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domingo, 28 abril, 2024
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Las relaciones estratégicas entre México y Estados Unidos

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

El sábado pasado concluyó la 51 reunión interparlamentaria México-Estados Unidos, ejercicio anual que en esta ocasión, al parecer, fue del interés de un número inusitado de 19 senadores norteamericanos que concurrieron a la cita en la Ciudad de México, atraídos por los rumores que han escuchado sobre la reforma energética propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto. De 2000 a 2009 tuve la fortuna de formar parte de la delegación mexicana a esos encuentros que se realizan alternadamente en ambos países, además de integrar un grupo especial de tres senadores encargados de dar seguimiento cercano a las relaciones de nuestro Congreso de la Unión con el Congreso de los Estados Unidos de América. Silvia Hernández, del PRI, Héctor Osuna, del PAN, y un servidor, visitamos personalmente durante esos años a cerca de un centenar de legisladores que formaban parte de las comisiones que atienden los asuntos de mayor interés para México, principalmente el migratorio.

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Las escasas noticias publicadas en México dan cuenta de que, como siempre, los representantes de EU plantearon el tema de abrir el sector petrolero a sus empresas y nuestros legisladores preguntaron sobre la reforma migratoria estancada en la Casa de Representantes. La noticia sobre la posibilidad de que su sueño planteado año con año por fin se haga realidad, y sin ningún costo para ellos, les ha de parecer el mejor regalo de navidad jamás recibido.

Después de décadas de recibir negativas rotundas ante cualquier insinuación de que México diera reversa a la expropiación cardenista de 1938, y de que hasta Salinas de Gortari, durante la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, condicionara el tratamiento del tema en la mesa de negociaciones a la aceptación por ellos de la inclusión del libre tránsito de mexicanos a través de la frontera común, la posibilidad de que el Congreso de la Unión esté a punto de aprobar la iniciativa de reforma a los artículos 27 y 28 constitucionales, presentada por la Presidencia de la República, les ha de parecer un verdadero milagro.

En particular los legisladores texanos, como el veterano senador John Cornyn, quien al parecer era el encargado de aplicarme marcaje personal, deben estar viendo cómo manejan el asunto ante sus electores para obtener los mayores reconocimientos ante la tarea cumplida. El senador Cornyn sólo tenía una respuesta ante nuestros planteamientos sobre el respeto a los derechos de los migrantes mexicanos o la necesidad de integrar un fondo de cohesión social como en Europa, para promover el desarrollo de las regiones de México expulsoras de trabajadores, “México es pobre porque quiere…, en EU no debería haber mexicanos trabajando…, nuestros empresarios saben generar riqueza con el petróleo pero sus leyes no lo permiten…, dejen que nuestros empresarios les ayuden…”, etc.

En una interparlamentaria en Austin, Texas, sintiéndose en casa alardeó que abriendo el petróleo a las inversiones de particulares, las compañías tejanas se encargarían de integrar el fondo de cohesión social que demandábamos y que no requerirían ayuda gubernamental.

Los legisladores más serios como John McCain y Eward Kennedy planteaban la necesidad de garantizar la seguridad energética de América del Norte y explorar una mayor integración mutuamente beneficiosa. El panorama más completo se expuso cuando Fox aceptó integrar la Asociación para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) con Canadá y EU, en cuyos documentos, preparados con la participación de académicos y empresarios, se habla con toda claridad de que México abriría sus campos petroleros a la inversión privada y EU garantizaría, mediante el Comando Norte, la seguridad de la región, desde el río Suchiate hasta Alaska.

Los sueños de Fox estallaron por los aires el 11 de septiembre de 2001 junto con las torres gemelas en Nueva York. El temor de la población a nuevos ataque terroristas y la retórica irresponsable del gobierno de Bush generaron las condiciones para que el partido republicano impusiera la construcción del muro en la frontera común y la operación del programa de deportaciones de migrantes más cruel de la historia humana, además de impedir hasta la fecha cualquier reforma migratoria integral.

Los ataques terroristas del 11 de septiembre dieron a EU la excusa perfecta para invadir Afganistán e Irak, ocupando permanentemente un territorio desde el cual pueden transportar tropas y equipo militar a cualquier parte del medio oriente en pocos minutos. Esas acciones son la prueba contundente de la urgente necesidad del imperio norteamericano de asegurar, al costo que sea, sus suministros de gas y petróleo.

En esas condiciones es justo que los mexicanos nos preguntemos: ¿Qué aportarán los EU a cambio de que garanticen su seguridad energética con las reservas de gas y petróleo mexicanos? ¿Eso conviene a los intereses estratégicos del pueblo mexicano? ■

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