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domingo, 19 mayo, 2024
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Zacatecas: ¿oportunidad para una “ruptura democrática” municipal? 2/3

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Por: RICARDO BERMEO • admin-zenda • Admin •

No he podido participar en la iniciativa del Cabildo Ciudadano, aunque espero poder salir al encuentro de las preocupaciones compartidas por el grupo de ciudadanas y ciudadanos que la continúan impulsando contra viento y marea, (y esperando que logren resolver los obstáculos instituidos. De no ser así, el Instituto Electoral (y el Tribunal) estatales, se deslegitimarían al quebrantar sus funciones: la de ser instituciones imparciales, que deben garantizar la igualdad ante la ley, de todas las ciudadanas y ciudadanos).

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Necesitamos emprender una transformación profunda de la sociedad que somos, a todas las escalas, si bien la que aquí nos ocupa, es la escala municipal, aquella que -crecientemente- es asociada a nuevas formas de hacer política, precisamente por la “proximidad” entre ciudadanía, Cabildo y administración pública municipal.

Una estrategia -a mi juicio- adecuada sería establecer la democratización máxima posible del proceso interno: selección de la candidatura -y de la planilla-, aquí la ciudadanización, [con, o sin, los partidos], fortalecería a la “coalición” más allá del registro formal; también en la integración del programa -y de sus contenidos-, donde se establecen los objetivos, estrategias y resultados esperados, así como los modos de “gobernar” el municipio.

Aunque, sea muy difícil, en este caso, evitar las pesadas limitaciones impuestas por los plazos de tiempo para él registro, firmas, etc.

Se deben incluir, una serie de acciones vinculadas a la participación de la ciudadanía en la campaña misma. Como lo demuestran éxitos y fracasos, en positivo y en negativo, de otras experiencias municipalistas. Estas medidas forman parte de las condiciones –mínimas- requeridas para establecer efectivamente la “ruptura democrática” (pero no se trata -en absoluto- de condiciones necesarias y suficientes, ese tipo de “causalidad” no existe aquí, porque hay creación política, y es justamente el despliegue de esa creatividad, el “alfa y el omega” que hace posible lo que parecía imposible).

Objetivamente, dados los tiempos, los recursos, los otros contendientes a estas nuevas elecciones, la correlación de fuerzas, etc., lo esencial es crear una plataforma que permita darle continuidad a una nueva forma de hacer política.

El otro aspecto, es determinar la democratización -máxima posible- en las formas de hacer política, creando alternativas a la gobernanza municipalista, mediante una movilización ciudadana lúcida y persistente, con la incorporación de formas de democracia directa, asambleas por barrios, por territorio, por sectores,  “desde abajo”, una horizontalidad que reconfigure radicalmente la verticalidad.

En el anterior artículo preguntaba, como se puede incorporar el “mandar obedeciendo” a la propuesta del cabildo ciudadano. Se trata de una pregunta que no es retórica, sino que apunta al corazón de las cuestiones políticas que verdaderamente importan si el objetivo es establecer una “ruptura democrática”. Se trata de pensar y asumir intervenciones políticas que sean efectivamente, puntos de inflexión, destituyentes frente a quienes más allá de sus discursos demagógicos, viven del clientelismo, de acciones económico-depredadoras, etc., y solo buscan “consolidar sus privilegios y ocultar sus abusos, mortificando comunidades y pisoteando las necesidades de la gente.” Es decir, realizar una “ruptura” con las democracias corruptas que padecemos.

Las políticas neoliberales están desmantelando la realización efectiva de los derechos ciudadanos, en salud, en educación, en asistencia social, etc., necesitamos replantear el derecho a acceder y utilizar esos bienes y servicios, y eso solo se logra a través de la lucha entre quienes habitan y producen la ciudad y quienes buscan apropiársela privatizando los bienes comunes.

Ir más allá de acercar ayuntamiento y ciudadanía, de poner mesas para el “cabildo abierto” [nada que ver con la historia real del mismo, en donde toda la asamblea del pueblo tomaba las decisiones, sobre el presupuesto púbico, agua, salud colectiva, inseguridad, etc.]. En suma, devolverles el poder a las ciudadanas y los ciudadanos, para que sean ellos mismos quienes ciudadanicen el control de las actividades del gobierno, mediante la reinvención de formas de autogobierno, superar la incapacidad para representar a las partes mayoritarias de la sociedad, mediante la multiplicación y consolidación de espacios de autonomía individual y colectiva, donde los jóvenes, las mujeres, los mayores, tengan capacidad de incidencia sobre aquello que les afecta en sus propias vidas, ingresos, entorno medioambiental, a sus comunidades, asegurándose juntos (eso significa una verdadera democracia) de que las actividades así acordadas estarán dirigidas hacia el bien común.

Estas consideraciones no son una utopía (un sueño irrealizable), no basamos nuestra crítica de lo que es, partiendo de lo que no puede ser (Castoriadis). Al contrario, relanzamos, -renaciéndolas- nuestras mejores tradiciones, ligadas al proyecto de democracia substantiva, enlazando con sus fundamentales realizaciones históricas -y actuales-. Nos interesa formar parte de los movimientos que están liberándose del conformismo generalizado, producido por el neoliberalismo, -privatización, consumismo, etc.- cuyo modelo rechazamos. Es prácticamente un suicidio, dejar -a estas alturas- los asuntos comunes, en manos de funcionarios de la humanidad supuestamente desinteresados. ■

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