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viernes, 26 abril, 2024
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Pasar el rato matando el tiempo: la nostalgia

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Por: NANCY BERTHIER*/ COLABORACIÓN •

■ “El humor en tiempos del Corona: 40 imágenes para una cuarentena”

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Los poderes públicos han gestionado de diversas maneras la cuestión del confinamiento en el mundo. Desde su ausencia en Suecia a las medidas de encierro forzado de China, pasando por diferentes fórmulas selectivas o basadas en el civismo colectivo, las situaciones han variado considerablemente tanto en sus formas como en el tiempo que éstas se han prolongado.

Allí donde el confinamiento ha constituido la norma, de manera más o menos estricta, durante una duración indeterminada o por prórrogas sucesivas, el horizonte uniforme del espacio doméstico ha despertado una nostalgia de tiempos pasados.

Lo que con anterioridad estaba marcado con el sello de la evidencia ha terminado por aparecer como algo inestimable: en especial las pequeñas cosas del día a día, repentinamente prohibidas, como darle un abrazo a los allegados o incluso todos los “placeres minúsculos” (Philippe Delerm).

Semana tras semana, las producciones humorísticas han tratado este tema con una intensidad que no ha cesado de aumentar. Las variantes más hilarantes han asociado la expresión de la nostalgia a los aspectos menos agradables de la cotidianidad de antaño, jugando a su vez con la paradoja. Una fotografía de un atasco monstruoso en México glosa así: “Cuando éramos felices y no lo sabíamos”.

Manteniendo esta dinámica cobra sentido nuestra imagen del día, aunque en este caso con un grado de sofisticación complementario. El metro se convierte aquí en el elemento añorado, con la imagen de un hombre utilizando su cuarto de baño para recrear la atmósfera subterránea.

El humor nace del contraste visual entre la decoración kitch y prosaica (retrete, azulejos con motivos totalmente pasados de moda, portarrollos de papel higiénico) del cuarto de baño, espacio por excelencia de la intimidad, y el aspecto del hombre, vestido para hacer frente al frío, concentrado en su teléfono móvil y, el colmo de la ironía, aguantándose aferrado al soporte metálico de la cortina de ducha como si de la barra de un vagón de metro se tratase.

El texto comenta doctamente: “Lo más importante, es conservar la rutina”. El pasado de los transportes públicos, antaño execrado, nos transporta a la normalidad perdida del mundo de antes, ahora enteramente engalanado de un aura insólita.

Mañana: El trabajo es salud: el teletrabajo.

*Catedrática de Artes Visuales en la Universidad Sorbona

** Traducción del francés por Jordi Macarro: Tuer le temps: la nostalgie

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