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martes, 19 marzo, 2024
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Hasta la madre. Los confines políticos de la maternidad

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Por: ROXANA ZERMEÑO* •

La Gualdra 566 / Libros

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Ahora es un lugar común decir que el covid-19 nos cambió la vida. Pero, cuando llegó a mí este libro, durante la pandemia, cambió mi perspectiva sobre la maternidad y ser mujer; es Hasta la madre. Los confines políticos de la maternidad (Typotaller/Secretaría de Cultura Jalisco, 2022), en el que diez mujeres reflexionan sobre ser madres y profesionistas, sobre todo durante el confinamiento. ¿Trabajar desde casa tiene ventajas?

Este libro colectivo se gestó durante los meses en los que estas mujeres estuvieron encerradas-aisladas con sus hijos e hijas mientras que, al mismo tiempo, debían cumplir con sus proyectos profesionales, el trabajo a distancia, las clases y juntas remotas y virtuales; los quehaceres domésticos, la soledad, el crecimiento de los bebés y la caótica pubertad… Alicia Caldera, la compiladora de la obra, logró reunir distintas voces, de diferentes lugares del planeta, viviendo de manera singular y personal el nexo maternidad-profesionista-formadora de ciudadanos y ciudadanas.

En Hasta la madre encontramos ensayos de mujeres que, desde la autoobservación, cuestionan la maternidad. Aunque, para mí, como lectora no-madre, este libro fue un mapa con el que fui descubriendo mis miedos. Fue como adquirir un vocabulario para expresar eso que sentía, pero no sabía qué era. Es la propia Alicia Caldera quien me dio la lámpara de mano para adentrarme a un mundo que me es desconocido con una frase que subrayé en el capítulo “De cuando me convertí en el ogro gritón y regañón (y me daba vergüenza)”: “Por eso el cuento ése de que las mamás excelentes tienen hijos excelentes no está bonito. Ni para las mamás ni para los hijos ni para los demás seres que rodean a las madres y los hijos que están en etapa de crianza”. Yo me había creído el mito de la mamá perfecta, la maternidad excelente, devota y sacrificada, y por eso me daba miedo. Este libro me ayudó a entenderme; entender mis propias e irreales expectativas sobre la maternidad.

Recuerdo cuando mi hermana nació, las tías y la abuela paterna le daban consejos a mi mamá de cómo cuidar, alimentar y bañar a la bebé, cómo dormir y cobijar a la nueva niña. Mi mamá desapareció, sólo veíamos a la recién nacida. Sin embargo en el texto “Mater politikon: tres actos de ciudadanía materna”, de Ana Cinthya Uribe —uno de los que más me enternecieron por sus argumentos políticos y personales—, este tipo de maternidad cambió para mí cuando la autora relata que una vecina fue a visitarla cuando ella acababa de tener a su bebé. Aquélla le hizo una pregunta extraña, incluso antes de ver al recién nacido: “¿Y tú cómo te sientes?”, ¡le estaba preguntando por ella! La vecina le hizo saber que cuando había tenido a su propia hija, se había sentido muy sola frente a una niña que solo lloraba, a la que sabía que quería pero desconocía. Dice la autora: “Y así, sin meter las manos en mi maternidad, me compartió la suya, me la dejó a un lado para que tomara lo que necesitara”. Me abrió los ojos. Uribe me acercó a otra forma de ver la maternidad y otra manera de acercarme a las mujeres que me rodean.

También crecí con un dogma dictado por las mujeres de mi familia: “A los hijos los quieres”. Pero Sandra Carolina Díaz Cordero, en su “Historia política de una maternidad o ‘Las hadas no existen’”, nos dice: “En mi más profunda intimidad me he confesado a mí misma que mis hijos me caen mucho mejor ahora que cuando eran pequeños”, entonces sentí que también he idealizado la relación hijo-madre, ustedes podrán decirme que esto no es novedad. Pero es que crecí en una familia que defiende a los hijos como en las películas mexicanas de Época de oro: como hijos e hijas nos negaban cualquier defecto o error.

Aunque las mujeres que leemos en Hasta la madre pertenecen a un círculo privilegiado económica, profesional y culturalmente, su mirada nos obliga a reflexionar en lo que hacemos como sociedad, esa tribu que tendría que cuidar a los hijos, hijas y responsables de estos: hacer tribu. Por ejemplo, “La pena de ser madres”, de Liliana Lanz Vallejo, “Cuando esto pase”, de Sofía Orozco y “Maternidad, cáncer y pandemia”, de Ana Lilia Larios Solórzano, nos hacen pensar en cómo durante la pandemia todos los complejos, todas las emociones, todos los prejuicios hacia las madres nos llevaron a exigirles demasiado —que ya de por sí exigimos imposibles—, ¿quién querría ser madre en pandemia bajo la presión de la excelencia como mujer, cuidadora, profesionista, esposa, madre, ama de casa y un largo etcétera?

Si como se dice “lo personal es político”, entonces, ser madre es político, cuidar y educar lo es, tener miedo y equivocarse durante la maternidad es parte de un proceso político, decidir cómo dividir el tiempo y el espacio con los hijos e hijas es un acto político. Abrirse y contar la experiencia —exitosa, atropellada o fallida— de ser madre en pandemia y más allá de ésta, para hacer un libro con el que otras y otros puedan reflexionar sobre el cuidado y responsabilidad ante los futuros ciudadanos es político; ir hacia modelos de crianza más colectivos, dice el epílogo, es político. Creo, que todas y todos, aunque no seamos madres, podemos acercarnos a este libro, porque es una ventana para asomarnos a la maternidad, a los vuelcos que está dando, a las responsabilidades que nos tocan como hombres y mujeres en la crianza. Es estar en los confines de la maternidad.

Las autoras de los ensayos son Alicia Caldera, Sandra Díaz, Carol Johnson, Nadia Ramírez, Liliana Lanz Vallejo, Sofía Orozco, Ana Lilia Larios, Ana Cinthya Uribe, Karla Garduño y Mayra Patricia Ayón. La portada y las ilustraciones de interiores son obra de madre y artista Marialuna (María Paula Molina).

 

*Roxana Zermeño es maestra en literatura mexicana y docente universitaria.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra566

 

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