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domingo, 19 mayo, 2024
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■ Inició en la década de los 40 del siglo pasado, cuando los primeros inmigrantes cultivaban opio

“Por décadas, México se ha configurado como una potencia económica criminal”

■ Luego se crearon organizaciones como cárteles, que tomaron preponderancia en el negocio: Márquez

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Por: MARTÍN CATALÁN LERMA •

Durante décadas, México se ha configurado como una potencia económica criminal que, en la actualidad, ha provocado un estado de crisis humanitaria generalizada, afirmó Humberto Márquez Covarrubias, investigador de la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ).

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En el discurso del poder, y en informes internacionales, expuso, suele perfilarse la idea de que la economía mexicana se encuentra entre las más grandes, pujantes y dinámicas, e incluso se estipula que representa la décimo quinta economía en el mundo, ya que significa el 1.6 por ciento del Producto Interno Bruto mundial.

“Eso obedece al dinamismo exportador. México es la décimo segunda economía exportadora en el mundo, pero a su vez es la décimo segunda economía importadora, lo que implica que el dinamismo exportador se está alimentando por un tráfico incesante de importaciones”, agregó.

En ese contexto, mencionó que la economía criminal no es novedosa porque el uso de sustancias psicoactivas ha sido parte de las culturas, pero al incrustarse en la expansión del mercado mundial, controlado por la lógica del capital, el fenómeno ha adquirido otras connotaciones.

En el caso de México, detalló que la economía criminal se remonta a la década de los 40 del siglo pasado, cuando los primeros inmigrantes chinos, en la zona de Sinaloa, comenzaron a cultivar opio para consumo propio, pero una vez que fueron expulsados del territorio, se retomó la producción de narcóticos y posteriormente se especializaron. 

Además, Márquez Covarrubias refirió que el gobierno de Estados Unidos, en la Segunda Guerra Mundial, requirió que México produjera los narcóticos que demandaban las tropas de ese país que participaban en los conflictos bélicos, lo que generó un enclave productivo especializado.

Posteriormente, dijo, se configuraron las grandes organizaciones criminales, los cárteles, que tomaron preponderancia en el control del negocio junto con las agencias del Gobierno Federal y las fuerzas castrenses, es decir, “el negocio se administra, prospera y se amplifica”. 

Además, con los cambios políticos en la configuración del Estado Mexicano, relató que se presentó una relativa autonomía de las empresas criminales para después iniciar un proceso de internacionalización y expansión de sus operaciones.

“La idea es que este capital criminal se globaliza, pero si bien atiende a la lógica del dinero, las economías criminales son funcionales al capitalismo, pero son disfuncionales por la devastación que provocan”, indicó.

Márquez Covarrubias señaló, entonces, que el capital criminal diseña su propia cadena de valor criminal a escala global, nacional y local, es decir, así como funcionan los capitales en sus fases de producción, distribución, venta, consumo e inversión, aquí ocurre lo propio con la peculiaridad de que se instala en la esfera de la ilegalidad.

En ese contexto, manifestó que se generan arraigos territoriales muchas veces precedidos por despojo, trabajo forzado u otras acciones de violencia, donde se organizan redes de cultivadores, trabajadores que procesan y almacenan la materia prima, que la transforman y que la distribuyen, y la colocan en los puntos de consumo.

Como toda empresa, en el capital criminal el recurso se reinvierte para reponer la inversión inicial y diversificar los espacios de valorización, pero también tiene la capacidad de lavar dinero en otras actividades que no necesariamente se reinsertan en la órbita criminal.

Por lo tanto, el capital criminal y la violencia no son una anomalía del capitalismo, sino que son una fuerza económica pujante que está en la lógica interna de la valorización del capital con todo lo que ello implica porque dentro de la órbita de consumo sabemos claramente que algunas de las drogas ilícitas generan círculos de adicciones y enfermedades de una alta estela de mortandad”.

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