Nuestro reclamo es por la vida y la justicia. El más reciente asesinato de la compañera Lourdes Maldonado convulsionó al gremio periodístico, porque a nosotros, reporteras y reporteros, fotógrafos y fotógrafas, y trabajadores de los medios de comunicación en general, nos toca directamente, nos recuerda la vulnerabilidad en la que día a día trabajamos.
El pasado domingo fue Lourdes, pero en este mismo mes también fueron ultimados otros dos compañeros, Margarito Martínez, en Tijuana, y Luis Gamboa, en Veracruz. En 2020, el periodista zacatecano, Jaime Daniel Castaño Zacarías, fue acribillado mientras realizaba una cobertura. En 2017, los corresponsales de La Jornada en Chihuahua, Miroslava Breach, y en Sinaloa, Javier Valdez. De acuerdo con la organización Artículo 19, cada 14 horas se comete una agresión contra periodistas en México. La mayoría de los casos permanecen impunes.
La violencia criminal en complicidad con autoridades corruptas recurre al homicidio cuando la labor de los informadores representa un riesgo para sus intereses. Y aunque en muchas ocasiones se pretende minimizar estos delitos, adjudicándoselos a los grupos delincuenciales que operan en el país, es insoslayable el hecho de que esta labor incomoda principalmente al poder político y económico. El poder y los poderosos son los grandes enemigos de la verdad.
Es más que evidente que el periodismo es un oficio de alto riesgo en nuestro país. La libertad de expresión y el derecho a la información están en riesgo latente. Este trabajo se ejerce cada vez con mayor inseguridad, lo cual es sin duda una responsabilidad del Estado, pero también de las propias empresas mediáticas. Resulta por lo menos irónico arropar movimientos populares que exigen justicia y dignidad, cuando, al mismo tiempo, muchos colegas carecen de las prestaciones mínimas contempladas en la ley.
¡Nos están matando!, gritamos los periodistas a esos oídos sordos que se rehúsan a brindar mejores condiciones y medidas efectivas para protegernos. Ya no hay tiempo ni lugar para la indiferencia. El periodismo está en riesgo.
