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sábado, 18 mayo, 2024
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Juan José Macías: otro idilio para escribirle al mundo

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

  • Historia y poder

Juan José Macías representa pues una más de las historias de este pueblo iletrado que busca desde hace mucho entender sus sentimientos y esa fuerza motora que lo hace singular desde muy niño: trabajar para yantar, buscarle en el ruido de las calles el oficio de ser fuerte en un mundo de otras competencias en las que había que rascarle al orgullo y ser valientes y no temerle a nada.

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Por eso Fresnillo es singular y  de  una rareza entrañable en las ciudades mexicanas, por eso Juan José es de esa camada que se sinceró diciéndoles a todos: hola, soy de un pueblo enamorado de la vida y lo soy porque vengo de otros episodios en que valió la pena estar vivos y entender lo sublime o raudo de estas generaciones que se pelean, se desangran un espacio en los terrenos de la vida y de la muerte violenta, también el de las letras amorosas, del encanto académico rebelde, de los talleres y de esos menjurjes que hace de la gente sea buena cuando menos un ratito.

Nombre de dios, del dios obrero, el de las calles que caminó desde niño o lustrando botas o confesionando letras, los grandes amigos de la infancia perpleja y llena de magia, los amores inolvidables como fruto de una terquedad apegada a las bonitas piernas de las hembras zacatecanas, el amor a la madre entrañable y las hermanas también singulares en un espejo en que siguieron creciendo el mutuo amor incomparable y la sincera sonrisa en medio de los abrazos que se daban en fiestas o quebrantos del luto, en la contienda de seguir aferrados a la historia.

El poeta sabe que lo miran, que lo estudian, que lo embelesen.

Juan José Macías nos ha demostrado que el lenguaje español es fuente inagotable de hacerse parecer, comparecer, retratar y denunciar lo que a veces nos resultaba innombrable por los tantos sacrificios  en las revueltas civiles incomparables:  y que eso innombrable es sencillamente el pacto con los espíritus vivientes de las letras que se pronunciaron por la honra de la patria chica, el honor por la familia bien resguardada de carencias o sinceramente, compartir la dicha o el triunfo en medio de generaciones que iban cambiando para siempre esta faz y ganas de limpiar todo de ignominioso fracasos.

Es mi camarada y es amigo de los talentos que presienten nuestro mundo pasará a mejor gloria que la de estar tras la rutina del desencanto o pagar la renta, que su espacio estará más bien en un terreno en donde las letras, los buenos libros, las grandes impresiones masivas, las tertulias obreras y campiranas, existirán por encima de la cosificación y la barbarie, de la aviesa costumbre de perdernos en la bohemia o la mojigatería; Juan José es orgullo de la UAZ y de sus cuates y de sus hijos que lo quieren, lo veneran en vida, lo compartimos como hermano entrañable queriendo componer al mundo. ■

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