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viernes, 26 abril, 2024
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Presenta Nicolás Echavarría la cinta Ecos de la montaña, en la entidad

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Por: ALMA RÍOS • Araceli Rodarte • Admin •

■ El documental recupera la cosmogonía indígena wixárica que tanto le ha cautivado, afirma

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■ Después de convivir 40 años con indígenas, dice, algunos grupos étinicos “han cambiado”

Nicolás Echavarría estuvo recientemente en Zacatecas para presentar su película Ecos de la montaña, grabada parcialmente en la capital del estado y en la que recupera nuevamente la cosmogonía indígena wixárica que tanto le ha cautivado. Esta vez, mediante el seguimiento que hace al proceso de realización de una obra del artista huichol Santos de la Torre, que entre otros elementos documenta sus travesías para pedir permiso a sus dioses a fin de ser representados en un mural.

El realizador nayarita forma parte de la camada de cineastas que originaron el llamado Nuevo Cine Mexicano, luego de la apertura sindical que se dio en este gremio en los años 90.

Su película Cabeza de Vaca, quizás la más famosa de su filmografía, se integra a modo de referente entre otros títulos como Danzón, de María Novaro; Amor a la vuelta de la esquina, de Alberto Cortés, y Como agua para chocolate, de Sergio Arau, de las que dice, gozaron de gran aceptación entre el público mexicano y algunas trascendieron internacionalmente como la que él mismo dirigió.

Echavarría se dejó seducir como otros intelectuales y millones de lectores en el mundo por la obra de Carlos Castaneda de la que derivó su interés en el acceso de las culturas originarias de México al conocimiento trascendente mediante rituales y estados de conciencia alterados por el uso de plantas psicotrópicas.

De esta pasión como cataloga su interés, surge su primer documental realizado entre 1974 y 75, La peregrinación del peyote entre los huicholes y posteriormente María Sabina, mujer espíritu, donde recupera el personaje mítico de la sacerdotisa mazateca depositaria de la tradición del uso de hongos alucinógenos.

“Después de María Sabina hice Tesguinada (Semana Santa Tarahumara), Poetas campesinos, Niño Fidencio”, lo que lo convirtió en pionero en el país del cine documental indígena, pues señala, hasta ese momento el tratamiento que se había dado a estas culturas en el cine mexicano a través de la ficción eran adaptaciones de obras literarias de Bruno Traven y Francisco Rojas González.

Arquitecto, luego músico, esta última vocación se hizo evidente en el trabajo que para la Universidad de Columbia en Nueva York y la BBC de Londres realizó sobre los orígenes de la música popular estadunidense.

En respuesta a su lectura del indigenismo hoy, luego de que durante 40 años ha documentado el tema viviendo y conviviendo con coras, yaquis, huicholes, mazatecos, tarahumaras, entre otros grupos étnicos, dice “ha cambiado mucho”. Algunos como los huicholes “han podido sobrevivir siendo ellos mismos: con un pie en su cultura y otro en el mundo moderno”.

Actualmente los wixáricas viajan, viven de la artesanía que producen, han aprendido otros idiomas y aun se han graduado de universidades. Pero no todos han tenido la misma suerte. Al respecto, precisa la catalogación de un grupo indígena luego del mestizaje mediante su lengua, su idioma.

“Cuando desaparece un lenguaje desaparece un grupo indígena que es una lástima…y cada vez desaparecen más”. Las modificaciones también se expresan en la manera en que se da continuidad a las tradiciones, comenta el caso de la peregrinación a Wirikuta en el desierto de San Luis Potosí.

Su experiencia en los 70 fue caminar como hacían los huicholes desde la sierra nayarita hasta San Luis Potosí durante 30 días, mitad de ida, mitad de regreso. “Ahora ya toman vehículos por la facilidad y lo práctico de llegar más pronto, aunque realmente ese no es el propósito de la peregrinación…”.

La andanza anual es un medio, dice, para meditar, hacer toma de conciencia de la propia vida en el camino, dejando atrás familia, sexo, comida y observando dietas rigurosas, para al final, probar el peyote “que es el momento culminante”.

El ayer y el hoy se entrelazan nuevamente enfrentándose cuando habla de la amenaza que significa para la región considerada sagrada por los huicholes, la instalación de la industria extractivista minera.

“Es un desastre no solamente para los que no creen en los lugares sagrados o la importancia de la celebración ritual del mundo indígena (…) Les debe interesar la ecología porque es una de las reservas de cactus más importantes de la Tierra, entonces colocar unas minas ahí es un crimen terrible”.

Después de retratar casi durante medio siglo estas cosmogonías, divide la respuesta a la pregunta de qué es el progreso, entre quienes creen que es “una invención que nos lleva al precipicio” y los que piensan que “el porvenir es mucho mejor que lo que está atrás”.

Ante la disyuntiva planteada en tercera persona, Nicolás Echavarría finalmente expresa su personal duda acerca de que los avances científicos y tecnológicos solucionen la vida humana y adelanta, vendrá una crisis tremenda “porque estamos descuidando el planeta de una forma muy irresponsable”. Luego  que esto suceda, expone con un dejo de pesimismo: “quizá vamos a cambiar”.

 

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