Es común que las escuelas de medicina se encuentren en conflicto cada ciclo escolar por el nivel de rechazo de aspirantes. Es preocupante que un porcentaje muy elevado de estos rechazados son estudiantes con buenos promedios de aprovechamiento y altas calificaciones en los exámenes de ingreso. Son rechazados por falta de capacidades de absorción de las propias escuelas y, estas a su vez, argumentan que se debe a falta de capacidad del sistema de salud para absorber estudiantes en los internados y residencias médicas. Es decir, hay jóvenes con talento, pero no son aceptados por la poca capacidad del sistema oficial de la preparación terminal de los médicos generales y de especialistas. También es claro que hay una crónica insuficiencia de unidades de medicina de tercer nivel y de especialistas que las cubran. En Zacatecas no hay un solo hospital de tercer nivel. Los casos que ameritan intervenciones delicadas se tienen que trasladar a estados vecinos.
Sabemos que el sistema de atención médica está fragmentado en México, y hay enormes diferencias en la calidad de atención entre ellos. Pero también es notable su diferencia de costo. Lo cual significa que por un lado hay falta de planeación de la seguridad social en salud que permita homologar el servicio y cerrar las brechas de niveles de atención, y por otro lado, el déficit en presupuestos destinados a este renglón. Planeación y presupuesto van de la mano. Y en ambos se ve detenido el progreso: ni hay pasos que conduzcan a la universalización de la seguridad en salud, y tampoco se observan intenciones serias de cerrar las brechas relativas de atención. Resulta incomprensible que habiendo cuantiosas necesidades de infraestructura y personal para enfrentar la enfermedad, se opte por medidas conservadoras de capturar ingresos públicos y se repitan las formas inerciales del mismo. Pero también por el lado del gasto, se le den mayúsculas sumas a los ficticios programas de seguridad pública que, a la vuelta de la esquina, se vuelven contra la propia población. Inequidad, privilegios, corrupción y cortoplacismo, son las notas que definen la construcción de los paquetes económicos. Y con ellos, la salud se va por un agujero.
Desde 2008 se viene arrastrando déficit de infraestructura. Entre las cosas que siguen faltando están 160 mil camas de hospital, más de 200 mil enfermeras. En Zacatecas tenemos 0.6 camas por cada mil habitantes, contra 1.7 del DF. Tenemos 1.5 médicos por cada mil habitantes, cifra que parece detenida en el tiempo. Y aunque el gasto en salud ha aumentado en términos absolutos, el gasto de bolsillo en México es de los más altos del mundo. Y la relación de los gastos de acuerdo con las brechas relativas señala que seguimos con problemas delicados: por ejemplo, aumenta el gasto y cobertura en atención por el Seguro Popular, pero la cobertura de servicios es tan baja que hace crecer el gasto de bolsillo. El número de camas deberá aumentar en 60 por ciento para estar de acuerdo a las normas internacionales. Pero para poder hacer la tarea se requiere una profunda reforma hacendaria de carácter progresiva. Por lo pronto, no se observan mejoras en el horizonte.
