El 14 de enero de 1962, en el curso de la conferencia de la Organización de Estados Americanos celebrada en balneario uruguayo de Punta del Este, tras intensas presiones del gobierno de los Estados Unidos la totalidad de los países miembros de la OEA decidieron la expulsión de Cuba de esa organización, y la ruptura en bloque de relaciones diplomáticas con el gobierno de la isla, en virtud de haber incurrido, en grado más allá de tentativa, en el pecado de comunismo, muy penado entonces por la inquisición norteamericana, con una sola excepción: México.
Las masivas campañas propagandísticas (orquestadas por el embajador de los Estados Unidos, Thomas C Mann y el ex-presidente Miguel Alemán) de la Iglesia Católica, el monopolio televisivo y las organizaciones patronales fueron insuficientes a mover un milímetro la posición adoptada entonces por el presidente de México, Adolfo López Mateos, y su secretario de relaciones exteriores, el ilustre zacatecano don Manuel Tello Baurraud.
Los apocalípticos vaticinios de boicots turísticos, desabasto de refacciones, expulsión de nacionales, etcétera, formulados por algunos de los más importantes empresarios de aquellos años no sólo nunca se cumplieron sino que poco después, en junio de ese mismo año, se produjo la segunda visita a México de un presidente de los E.E.U.U., en la persona de John F. Kennedy, a la que sucedió la primera de un presidente francés, nada menos que Charles de Gaulle. Por lo que es dable inferir de aquel lance uruguayo no sólo nuestro país no resultó lastimado sino, por el contrario, lo suficientemente fortalecido y prestigiado para solicitar y obtener la organización de los juegos olímpicos.
Viene a cuento lo anterior por el carácter asumido por el aprendiz de canciller (y desde luego SU presidente) ante la crisis venezolana: de corista, literalmente, de un gobierno de los Estados Unidos que se proclama abiertamente enemigo de un México no sólo devastado y desprestigiado, sino fuerte candidato a paria internacional.
Pobre México: tan cerca de Videgaray y tan lejos de aquel Tello. ■
