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sábado, 4 mayo, 2024
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La unidad de las izquierdas, clave para lograr el cambio necesario en Zacatecas

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Tal vez por su dispersión y proclividad a emigrar, el pueblo de Zacatecas no ha protagonizado con frecuencia movimientos políticos importantes. Uno de ellos fue el que encabezó el General José Manuel Contreras en 1950 para oponerse a la primera imposición del saliente gobernador Leobardo Reynoso; el movimiento fue derrotado dejando su cauda de personas fallecidas, presos políticos, uno de ellos mí padre, y cooptación de dirigentes. El anti Reynosismo se volvió a expresar hasta nueve años después, en la elección intermedia del gobierno de Francisco E. García, a través de la expresión local de la Coalición Nacional Revolucionaria auspiciada por el presidente Adolfo López Mateos, que también fue derrotada, aunque su esfuerzo sirvió para que en 1962, por una decisión del presidente finalizara el cacicazgo. Sin embargo, el fin del dominio caciquil no implicó alternancia alguna, pues el PRI se impuso sin contratiempos en las sucesivas elecciones de gobernador hasta 1998, cuando la ruptura de Ricardo Monreal con el PRI y su postulación por el PRD, produjeron la primera alternancia en el poder ejecutivo local.

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En cuanto al desempeño de las izquierdas, hay que recordar que a principios de los años setenta, además de la lucha armada de diversos grupos, en el país se desarrollaba un poderoso movimiento campesino de lucha por la tierra, y una insurgencia de los trabajadores en distintos sindicatos, especialmente entre los electricistas con la tendencia democrática que encabezaba Rafael Galván, y se crearon las condiciones para la construcción del sindicalismo universitario, surgiendo en Zacatecas primero el STUAZ y después el SPAUAZ, organización que tuve el honor de dirigir.

En la entidad zacatecana, la movilización de distintos contingentes campesinos por la tierra se potenció con la creación del Frente Popular de Zacatecas (FPZ) que además incorporó a estudiantes y trabajadores de la UAZ y al Partido Comunista, y pronto se adhirieron grupos de solicitantes de terrenos urbanos que invadieron predios para fundar colonias en distintos municipios del Estado. El FPZ enfrentó directamente a la élite del poder en Zacatecas, logró triunfos importantes y se constituyó en una fuerza no electoral, opositora al régimen, que llenó un vacío de tres lustros. Ese movimiento fue el mayor éxito de la unidad de las izquierdas, pero lamentablemente duró muy poco. Sin embargo, en 1974 el PRI todavía logró imponer sin problemas al General Fernando Pámanes Escobedo como gobernador del Estado, no obstante su ausencia de Zacatecas de más de cuatro décadas.

Las elecciones federales de 1976 fueron decisivas para que quienes detentaban el poder del Estado en México decidieran iniciar la liberalización del régimen político. En medio de una crisis económica y de contradicciones importantes entre el gobierno de Echeverría y los empresarios, el sistema electoral antidemocrático fue puesto en evidencia cuando el candidato del PRI, José López portillo, realizó una campaña sin oposición legal alguna, pues el PAN no registró candidato y los partidos paraestatales se sumaron a su candidatura. La decisión estratégica del PCM de buscar el registro electoral y la reforma política, condujo al inicio de procesos de diferenciación en el seno de los movimientos donde actuaban las distintas izquierdas, y a constantes enfrentamientos entre ellas, bastante destructivos por cierto, que dificultaban la necesaria unidad y propiciaban el desaliento de las bases. Ello condujo a la ruptura del Frente Popular de Zacatecas y a confrontaciones políticas permanentes en los sindicatos universitarios y en el movimiento estudiantil.

Una vez conquistado su registro, las corrientes principales de la izquierda mexicana desarrollaron una estrategia de fusiones sucesivas y de acumulación de fuerzas participando en los procesos electorales, a la vez que impulsaban, con cierto éxito, reformas que mejoraron gradualmente las condiciones de la competencia. La estrategia produjo el crecimiento de su corriente electoral y su presencia en espacios del poder público. Sin embargo, hasta la fecha no han logrado una coalición electoral de todas las fuerzas, ni en el plano nacional ni en el local. Un hecho que ejemplifica el nivel del sectarismo e inmadurez de las izquierdas zacatecanas es que ni en las elecciones de 1998 y de 2004, que ganaron los candidatos del PRD, se lograron coaliciones totales, y mucho menos en las de 2007 y 2010 que mostraron las rupturas de la coalición gobernante.

Para la sucesión que se avecina no está a la vista un candidato carismático, o un partido hegemónico de las izquierdas, ni aspirantes o equipos con una superioridad moral indiscutible, lo que crea la oportunidad de que se intente, por primera vez, una coalición basada en un programa alternativo en la que estén integradas las visiones partidistas y académicas más avanzadas del estado. Me parece que no existen elementos que generen contradicciones insalvables, y todo indica que los dirigentes partidarios locales coinciden en que deben buscar la mayor unidad posible para intentar convencer a sus respectivas direcciones nacionales de la necesidad de intentar la coalición electoral indispensable para lograr una nueva alternancia hacia la izquierda, y para preparar mejor la gran batalla de 2018.

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