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domingo, 28 abril, 2024
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Carta a Uziel

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Por: JOSÉ LUIS Y SUSANA ALEMÁN •

En memoria de Uziel Gutiérrez de
la Isla (1954-2020), cronista de la Benemérita
Universidad Autónoma de Zacatecas

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Mensaje de José Luis Alemán

No me buscó ni lo busqué. Entre más de 300 alumnos de Física de tercer año de la Secundaria Federal “J. Jesús González Ortega” de Zacatecas, en el club de Investigación Científica, por su curiosidad ante la realización de experimentos en el laboratorio se inició cierta identidad que propició una amistad que nunca terminó y, por lo contrario, creció con la familia. Mis hijos tuvieron un hermano mayor; los quiso, los protegió. Comía, paseaba, jugaba, viajaba, estudiaba, crecía y maduraba con nosotros.

Once años transcurrieron para que, siendo sus padrinos de matrimonio, llegara el momento de irse. Ya había aprendido a luchar y lograr cada vez mayores y mejores metas, compartiendo con nosotros sus logros y sinsabores trascendiendo en la sociedad, sobre todo en la universitaria y científica.

Se nos fue. Su cuerpo reposa, pero su afecto, su respeto, su confianza sigue estando con los que supimos valorarlo.

Un ósculo de paz para ti, UZIEL.

Mensaje de Susana Alemán

Con respeto me atrevo a compartir el recuerdo, cariño y luz que en mí dejó el hermano Uziel, con homenaje al tiempo de coincidir en nuestras vidas, cruce de caminos bendecidos…

No recuerdo bien desde cuando llegó a mi vida, ¿o debo decir que yo llegué a la suya? Desde muy niña lo vi junto a mi padre, el maestro José Luis Alemán Pedroza, estudiando y trabajando; compartían voces, ideas, retos, valores e inquietudes. Era tanto el tiempo que estaba ahí, que mi mamá, la maestra Adolfina Cota, lo guiaba y regañaba igual que a sus hijos. A tal grado se unió a la familia, que tenía cariño, apoyo, quehaceres y deberes como todos en esa casa.

Uziel eligió ser Dinastía Alemán desde sus 17 años, y siendo yo la más pequeña, me cuidó siempre; me ayudaba en la tarea, armábamos rompecabezas y legos, y leíamos, ¡leíamos mucho! También peleábamos, insistía en enseñarme a tocar guitarra siendo yo zurda y no se lo permití. Él cantaba todo el día aquello de Chava Flores, «Ingrata pérfida», también sabía poesía y gustaba de tomar fotos, muchas fotos, principalmente a las flores.

Con mis hermanos mayores participábamos en campamentos, tiendita de dulces e idas al cine ¡Era definitivamente un pariente por gusto! A él le debo la satisfacción de llenar mi primer álbum de estampitas…

La cuestión es que mi memoria lo tiene en toda mi infancia. Uziel es (porque se deja de estar, no de ser) el hermano que Dios me regaló. Luego, de adultos decidimos seguir en contacto con lazos valiosos y fuertes, nos escribíamos más de lo que nos veíamos, pero los encuentros eran igual que antes. ¡Siento que con Uziel nunca crecí!

La última vez que nos vimos, recorrimos su Farmacia Galénica, me contaba de sus planes para después de la pandemia, proponer visitas escolares con un toque mágico de cómo la ciencia hace milagros, algo así como los castillos de Harry Potter. Me cubrió con su bata y me tomó fotos mientras yo fingía moler algo en un mortero de laboratorio. ¡Siempre jugamos!

Lo que dejó en mí me hace sonreír al recordarlo. Hago honor a lo aprendido de él porque en alguna estrella vive más allá del mismo cielo su admirable hermano, mi valioso amigo Uziel…

Orando por ti, Susy Alemán, a un año de tu partida.

*Docente jubilado y maestra de danza clásica

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