17.8 C
Zacatecas
viernes, 26 abril, 2024
spot_img

Episodios del Barroco-Chichimeca de Enrique Salinas Enríquez*

Más Leídas

- Publicidad -

Por: Isabel Terán Elizondo • admin-zenda • Admin •

La Gualdra 247 / Libros

- Publicidad -

Inicio mi comentario aludiendo a lo acertadísimo del título. En las páginas que fungen como presentación, Enrique Salinas confiesa con modestia que no es de su autoría la acuñación del término Barroco Chichimeca, sino que es tan solo su “descubridor”. Sea una cosa o la otra, lo cierto es que logra con buen tino poner en la mesa de discusión un asunto que muchos académicos y neófitos perciben, pero que necesita de mayor estudio y disquisición: que hay muchos y muy distintos tipos de Barroco y que en numerosos lugares, sobre todo en Latinoamérica y especialmente en México, se trata de un estilo que jamás feneció y sigue vivito y coleando entre nosotros en nuestra manera de ser y en nuestra realidad.

El autor insiste en que el Barroco Chichimeca no existe -es decir, añadiríamos nosotros que no existía hasta hoy, ya que no había tenido la fortuna de contar con un descubridor que lo convirtiera en algo real y lo diera a conocer-; sin embargo, Enrique Salinas también admite que basta cierta sensibilidad para percibirlo en el entorno y la historia de Zacatecas; y cabe decir que él, con su aguda sensibilidad y su incansable afán por rastrear y difundir los vestigios de la memoria regional a la que da en llamar “documentalia zacatecana”, logra exitosamente identificar y caracterizar esa aura o espíritu vernáculo tan peculiar, pero lo que es más loable, consigue con su libro hacérselo ver también al lector, tanto si se trata de lugareños como de fuereños.

Es así como texto a texto, a través de los cien episodios que se reúnen en el libro, la noción de Barroco Chichimeca va tomando una forma definida hasta que se materializa por fin en un concepto, posible y verosímil, en la mente del lector, quien después de hacerlo propio será incapaz de volver a mirar a la ciudad, la región, sus aconteceres y personajes de una manera ingenua.

Pero el apelativo de Barroco Chichimeca va aún más allá, pues el libro, además de testimoniar diversos, abigarrados y disímiles ejemplos de esta esencia vernácula que queda testimoniada a través de anécdotas, personajes, leyendas, hechos, lugares, estampas, monumentos y escritos varios, que abarcan cronológicamente desde la apócrifa fundación oficial de la ciudad hasta nuestros días, deviene a su vez él mismo en una muestra, quizá la más representativa, de este mismo y novedoso concepto, que describe, como diría el historiador Luis González y González, la matria.

El propio libro de Enrique Salinas es, por excelencia, la suma y compendio del Barroco Chichimeca. Y esto se puede constatar a varios niveles. Por ejemplo, da muestras de su barroquismo en la conjunción de varios géneros y tipos textuales, ya que es al mismo tiempo crónica, reseña, artículo periodístico, anecdotario, narración literaria e historia, aunque es posible que haya algunas otras variables que ahora se me escapan.

IMG_6764

Además su estilo combina lo mejor del discurso escrito y  oral, pues por un lado se encuentra la erudición de las disquisiciones etimológicas, históricas, lingüísticas y/o literarias, acompañadas de elegancia y precisión lingüística, pero por el otro la sencillez y hasta la coloquialidad. A todo ello se le suma un peculiar escepticismo per se y un fino humor rayando en la ironía y a veces en el sarcasmo, que en no pocas ocasiones propician la sonrisa cómplice del lector, y en otras francamente le provocan de plano una carcajada. Estilo tan propio de la forma expresiva natural del autor, que uno puede perfectamente imaginarse que está charlando con Enrique Salinas frente a un café y no leyéndolo.

Y esto me lleva a comentar otra cosa: una característica más del barroco era la importancia que se le concedía a la memoria y sus procesos mentales, y sobre este punto me quiero referir a dos cosas: por un lado a la disposición de los episodios en el libro, y por el otro a la estructura interna de los mismos.

Encontrar la mejor forma de organizar cien textos escritos en diferentes épocas y con variadas temáticas debió haber sido una decisión difícil, aún cuando el hilo conductor fuera el hasta entonces supuestamente inexistente concepto del Barroco Chichimeca, de modo que asumo que la disposición final, a medio camino entre la cronología de los eventos reseñados y los bloques temáticos, pero sin que estas etiquetas se convirtieran en una camisa de fuerza, reproducen de algún modo el vaivén del flujo de la conciencia, de la memoria y de el lenguaje oral, que avanza y retrocede en el discurso, que a veces se dispersa y se repite, para finalmente retomar el hilo, enfilar el rumbo y llegar al punto a donde se quería llegar.

Y algo parecido sucede en la estructura de cada uno de los episodios: una anécdota le sirve al autor lo mismo para remontarse en el tiempo a épocas pasadas, que para acudir al diccionario o para consultar una fuente académica, que para recordar la anécdota de algún personaje o relatar una historia personal, familiar o de algún amigo. Todo ello llevando al lector de la mano a través de un recorrido que al principio pareciera ser laberíntico –otro tópico del barroco- pero por el que sin embargo el lector fluye de manera natural, descubriendo hacia el final del episodio las insólitas conexiones que el autor quería mostrarle y para lo cual fue necesario seguir sus intrincados pasos. Y otra cosa hay que reconocerle a Enrique Salinas es su habilidad, probablemente perfeccionada gracias a la indispensable noción de economía de la escritura periodística, de construir relatos completos y autosuficientes en unas cuantas páginas.

Otro síntoma del barroquismo del libro es que los personajes que transitan por sus páginas corresponden a muy diferentes registros: próceres y personalidades nacionales o internacionales, pero también personas comunes y corrientes. Y lo mismo se puede decir de los sucesos reseñados: desde hechos de envergadura como podría ser la fundación de la ciudad, hasta anécdotas aparentemente triviales, pero a los que el autor contextualiza y reivindica de tal modo que logra convencernos de redimensionar su importancia.

A dos cosas más me quiero referir: la primera, al hecho de que en este libro en el que se conceptualiza el Barroco Chichimeca, Zacatecas es la medida y el punto de referencia de todas las cosas y del resto del mundo. Y de ningún modo lo digo en sentido negativo, sino que me limito a señalar un proceso metodológico que sirve de trasfondo si no a todos, sí a la mayoría de los episodios. Ya lo señala el propio autor en alguna parte del texto: “el que busca encuentra”, y él se dedica a encontrar esos insólitos paralelismos, de la misma manera en la que el poeta, para construir una metáfora novedosa, pone en contacto e interrelaciona conceptos pertenecientes a campos semánticos tan distintos, que a simple vista podían parecer no sólo lejanos, sino incompatibles. De este modo es como la metáfora nos permite apreciar desde un nuevo ángulo la realidad y Enrique Salinas nos descubre la dimensión universal de Zacatecas, haciendo converger la microhistoria con el acontecer internacional.

La segunda, que este libro habla indudablemente de Zacatecas, de su historia, sus monumentos, sus escritos, su arquitectura y su arte, y su gente, pero como cada cosa que hacemos y cada texto que escribimos no puede ser de ningún modo ajeno a lo que somos, este libro  también habla de Enrique Salinas, por lo que es íntimamente personal, no sólo por el hecho de que muchos de los textos están escritos en primera persona, sino porque su propia vida no puede –ni debe- desligarse de la esencia y el acontecer de la región y la ciudad.

Especialmente llamó mi atención el episodio titulado “Ibargüengoitia, grosso modo. Atisbos de su intimidad” en el que el autor, ante la inexistencia de una biografía de este escritor señala:

 

Cada volumen de su prosa periodística contiene un segmento del rompecabezas autobiográfico […] En cada relato hay un número impreciso de piezas, las cuales, ensambladas con las restantes, develan vida y milagros de nuestro literato. Su trayectoria está escrita allí, dispersa en fragmentos sin secuencia que permiten rastrear desde escenas hogareñas hasta el autoexilio definitivo en París.[i]

A partir de esta reflexión, Enrique Salinas intenta construir un esbozo de la biografía no escrita de Ibargüengoitia partiendo de fragmentos tomados de diferentes textos. Y yo no sé si se percató de ello, pero exactamente lo mismo podría decirse de su libro, ya que por sus páginas deambulan anécdotas personales y familiares en las que se hacen presentes su abuela, sus padres y tíos, su esposa y su hija, así como de sus relaciones con sus amigos y sus viajes. Él mismo o alguien más, tiene en todos estos pasajes las bases de la historia de una vida que está por escribirse.

Un comentario aparte me merece el libro en cuanto a su materialidad. Mi reconocimiento a la labor que desde hace algunos años han venido haciendo los integrantes del Proyecto editorial de la Universidad Autónoma de Zacatecas, cuyo trabajo ha ido crecido en calidad, tanto en el cuidado de la edición como en el diseño editorial. Este libro en particular es un muy buen ejemplo de su excelente labor.

Por ultimo, no quisiera dejar de comentar que un libro como Episodios del Barroco-Chichimeca que encarecidamente les invito a adquirir y leer sabiendo que no se arrepentirán, sólo pudo haber sido escrito por alguien que, a pesar de sus reticencias y escepticismo, y como en toda relación, con sus períodos de entusiasmo y decepción, ama profundamente a Zacatecas y busca contagiar a propios y extraños de que miren con los mismos ojos de enamorado al indefectible objeto de su pasión. A mí ya me convenció.

* Fragmento del texto leído en el Museo Zacatecano, durante la presentación del libro Episodios del Barroco-Chichimeca, de Enrique Salinas Enríquez, el 30 de marzo de 2016.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-247

[i] Salinas Enríquez, Enrique, Episodios del Barroco Chichimeca, Universidad Autónoma de Zacatecas-Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde, Zacatecas, México, 2016, pp. 247-248.

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -