, se revisan las acciones y los avances que se han ido logrando, con la participación de los propios familiares de las víctimas. La idea es contribuir a mejorar substancialmente la justiciabilidad para las familias- víctimas…avanzar, para que la verdad, la justicia y la reparación integral, sean derechos efectivos de quienes ahora viven ese casi indecible dolor.”

Para concluir: luchar para lograr que impere la justicia, vencer a la “indiferencia”, haciéndonos cargo de nuestra responsabilidad como comunidad: dejar de ser solamente  espectadores. Tales son, para mí,  parte de los desafíos de ambos encuentros, el lazo –indisociable- que los une. No hay culpables únicos, son asuntos que afectan nuestras vidas, sólo asumiéndolos podremos construir un mundo común.

 

Ver: https://www.facebook.com/coordinadorazacatecana.caravananacional/posts/679880278773707

 

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