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sábado, 18 mayo, 2024
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Bomba de tiempo

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

El sistema de pensiones podría tronar en el corto plazo. Subsidiado por el gasto público, no aguanta más. Es una bomba de tiempo que puede estallar. De manera un tanto parecida al fobaproa que hizo irrupción con Zedillo sacrificando a los ahorradores, de no recurrir a una acción radical los trabajadores, más desprotegidos están condenados a vivir su vejez en el retiro con una pensión miserable. De no hacer algo el chochoproa es inminente. Para que no se presente y revertir la situación tendrían que intervenir patrones y empresas. Los trabajadores con los sueldos tan castigados desde que el neoliberalismo sentó sus reales, no pueden ahorrar lo que no tienen para incrementar sus cuentas individuales del Sistema de Ahorro de Retiro administradas por las afores.

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La llamada de alerta la vino hacer el mejor conocido como el “Ángel de la dependencia”, el tamaulipeco José Ángel Gurria, quien fuera un fiel escudero de los gobiernos priístas anteriores a los catastróficos panistas y ahora se erige en un celoso guardián de las políticas de la OCDE. Tiene por encargo tirar línea y casi ordenar a los gobiernos miembros de dicho organismo que deben hacer y cómo deben comportarse para sujetarse al consenso de Washington. De visita en nuestro país en días pasados recomendó elevar las aportaciones de las cuotas pensionarias de los trabajadores entre 13 y 18 por ciento, si es que no quieren pasar una vejez sumida en la miseria, llena de privaciones. Actualmente los trabajadores aportan 6.5 por ciento de su salario base  para su cochinito que hacen  para ahorrar en sus cuentas individuales. Tal porcentaje sólo les permite al momento de retirarse disfrutar de una pensión de apenas 26 por ciento del último salario que devengaban al momento de la jubilación.

Esa pensión exigua no obstante que el gobierno aporta de lo que recauda para poder hacer efectivo su pago, debería incrementarse sustancialmente. Sin embargo para que mejoren las pensiones ya no se puede seguir o no se debería continuar ordeñando más las ubres del Estado, pues sólo para 2016 dentro del presupuesto de sus gastos tiene pensado hacer una erogación equivalente a la sexta parte de todo el gasto federal para poder cubrir los sistemas de reparto y pensiones. Dinero que sale en buena medida de los pagadores de impuestos cautivos.

El problema que ya tiene años que representa una carga para el erario está a punto de estallar de un momento a otro de no poner un correctivo y mientras las mentadas reformas estructurales no nos lleven al reino de Jauja. Esto ocurrirá cuando al gobierno le resulte insostenible seguir aportando y soportando buena parte del pago de los que se han retirado y siguen engrosando el ya de por si grande y pasivo ejército de pensionados.

La solución para que la bomba de las pensiones no estalle según los especialistas consiste en implementar una alternativa en la que ya no se sangre más a los trabajadores y a las finanzas públicas. Es el momento en el que empresas y patrones deben regresar mucho de los que han obtenido de sus trabajadores. Estos con los salarios tan castigados que perciben o comen y subsisten o ahorran más. No pueden ahorrar lo que no tienen a menos que se les quiera matar de hambre y condenarlos a una vida de faquires. Por lo tanto programas como el Pari passu, que no es otra cosa que peso por peso, o bien jalar con igual paso. Esto significa que si una afore le otorga 30 o 34 por ciento de su salario al trabajador como parte de su bolsa de retiro, la parte del capital empleadora debería de otorgar otro tanto o asignarle por separado una pensión privada por el mismo monto, de tal forma que al momento de abandonar la vida laboral los trabajadores la vean incrementada hasta en 60 por ciento. Pero esto no es fácil dado que los empleadores nunca se han regido por un espíritu filantrópico ni cristiano, más bien le dan razón a la sentencia bíblica de que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico llegue al reino de los cielos. Están para incrementar el margen y taza de ganancia y no para perder utilidades. Sin embargo, tienen la palabra. ■

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