- Filma historias paralelas de parejas de distintas nacionalidades: española, griega, irlandesa y estonian
- Es una producción políticamente correcta por lo que expone y critica, comenta el cineasta
En 100 minutos el director zuriqués Jan Gassmann consiguió mostrar la desazón y anonadamiento de la juventud europea. El documental Europe, she loves (Europa, ama) presentado en 12 Zurich Film Festival (ZFF) dentro de la competición Proyectores sobre Suiza, Alemania y Austria fue proyectado este lunes en el cinema Arthouse Picadilly abarrotado por un público principalmente adolescente.
Gassmann se fue de viaje junto con su camarógrafo Ramón Giger por Europa con la finalidad de observar la realidad generalmente contada bajo la sombrilla de una Europa unida, sí en crisis, pero llena de esperanza por un avenir glorioso. Lo que hizo fue filmar cuatro historias paralelas de cuatro parejas jóvenes de distintas nacionalidades: española, griega, irlandesa y estonia.
El director se metió en la intimidad de sus vidas, en su sexualidad, en sus conflictos y en sus proyectos –a notar la comodidad de los chicos en dejarse tocar por la cámara y las imágenes explicitas de su desnudez y sus confidencias- : en Grecia la chica no soporta verse condenada a repartir pizzas y servir cafés, se quiere ir a Italia; en España, la chica quiere hacer un master a pesar de las pocas plazas, no soporta ver a su novio contento de hacer botellón y velador; en Estonia la chica es una bailarina a go-go y en el día se esfuerza por unir a su familia recompuesta, no soporta ver a su marido tirado en el sillón y marginando al hijo de ella en beneficio del biológico de los dos; y en Irlanda la chica se esfuerza por componer canciones y cantar covers en la calle, no soporta ver al novio pegado a los juegos de video y el único tiempo libre de ambos dedicado a drogarse. Al final, son las mujeres las que jalan el entorno.
El director buscó jugar con la feminidad del término “Europa” a contrapartida de los hombres que la dirigen. Por azar o selección, o las dos cosas a la vez, en las cuatros historias son ellas quienes planean y evitan adormecerse en la somnolienta situación que les ofrece las crisis.
El viaje de Jassmann lo cuenta con largos travellings a bordo de coches y trenes mostrando los diversos países del continente politizado. Sí, es un documental de lo “políticamente correcto”, de mostrar las no posibilidades reales del discurso; de no atrever a manifestarse a favor de las manifestaciones griegas contra la Europa ni las políticas de reajuste para asegurar la unidad. Es políticamente correcto porque a pesar de la somnolienta situación de las parejas, todas tienen pisos y de qué comer, beber y drogarse. Es políticamente correcto porque señala los peligros de la alza de poder e influencia de grupos fascistas y ultraderechistas. Y es políticamente correcto, principalmente, porque la sensibilidad de la crítica proviene de uno de los países más capitalistas del mundo y que no es a “100% europeo”.
Este tipo de documentales pueden funcionar para proyecciones escolares, en donde maestros gestionan salidas de colegiales y secundarios a fin de proponerles la mirada pensante y de la cuestión social. Son bonitos. Y bueno, más vale alguna muestra de solidaridad para con los menos beneficiados de los pactos de Estado.
