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martes, 7 mayo, 2024
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Las escuelas de primeras letras de la Intendencia de Zacatecas

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Los resultados de la investigación que con esta contribución comenzamos a divulgar corresponden a un proyecto que, dividimos en dos partes, están relacionados con la instrucción pública primaria en Zacatecas durante la transición de la época colonial al México independiente. La primera de ellas que comprende de 1785 a 1811, aborda el tema relacionado con las escuelas de primeras letras que se establecieron en la Intendencia de Zacatecas y la política que las rigió en el marco de la ilustración y secularización que caracterizaron al periodo de las reformas borbónicas. En la segunda parte se retomará el mismo tema de las escuelas de primeras letras de la misma intendencia según las directrices marcadas por la Constitución liberal de Cádiz y su expresión en la misma provincia de Zacatecas, entre 1812 y 1823.

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En la primera parte del proyecto de largo aliento líneas arriba esbozado, nos ocupamos de las dos escuelas de primeras letras de carácter público que se establecieron en la ciudad de Zacatecas, en 1786, con motivo de la reapertura del Colegio Seminario San Luís Gonzaga, con cuyos caudales se pagaba a sus maestros. Es por lo tanto, consideramos un tema bien delimitado en cuanto a su contenido, espacio y tiempo. En el se abordan aspectos concretos de la educación elemental como los son la fábrica (reedificación o construcción), dotación y sostenimiento de las escuelas, formación, ingreso, proceso para ganar una plaza y sueldo de los maestros, el sistema escolar con los ramos o materias de enseñanza y horarios con que funcionaban las escuelas de primeras letras públicas.

Por educación pública entendemos la instrucción gratuita o semigratuita que por momentos adquirió un carácter obligatorio, por lo menos en teoría, impartida por el Estado y otras instituciones como la Iglesia. En tanto que las escuelas públicas son todos aquellos establecimientos incluidas las escuelas parroquiales y de los conventos, atendidas por el clero secular y regular, a las que acudían los niños a recibir instrucción en las primeras letras y la enseñanza religiosa1.

El problema objeto de estudio que sirvió como eje rector de la presente investigación se centra en el proceso gradual de secularización de la enseñanza que se dio con la multiplicación de escuelas de primeras letras. Proceso que inicia en Zacatecas, a nuestro entender a partir de 1786, cuando el Ayuntamiento de la ciudad capital se hizo cargo del manejo de las dos escuelas de primeras letras que a partir de entonces se establecieron en la ciudad. Dichas escuelas fueron gratuitas debido a que su sostenimiento por lo que hace al pago de los sueldos de los maestros, dependió de los caudales del Colegio seminario de San Luís Gonzaga. A partir de entonces, y más aún, durante el periodo independiente, en ciudades, villas, pueblos, haciendas y rancherías de los partidos que los conformaban, ahí donde se logró establecer una escuela, la enseñanza de las primeras letras representó un asunto prioritario de interés público. La instrucción sin llegar a ser laica, siguió llegando a más lugares como parte del avance de la vida secular.

Las escuelas de primeras letras fueron las instituciones que en el periodo que nos ocupa se enseñaba a los niños a leer, escribir y contar y de manera preferente y obligada, religión cristiana. En un primer momento se establecieron en algún anexo de los templos o parroquias. Cuando dependían de los cabildos, sus inmuebles y espacio físico lo constituían una simple sala o cuarto de alguna casa habitación, con su corral que hacía las veces de patio de recreo, mismo en el que se instalaba una letrina en la que los alumnos hacían sus “diligencias”2. Al maestro encargado o director, se le conocía con el nombre de “preceptor”, ya fuera religioso o seglar. Trasladándolo al lenguaje de nuestros días, podríamos decir que este tipo de escuelas representaron la educación elemental de su tiempo. Sin embargo, decir que fueron las escuelas primarias de aquella época resultaría anacrónico, pues no se les conoce con este nombre sino hasta el S. XIX, ya avanzado el periodo independiente, después de las reformas educativas de Mora y Gómez Farías (1833), que propiciaron que se siguiera ahondando el proceso de secularización en todos los órdenes de la nueva nación. A partir de entonces se observaron cambios substanciales en los contenidos de los saberes y el empleo de un nuevo método: el lancasteriano, también conocido con el nombre de “sistema de enseñanza mutua”.

De acuerdo con la información a la que accedimos, las escuelas de primeras letras atravesaron por dos momentos relacionados con el desarrollo histórico de la Nueva España, y más concretamente de Zacatecas. Ambos periodos están delimitados por el empleo de los métodos de enseñanza: al primer momento corresponde el proceso de evangelización y el empleo del método tradicional o “antiguo” empleado en la instrucción de los niños y jóvenes cuando se da el intento por parte de la Corona de universalizar la instrucción elemental.

El antecedente remoto, que forma parte de ese primer momento en la historia de las escuelas de primeras letras, lo encontramos en la evangelización de los indios realizada por las diferentes órdenes misioneras, también conocidas como mendicantes. Según Lino Gómez Canedo, “A un lado de la iglesia (que es comúnmente la parte del norte, porque a la del mediodía se ubicaba el monasterio) está en todos los pueblos edificada una escuela”3. En este lugar se reunía a los naturales para enseñarles la lengua de Castilla e instruirlos en la religión cristiana y demás prácticas sacramentales. A un costado del templo, generalmente existía una pieza, o una sección del local que hacía las veces de salón de clase en la que se les enseñaba a leer y escribir a los niños hijos de la “gente principal” o caciques, una vez que aprendían la doctrina cristiana. En esta primera etapa (S. XVI sobre todo), la enseñanza de la lectura y la escritura fue un privilegio que disfrutaron los párvulos, hijos de la nobleza y clase dirigente indígena, pues a los hijos de los plebeyos sólo se les enseña la religión en el patio mencionado. Esta diferenciación no era gratuita. Aunque no faltaron lugares en los que se mezclaron niños nobles y plebeyos, lo dominante fue formar a la gobernantes de los pueblos de indios, para que aprendieran a “regir y a mandar” a sus congéneres.

Encontramos pues en esta primera etapa (siglos XVI y XVII) una notable diferencia en la enseñanza de la lectura y la escritura, y por lo tanto, una discriminación en cuanto a sus destinatarios. Sólo la religión, porque así convenía al poder político instituido, gozaba de un carácter democrático pues se impartía a todos por igual, no así la instrucción de las primeras letras. La enseñanza del idioma castellano como la lectura y la escritura, se infiere por lo que menciona Gómez Canedo, estuvo regida por motivos políticos y de control sobre los naturales. La instrucción del catecismo y del alfabeto tuvo un propósito claramente político: formar a los cuadros dirigentes indígenas que al lado de los conquistadores tuvieron como objetivo la dominación de los estratos (castas) subalternos.

Referencias:

1Tanck Estrada, Dorothy, La educación ilustrada, 1786-1836, EL Colegio de México, México, 1998, pp. 131-132.

2Sobre las características físicas de los anexos que ocupaban las escuelas de primeras letras en el periodo que nos ocupamos, algunas son mencionadas en el expediente: “Acusación de Bartolomé Romero en contra de Miguel de Hoyos, maestro de escuela de primeras letras”. AHEZ, Fondo Ayuntamiento, Serie Enseñanza, 1795.

3Gómez Canedo, Lino, La educación de los marginados en la época colonial, Editorial Porrúa, México, 1982, p. 49. ■

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