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sábado, 18 mayo, 2024
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Al rescate del elefante blanco

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Por: Víctor Santa Rita Villa •

México es una nación con tantos símbolos como historia existe en su haber, cada uno de ellos son representativos de alguna causa, un deporte, diversos partidos políticos, instituciones e incluso gremios; uno de los más conocidos en lo que se refiere a los gremios, es por muchas cuestiones, lamentablemente no del todo positivas, el sindicato nacional de trabajadores de la educación (SNTE), organización magisterial y de trabajadores de la educación, que viera sus orígenes ideológicos desde las primeras décadas del siglo pasado y que fuera unificada y finalmente instituida en 1943 por el general Manuel Ávila Camacho, la cual ha sido escenario de múltiples cacicazgos, amasamiento de fortunas, conflictos internos, separaciones y en numerosas ocasiones de derramamiento de sangre por mantener el control hegemónico de este conglomerado de trabajadores.

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Sin lugar a dudas la historia reciente del SNTE, observándola más concretamente las últimas tres décadas del siglo pasado y las dos primeras del presente, ha sido por mucho, el capítulo en el que el sindicato ha visto su clímax y declive, con la aparición de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), la facción disidente del sindicato y principalmente por el protagonismo de sus líderes en el ámbito político y su ambición desmesurada como son los casos de Jongitud Barrios y Elba Esther Gordillo, quienes fungieran como comparsas de los gobernantes,  como fuente y cause inagotable del desprestigio del magisterio y su duradero y constante linchamiento social y mediático, no sólo como juez y jurado, sino también como verdugo de quienes como organización gremial estaban y están obligados a defender por muchas cuestiones, principalmente porque sin el magisterio el elefante blanco que es hoy el SNTE no tiene razón de ser y menos fuente de ingresos, claro está y peor aún, el sindicato hoy en día para muchos de sus agremiados, no es otra cosa que una institución blanca, parte integrante o bien, un departamento agregado de la Secretaría de Educación Pública (SEP o Seduzac en el estado de Zacatecas), a la cual sólo se acude si se requiere un crédito.

El SNTE, por mucho ha perdido cualquier rasgo y proporción de su sentido de existencia original, la defensa de los trabajadores ha sido vendida de manera vil y se ha cambiado por el acompañamiento de la aniquilación de derechos, llegando a extremo tal, que los representantes sindicales ahora son los voceros de las “bondades de las reformas estructurales”, aguantando la rechifla de los profesores en los centros de trabajo y quedando sin argumentos ante los cuestionamientos obligados que en la mayoría de los casos responden con el argumento evidente “sí va a afectar y mucho”, con la actitud incorrecta, pues al ser protegidos por toda una maraña estatutaria que garantiza que ningún profesor no afín a los objetivos de las cúpulas pueda acceder, aún con el apoyo de las bases a ser representante del SNTE, los que gozan de dicha prebenda callan y son omisos ante la debacle de todo un gremio o bien toleran que las autoridades educativas les señalen su papel actual de meros observadores como ha sido el caso de Omar Pereyra Pérez, secretario general de la sección 34 en el estado de Zacatecas.

La disyuntiva para cualquier trabajador de la educación medianamente consciente, es claramente prescindir del sindicato blanco que es el SNTE, con la consecuencia obvia de perder del todo los derechos que aún son defendibles, pese a la represión del estado que hoy sigue abonando muertes a la infame lista de mártires de la educación, sin embargo, la solución no se encuentra en los comicios electorales, como algunas secciones disidentes la buscan, que aunque de cierta forma podría abonar al rescate de derechos, el proceso resultaría largo, complejo, incierto y fungiría como lo ha hecho anteriormente, como la chispa de la hoguera que durante muchos años ha sido la lucha de castas al interior tanto del SNTE como de la CNTE y la consecuente división que para nada contribuye al rescate de derechos.

Es entonces imperativo, que las bases aglutinadas en el SNTE derriben la maraña estatutaria, se olviden de intereses particulares y de partidos, se apoderen y saneen el bastión que pese a su corrupción conserva las minutas y posibilidades de mantener sus derechos y ejerzan la defensa adecuada de éstos, evitando así que cualquier régimen por bondadoso o nefasto que sea, tenga pretexto alguno para usar las fuerzas represoras y sigan asesinando profesores, que contrariamente a las infamias de los medios televisivos, protestan no por gusto, sino por condiciones laborales justas.

Y a 5 meses nos siguen faltando 43 y el régimen y su represión están peor que nunca. ■

 

*Profesor de primaria y disidente

 

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