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viernes, 17 mayo, 2024
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Los mexicanos hacemos broma hasta de las tragedias, señala Martín Letechipía

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Por: ALMA RÍOS •

■ El Día de los Inocentes refleja la proclividad de este pueblo hacia el humor negro, dice

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■ La cultura popular siempre ha servido para generar conciencia y cohesión social, señala

“Inocente palomita que te dejaste engañar, sabiendo que en este día nada se debe prestar, o Herodes cruel e inclemente nos dice desde su fosa, que considera inocente a quien presta alguna cosa”. Las cantaletas hacen referencia a la inocencia, la credulidad, y por tanto, a la posibilidad del engaño, y son elementos con que los mexicanos juegan colectivamente cada 28 de diciembre.

Respecto de la conmemoración del Día de los Santos Inocentes en México, no existen datos tan precisos sobre su origen como en el caso de los nacimientos o las pastorelas que iniciaron en la Nueva España los frailes franciscanos, dice a La Jornada Zacatecas, Martín Letechipía Alvarado.

No obstante, refiere a ésta, como otra de las expresiones culturales que reflejan la proclividad de este pueblo hacia el humor negro, el relajo y aun la crítica del poder, esto último, cuando las bromas se hacen en torno a ciertos personajes o situaciones en los medios de comunicación, a veces a modo de evidenciar o criticar su actuar.

Letechipía Alvarado recuerda que la cultura popular es un elemento vivo que se modifica con el paso del tiempo, “todas las tradiciones tienen un movimiento interno, nada permanece estático. Cuando hablamos de tradición, hablamos de un sentido metafórico”, de elementos que se modifican con la propia sociedad.

Las bromas que aleccionan a los crédulos con cantaletas, hacen alusión a una historia bíblica narrada en el Evangelio de Mateo, donde el Rey Herodes El Grande ordena una matanza de niños buscando con ello acabar con la vida de quien según se le ha profetizado, será el rey de los judíos.

La anécdota que se conmemora en muchos países de herencia judeocristiana, -ejemplifica Letechipía Alvarado con el caso de Francia, donde se hace de manera solemne y en torno a la liberación en esta fecha de los niños de una deidad mala que los tiene aprisionados en el limbo-, cobra en México tintes distintos, que “nada tienen que ver con esto, aquí se juega” en torno a un hecho originalmente terrible.

“Una matanza de muchos niños, fue de alguna manera convertida en un juego, en una broma, en este relajo que tenemos gran parte de los mexicanos y que nos permite convivir, jugar, y a los que son más vivos, incluso robar objetos de la gente que se descuida”.

El registro más antiguo de esta conmemoración se ubica en la época de la Colonia en el seno de un convento betlemita de la Ciudad de México. “Es la única referencia que se tiene hasta el siglo 18 con varios cronistas. García Cubas hace referencia a cómo era la conmemoración, y que no era como la conocemos ahora”.

Aunque los versos que se rezan eran similares, los objetos obtenidos mediante la broma se regresaban días después acompañados de una charolita de latón en que se colocaban juguetes que aludían a las labores entonces tradicionales de la división entre sexos.

Para ellas una “planchita, escoba o una regadera pequeña” para los varones quizás,  martillos o  serruchos, todos realizados en miniatura por artesanos y eran una forma “de decirte, te regreso tu prenda pero estoy conviviendo contigo en este juego simbólico que nos permite la tradición”.

Pero dice Letechipía Alvarado que alrededor de los años 60 o 70 del siglo pasado la celebración tomó otras características.

“La sociedad era otra, no solamente son los habitantes de los pueblos quienes realizan ritos sino la gente en las grandes ciudades” con tintes de lo que coloquialmente se nombra como “agandalle”.

“Hay que recordar que somos producto de esta sociedad y muchas veces estamos dentro del monstruo”. Así hay gente que aprovecha y pide dinero prestado que después no pagará o bien objetos que no serán devueltos.

A pesar de las nuevas características de la conmemoración del Día de los Santos Inocentes o Día de los Inocentes, “no deja de tener un encanto”, pues cobra diferentes peculiaridades según el lugar donde se desarrolle y siempre es un rito que permite la convivencia social.

Así las bromas también han trascendido al ámbito de los medios de comunicación, que en algunos casos aprovechan el día para ofrecer noticias falsas.

“Es bien conocido que de repente el 28 de diciembre aparecen estas noticias que nos engañan” y  se suman al humor negro que exhibe que “somos un pueblo que está dolido por muchas cosas”.

Al igual que con la tradición de la quema de Judas o las composiciones de calaveras, se aprovecha esta fecha para hacer sátira política.

“Que desde mi punto de vista tiene su sentido y es necesario hacerlo porque nos permite de alguna manera hacerle ver a las clases poderosas que son susceptibles de que hagamos crítica, que se den cuenta de que no estamos tan dormidos, de que sí nos damos cuenta cuando cometen actos de corrupción, cuando hacen cosas que están mal”.

La cultura popular, agregó, siempre ha servido al pueblo de México para generar conciencia, colectividad, cohesión social prescindiendo de las instituciones. Es entonces una suma de individualidades que conforman una sociedad “quienes ejercen su derecho a manifestarse y casi siempre se hace de manera lúdica, festiva. Con ese humor negro del que hablamos y que sabemos utilizar muy bien los mexicanos (…) hacemos broma de muchas cosas, incluso de la tragedia, pero es parte de nuestra conformación como pueblo”.

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