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sábado, 18 mayo, 2024
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La crisis de la democracia en el contexto neoliberal

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Por: ERNESTO PERALES NÚÑEZ •

La idea de una sociedad democrática bien ordenada por el principio de la justicia, puede ser para cada ciudadano un bien mucho más amplio que el bien determinado de los individuos dejados a su aire, o limitados a sus acciones más pequeñas.
John Rawls .

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Asistimos a un cambio en la imagen del mundo, un mundo que en la innovación técnico-científico , la aceleración de los cambios y crisis en todos los órdenes del tejido social son la elementos constitutivos del nuevo orden global y fundamento de nuestro tiempo, nada es perenne, todo es futuro, toda verdad es relativa, todo discurso es literatura, se juega a la verbalización de imágenes, de identidades y asistimos, así, a la ideología del fin de la historia, al fin sujeto, de la razón, de la modernidad, de las utopías y por lo tanto de los metalenguajes explicativos, nos colocamos hoy en los tiempos inocuos de la tecnología pragmática y eficientista y desde ahí, se lanzan epitafios a diestra y siniestra.

Los hombre somos seres comunitarios,  nos movemos en la idea de buscar en la polis o sea, en el espacio público el lugar de la convivencia y de la organización social el bien común; a través de la historia los hombres nos hemos dado a la tarea de construir las estructuras de la socialidad y hemos ensayado organizarnos de diversas maneras y con distintos fines, siempre perfectibles en la búsqueda de un orden social que garantice la paz, el bienestar, la justicia y la convivencia humana.

En el proyecto de la modernidad occidental, el hombre se situó como el sujeto racional que convertiría a la sociedad y a la historia como productos de sus acciones consciente/proyectivas, esto es un mundo secularizado, que sin otra mediación más que sus intereses e ideas que formarían en el futuro una sociedad delineada por él, conceptos de Maquiavelo, Hobbes, Rousseau y todos los pensadores de la modernidad política.

La Revolución Francesa, fue la concreción política del discurso ilustrado y es precisamente allí, donde aparecen las dicotomías ideológicas en el espacio público y de los argumentos políticos de derecha e izquierda ,profundizándose más tarde  con Hegel y Marx,  dicotomía que recorrió el siglo XIX y XX como dos proyectos ideológicos con sus principios, valores y fines diferenciados; dos proyectos que permitían a los grupos, a las clases, a los intelectuales y a los científicos sociales discutir proyectos de sociedad, para vislumbrar y analizar la historia, la sociedad y sus problemáticas.

Así, también  encontramos otras clasificaciones ideológicas, políticas, económicas y culturales, a través de estos dos últimos siglos, me refiero tanto a conservadores, autoritarios, libertarios, liberales, anarquistas, comunistas, socialistas, fascistas, reformistas, revolucionarios, social-demócratas con lo que se reafirma la necesidad de actualizar y redimensionar las ideologías, bien como principio político, bien como visión del mundo, con los cuales nos demos identidades colectivas.

No se puede negar, sin embargo, que el mundo ha cambiado, que ya no se puede repetir un discurso para una realidad que ya no existe, el capitalismo, como modelo económico se ha modificado a sí mismo, la sociedad moderno occidental se ha vuelto más compleja y, los actores sociales y políticos han cambiado de rostro.

Estamos ante nuevos escenarios, no es posible negar la fuerza del mercado, no sólo de bienes y servicios sino de imágenes, productos culturales, tecnológicos y de capitales virtuales, en el mercado global circula mayor número de bites que de bienes de consumo.

Ante esta realidad reconozcamos que el dogmatismo llevó a las izquierdas a negar los cambios que se estaban realizando en los diferentes órdenes de la realidad de las sociedades industriales y post-industriales, ya no son el centro del debate las reivindicaciones laborales o economicistas, ni los conflictos obrero-patronales, los ciudadanos estaban adquiriendo una pluralidad de identidades, este fenómeno cultural, es un elemento que propició la emergencia de la sociedad civil y reivindicaciones de las minorías excluidas de sus derechos sociales y políticos.

Sin embargo, es innegable la conformación de un nuevo orden económico, social, político y cultural; la globalización-neoliberal  como un modelo que tiene dos elementos consustanciales según sus ideólogos es el mejor de los mundos posibles, en donde a nivel económico el mercado promete una productividad continua e innovadora y, una democracia representativa que excluye todos los extremismos, ya que la democracia, se coloca como la panacea para dirimir los conflictos sociales, así mercado y  democracia representativa liberal, según sus apologistas, ha llegado para quedarse, a esta diada se le ha llamado el Fin de la Historia,  Esto es todo no hay más..

Si bien el capitalismo renovado con un mercado mundial abierto sin fronteras, con la intensificación del consumo, del mercado de las imágenes, de la tecnología, de los bites y de la sociedad del conocimiento, amplía el nivel de vida y de consumo para algunos grupos de las sociedades capitalistas avanzadas, esta fase del capitalismo llamada neoliberal concentra en algunas empresas multinacionales el esfuerzo y el trabajo de millones de obreros, el residuo de la capacidad transformadora y creativa de habitantes de estados nacionales no desarrollados e intensifica, perversa y estructuralmente el número de pobres y excluidos en el mundo.

Para la ideología neoliberal y conservadora, el Estado del Bienestar, es una fuente que destruye las iniciativas individuales, inhibe las capacidades, la creatividad y la competencia, que le son necesarias para el desarrollo de las virtudes individuales y de la sociedad civil, expresan su aberración a la figura del Estado ya que lo consideran enemigo de la libertad y de la independencia individual.

Los apologistas neoliberales afirman que los mercados son máquinas que se perfeccionan constantemente y que sólo requiere de un marco legal que garantice la propiedad privada y la ausencia de la interferencia estatal para generar un crecimiento económico ininterrumpido, o sea, se pide que ya no sean los sujetos colectivos agrupados, ni en clases sociales , partidos, ni el propio Estado el garante del bien común, sino que conduzca a la sociedad la famosa “mano invisible” o sea el instinto de competencia, el valor de la eficiencia y el instinto de la ganancia que estos valores sean quien moldeé las relaciones entre los hombres, reduciéndolo como un eterno consumidor realizando sus ilusiones, anhelos y utopías en el consumo, las nuevas catedrales de las masas serán los grandes supermercados de las empresas multinacionales. ■

 

ERNESTO PERALES NÚÑEZ

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