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viernes, 26 abril, 2024
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Becerro que brama mama, no se les olvide…

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Por: FERNANDO SANTACRUZ MORENO •

Punto y aparte
Las áreas de urgencias de las instituciones del sector salud, especialmente del Issste y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), tienen algunos detallitos que son de alguna manera criticables. Un paciente me comentó hace días, que recientemente había llevado a una de sus hijas a “urgencias” del Seguro Social, porque la niña se sentía muy mal. Fue, la llevó y entraron y al solicitar la atención médica se encontró con una ventanilla y luego en su interior con el rostro de una mujer nada atenta, que se concretó solamente a pedirle la tarjeta o cartilla de afiliación de su hija y la indicación precisa, casi militarizada de “espere a que le llame el doctor”.

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Resignado, el amigo se dirigió a las butacas, esas que parecen de cine o de central camionera, que están generalmente ocupadas por personas derechohabientes, que vienen de colonias o comunidades rurales a esperar a familiares que están en alguna de las salas recibiendo atención médica. Fue con su hija y se sentó a esperar pacientemente el llamado del doctor, pero al levantar la vista se encontró con un cuadro, más o menos grande, me comentó, en el que se leía con claridad …”coordinación clínica de urgencias, delegación estatal Zacatecas y más abajito decía: FLUJO DE ATENCIÓN (así, con letras grandes) y un renglón más abajo, me dice que se podía leer con mayor claridad que el paciente será valorado por el médico para determinar su grado de urgencia y el tiempo de espera máximo.

Así pues, el amigo mencionó que había una lista de colores empezando por el rojo, luego el naranja seguido del amarillo, el verde y finalmente el azul. En el primero, en el rojo, decía lo siguiente “estado de shock o coma, requiere de atención inmediata. Es una emergencia, se lee en el segundo color, el naranja; es una emergencia y el tiempo de espera máximo será de diez minutos. Pone en peligro la vida.

El amigo miraba de reojo la ventanilla donde se encontraba la “enfermera”, ya no estaba, su lugar la ocupaba uno de los vigilantes encargados de cuidar la entrada y salida de pacientes y familiares de enfermos y se preguntaba: quién me dirá en qué grado de urgencia viene mi hija (porque él la miraba mal, muy mal). En el color amarillo, me decía, alcancé a leer que es una urgencia y que el tiempo máximo de espera sería de 30 minutos…es de una gravedad variable y en el color verde, pues ya el estado del paciente es poco urgente y el tiempo máximo de espera sería de 60 minutos, una hora de espera pues. Y si el paciente fuese valorado con el color azul, en la tabla, en el cuadro que está ahí para que todos, pacientes y familiares se enteren, muy claramente se puede leer que “no es urgente y el tiempo máximo de espera será de 120 minutos, dos horas tendrá que esperar si quiere que se le atienda en el área de urgencias del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Don Juanito, mi amigo que me comentaba esto, me expuso que al hablar con otras persona que ahí se encontraban, sobre lo que en esa tabla o lista se leía a manera de información, las preguntas eran las mismas: ¿Quién nos va a decir en qué grado vienen nuestros pacientes, si ni siquiera la mujer que está en la ventanilla nos recibe con atención, con algo de educación?

Situaciones como éstas se viven en estas y otras dependencias o instituciones que afectan directamente la imagen de la institución, dejan, como vulgarmente se dice, mal parado al funcionario responsable de la institución. En el sector educativo se mueven de una manera diferente, y así como dice ese dicho campirano de que “becerro que brama mama”, así se las gastan, pero estábamos con la atención a la derechohabiencia del Instituto Mexicano del Seguro Social, en el área de urgencias, ahí donde quienes tienen o tenemos la desgracia de acudir, nos vemos en ese lamentable momento de no saber qué hacer cuando las atenciones no son la obligadamente necesarias, cuando los pacientes tienen que esperar una, dos o tres o más horas para ser atendidos, porque nadie salió a valorarlos, a decirles que están dentro de tal o cual color de esos que ya mencionamos con anterioridad.

Con la salud, dicen, no se juega, pero el personal del instituto, específicamente ese que tiene la responsabilidad de atender al enfermo que llega con la ilusión, con la esperanza de ser atendido porque paga rigurosamente sus cuotas, se encuentra, ya lo dijimos, con malas caras, con vigilantes que se sienten los delegados del instituto, o con doctores pasantes que más tiempo pasan contando sus cuitas que atendiendo como debiera ser, a los pacientes, a los derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Creo que los zacatecanos no se merecen esto. Hasta aquí mi comentario, nos veremos en la próxima entrega. ■

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