■ Necesario, cuestionar las políticas federales que se requieren para transformar la institución
■ “El patrimonialismo y la pérdida de valores se instalaron como prácticas regulares en la UAZ”
Luego de instaurar una organización patrimonialista, en la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) se produjo “una especie de ‘privatización’ de los recursos de la institución, puestos al servicio de individuos y grupos”, por lo que “no parece tener ya capacidades de auto-reforma”, opinó Rollin Kent Serna, investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y profesor visitante de la Universidad de Oxford.
Esa postura respecto a la UAZ, publicada en el libro Del Idealismo Político al Gerencialismo Burocrático y reproducida por autorización de la autora Nydia Castillo Pérez, señala la necesidad de cuestionar sobre las políticas federales que se requieren para cambiar y transformar la institución.
“Entonces ¿qué políticas federales diferentes se requieren? No reflexionar sobre esto sería suponer que todo cambio vendrá de adentro de la UAZ, pero el libro demuestra que esto no es factible”, expone el especialista en políticas de educación superior.
Estudiar las estructuras políticas, de gobierno y de gestión de la Universidad, expone el académico, no es un fin en sí mismo, sino un medio para entender mejor cómo se puede mejorar la calidad de la enseñanza.
En ese sentido, sería importante hacer una reflexión sistemática sobre las carreras, el currículum y las prácticas pedagógicas que prevalecen en la UAZ. “¿Qué pasó con el proyecto de reforma universitaria que buscaba democratizar el acceso al conocimiento y desarrollar las capacidades de la población? ¿Qué pasó con las carreras frustradas de académicos e intelectuales en la UAZ?”, cuestiona Kent Serna.
Sin embargo, expone que no se trata sólo de la UAZ, pues se deben hacer las mismas preguntas con las demás universidades públicas que transitaron por experiencias de reforma progresista, tales como la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, la Autónoma de Puebla, Guerrero y Chapingo.
“Tuvieron experiencias de reformas o intentos de reforma y posteriormente siguieron diferentes caminos. Algunas se reformaron exitosamente y son hoy universidades reconocidas. Otras, sin embargo, persistieron en el camino de los conflictos internos y las crecientes dificultades para ponerse a la altura de las exigencias universitarias de la actualidad. ¿Qué distingue y qué asemeja la trayectoria de la UAZ respecto de las otras universidades mencionadas? ¿Qué podemos aprender de tal ejercicio comparativo?”.
Concluye también que la UAZ “se encerró sobre sí misma durante muchos años, dando la espalda a su responsabilidad social. Esto fue alimentado por el tráfico de influencias de todo tipo – familiares, de amistad, políticas – en el más puro sentido patrimonialista: la Universidad y sus recursos se volvieron patrimonio de sus grupos políticos”.
Kent Serna expone que esto estuvo acompañado del empobrecimiento teórico, político y cultural, al imponerse un pensamiento único y “que suceda esto en una institución pública llamada ‘universidad’ es de la mayor gravedad. No puede evitarse la conclusión de que, como universidad pública, ha fracasado en su misión”.
Señala entonces que el clientelismo, el patrimonialismo y la pérdida de valores educativos se fueron instalando como prácticas regulares en la UAZ hasta llevarla a una situación de parálisis.
Uno de los efectos de ese proceso fue la personalización de las relaciones políticas universitarias. Otro fue la progresiva concentración del poder en una institución que, paradójicamente, había hecho una reforma para democratizarse.
Por último, el análisis de Kent Serna refiere que el abultamiento de las nóminas fue una estrategia operada por los grupos políticos, particularmente los sindicatos, para asentar y prolongar su influencia.
