Lejos estamos de la paz y tranquilidad imputables, a la provincia. En momentos como éste, la tónica es el movimiento, el jaloneo ideológico – político, marcado por la situación del estado de Zacatecas y la renovación o ratificación de sus autoridades en las principales instituciones, los gobiernos estatal y municipales, la Universidad Autónoma de Zacatecas y otras más, serían hechos sin sentido, si no fueran trascendentes: se convoca a los zacatecanos y a los universitarios, a votar para delinear y celebrar, de acuerdo a su concreta legalidad, elecciones, para renovar a sus autoridades, unipersonales: Gobernador, Rector, Presidentes Municipales, Directores de Unidad Académica, o colectivas: Congreso del estado, Cabildos, Consejo Universitario (o de Unidad), etc. Para ello se convocó a sus integrantes: ciudadanía o universitarios, según la legalidad de la institución correspondiente, ambas instituidas por decisión política, pública, de los zacatecanos y activas por el ordenamiento legal correspondiente, en general, las engloba el Estado Mexicano.
Su tónica de renovación tiene similitud: se convoca a sus integrantes, ciudadanos o estudiantes, acorde a las bases legales que se han dado y cuya vigencia aceptan para celebrar procesos electorales, en general, la Constitución del Estado y para la UAZ, su Ley Orgánica, Estatutos y demás acuerdos académicos que sujetan a los actores de un proceso o procesos electorales, cuya fluida realización o escollos, serán motivo de estudio y reflexión para todos, para afinar y confirmar dichos instrumentos como política y democráticamente operativos para el fluir de sus instituciones, o sujetarlos a procesos de cambio mediante convocatorias, precisas y consistentes, para procesar mejor, problemas, inquietudes o novedades mediante las eventuales reformas propuestas, discutidas y decididas, a las que se supone contribuirían a mejorar la democracia política o la Academia, si propician sean capaces, Estado o Universidad, de inventar formas para mejorar política y académicamente con más consistencia.
Tanto si se trata de fortalecer o renovar su vida interna, o redefinir y precisar sus múltiples relaciones y obligaciones con el entorno que son los zacatecanos, todos, y entre ellos, con preferencia, los más desvalidos y urgidos de fortalecer y respaldar para que puedan mejorar su existencia, con sostenibilidad y éxito, porque, en política (universitaria), no se les debe dar caridad, sino ofrecer e invertir en ellos lo necesario y posible para desarrollar o incrementar sus capacidades para interactuar con los problemas y sostenerse en su hábitat mediante mejoras continuas, decididas y realizadas por ellos, mediante la movilización del respaldo institucional público, sobre todo, o privado, incluso, con la acotación de evitar el saqueo o dilapidación de sus cada vez más escasos recursos naturales de todo tipo, orgánicos o inorgánicos, humanos y sociales.
¿Qué sentido o beneficio tiene, o representa para una comunidad o municipio, la construcción industrial de un “inmenso” cráter o muchos, donde antes era un semidesierto, cuya flora y fauna, características, era tratada por la gente con respeto a sus peculiares ciclos reproductivos, y a sí mismos?
Posibilidad y desolación ricamente documentadas por La Jornada Zacatecas y nada difícil de verificar que cuando eso sucede, no hay paz, sino inquietud e inconformidad, justas, aun en tiempo electoral, cuando se derraman ofertas y se riñe ideológicamente más para la preponderancia y brillo personal de candidatos, familiares o líderes, sin aportar ofertas que sean opciones concretas a construir como realidad en nuestros quasidesiertos donde, por lo regular, al término de las elecciones se marchitan sin construir comunicación con quienes ahí viven, ni delinear realizaciones a largo plazo, con ellos como protagonistas de futuros concretos o posibles, en temas de su interés.
Lo que políticamente vale para ellos, igual vale para el Estado en general. ¿Qué representan aquellos zacatecanos para los partidos políticos en pugna? Si al semidesierto llega algo de los partidos políticos en lucha es por medio de voceros, líderes o no de los habitantes y pueblos del semidesierto, al que abordan con una visión que quisiera, aquella fuera otra realidad, hoy considerada por los partidos políticos o sus líderes como territorio superfluo a recorrer y visitar con la misma preferencia, con que acuden a una colonia o asentamiento urbano.
Loable, universitarios o civiles, fueron a visitar Salaverna, sus fotos dan a los zacatecanos, idea de la tragedia: hasta la iglesia de los oriundos, destruida, igual sus casas, lo único sagrado para el capital es él mismo y sus ganancias. Aquellos yacimientos minerales, son más para desgracia local que para beneficio. El capital quisiera un semidesierto sin gente, ni condiciones ni medidas, de ningún tipo. Los lugareños quisieran uno, con su dureza acotada, para lograr cambios amigables en una forma de subsistir, acorde a su ser y una cultura, a reforzar y enriquecer, antes que a eliminar. No basta con derramar dinero. El gran capital debe invertir en Zacatecas, con respeto a las necesidades y formas de vida de la gente y al territorio a donde vaya y no al revés: exige todas las garantías para explotar recursos sin respetar la historia, ni la necesidad de reproducción cultural (y desarrollo) de las comunidades y habitantes, del Estado, en cualquier región. ■
