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viernes, 26 abril, 2024
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Subjetivaciones rockeras / ‘The wall’, de Pink Floyd: La vigencia de un disco

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Por: FEDERICO PRIAPO CHEW ARAIZA •

Pink Floyd 2

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Cuando me invitaron a redactar este texto y me platicaron la intención del mismo, lo primero que tuve fue una sensación de halago por haberme considerado, instantes después me apresuré a pensar qué tipo de agrupación o propuesta musical haría, y consideré, en un primer momento, recomendar a la prestigiosa agrupación italiana New Trolls, tal vez creyendo en que quizá su concepto estético podría resultar interesante a los docentes y digno de compartirse a sus pupilos; créame que fue un arranque de buena fe, pero al pasar los días, la idea dio vueltas en mi cabeza y la almohada por fin me dio la respuesta: Mi participación debía versar, por diversas razones, en el disco The wall, de la agrupación británica Pink Floyd, y desde luego, en su película.

En primer término, lo que me llevó a optar por esta producción discográfica de 1979 y la película homónima para la que fue banda sonora en 1982 fue que de entre los temas que se abordan, está el de la educación y uno de sus dilemas principales desde finales de la pasada década de los 60, cuando cientos de jóvenes y algunos profesores, entonces de vanguardia, exigieron que se derrumbaran los esquemas educativos que por siglos se habían aplicado en las aulas, y que ponían toda la autoridad, muchas de las veces castrante, en los maestros. De hecho, la película nos deja ver en uno de sus pasajes cómo el maestro descubre a un alumno escribiendo poesía, y aquél, en un tono por demás burlesco, lo exhibe delante de sus compañeros, poniéndolo como objeto de burla. No obstante, en su casa, este profesor era objeto de las mismas humillaciones por parte de su esposa, es decir, completaba en el aula el círculo vicioso, desquitando sus frustraciones en los alumnos.

El protagonista de la película, el niño exhibido que mencioné líneas arriba, huérfano de padre y sobreprotegido por su madre -por lo tanto, inseguro de sí-, es mostrado más adelante en su etapa adulta con una actitud hostil para el mundo, lleno de amarguras y resentimientos, especialmente hacia su madre y contra aquel profesor represor; el personaje, después de haber intentado sus últimos vuelos creativos, se transformó en todo aquello contra lo que anteriormente peleó, reproduciendo los vicios de conducta que él mismo padeció, es decir, se convirtió, a fin de cuentas, en un ladrillo más en la pared, en otro engrane de la despersonalizada e insensible maquinaria que dinamiza la sociedad. Sin embargo, la vida le brinda una oportunidad, y ya durante una edad avanzada, el hombre logra derribar los gruesos muros construidos con las duras baldosas que son los prejuicios y los estereotipos, que, como parte de una comunidad, debemos seguir y adoptar para sentirnos parte de ella, para evitar vernos excluidos, marginados, ignorados. Nuestro protagonista reconoce que detrás de aquellas paredes que nos impiden ver más allá, se encuentra la verdadera libertad, aquélla de la que nos habló Baruch Spinoza, que es la que viene de nuestro interior, aunque afuera el mundo nos tilde de locos.

El disco es un proyecto conceptual que nos deja escuchar la calidad de ejecución de una banda icónica, de culto. Las interpretaciones son impecables y su estilo nos lleva del progresivo más refinado a lo más abismal del sicodélico. Esta producción se convirtió, casi de inmediato, en una de las joyas indiscutibles del rock, aunque para muchos conocedores del género musical y de la agrupación, no es su mejor obra discográfica, aunque sí una de las mejor logradas. La propuesta, pese a la distancia temporal, sigue escuchándose fresca, y a la mayoría de los que la apreciamos no nos cansa oírla una y otra vez. Siempre resulta gratificante disponerse cómodamente a escucharla con toda la calma del mundo, asimismo, la película, dirigida por Alan Parker, en cada ocasión que la vemos, nos ofrece aspectos de los que anteriormente no nos habíamos percatado, pero debo decir que, si bien hace algunos años salió para su distribución una versión remasterizada, de una excelente calidad, a diferencia de la versión anterior, no incluye los subtítulos en las canciones, lo que para un mal pensado, resultaría sospechoso, aunque yo supongo que es por asuntos de derechos de autor. De cualquier manera, tanto el disco como el filme no son tan sólo ampliamente recomendables, sino que han resultado, si se me permite el término, transgeneracionales.

Pero yo siempre he creído que el rock es más que su música y sus estilos; el género, desde una postura siempre irreverente, analiza y desmenuza circunstancias y fenómenos sociales que trascienden un determinado entorno. La temática del disco, por ejemplo, no se puede ubicar única y exclusivamente en Reino Unido, en Europa o en los denominados países primermundistas. No, el tema abordado por Pink Floyd en The wall se dirige, al menos de entrada, a todos los países occidentales; se trata de un fenómeno que nos ha atañido desde hace algunos años, pero que, a su vez, no deja de invitarnos a reflexionar si es que realmente esos conceptos educativos liberadores, en los que se evita la represión hacia el alumno, realmente han funcionado.

Estoy totalmente a favor del respeto a los escolapios, aunque también del de ellos a los maestros, pero pienso que para estos últimos, el reto está, en buena medida, en sabérselo ganar. No son pocos los pensadores que coinciden en que una autoridad (en el sentido del prestigio y de la credibilidad que alguien obtiene por sus méritos personales), ganada por medio de la admiración, es la manera más efectiva de conseguir el respeto de los demás, en este caso, de los alumnos, y seguramente habrá de repercutir positivamente a futuro. Ciertamente, el tema es bastante complejo y presenta tantas variantes como casos. En ese sentido, pienso que el disco y la película en cuestión mantienen vigencia aun en nuestros días; las situaciones que nos presentan no son tan disímiles a las que se viven en la actualidad, y si bien expresan su postura, tampoco imponen su verdad, permitiendo al escucha y al espectador formular sus propios criterios al respecto. Es por eso que yo invito a escuchar el disco o, mejor aún, a ver la excelente película, tal vez, y si así se prefiere, a partir de dos perspectivas: como diría el clásico, desde afuera del bosque, o desde una postura autocrítica.

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