La servidumbre acomodaticia con el poder de algunos de sus liderazgos, sus impúdicos cacicazgos, su condición cada vez menos crítica, menos popular y a veces hasta menos científica, decepciona a muchos universitarios.
Pero la concesión del doctorado Honoris Causa a Evo Morales, demuestra que el rumbo no está del todo perdido.
La decisión no escapó de la polémica, pues no obstante los méritos de Evo Morales, su estancia en México y la condecoración suscitó expresiones de rechazo provocadas algunas por racismo, la ignorancia y también por la auténtica y legítima convicción ideológica contraria a las ideas de lo que Evo, y el Movimiento al Socialismo (MAS) significan.
La UAZ resistió y condecoró al expresidente boliviano a pesar de las voces discordantes. Bien, pero no es suficiente.
Es esperable que la visita de Evo, además del gesto simbólico ya de suyo relevante, acerque más a la Universidad a la vocación social que en el evento rememoró.
Poco sirve la condecoración al luchador social, si aquí, en lo cercano y en lo inmediato, los universitarios no acompañan las gestas que se libran en este campo de batalla.
La exposición de Morales dejó claro que a América Latina sólo se le valora como el proveedor barato de materia prima, a la que jamás se le permitirá generar valor agregado. Pero Bolivia lo logró, y en México esto sólo será posible si la universidad pública pone su ciencia y su técnica al servicio de la lucha contra la desigualdad.
Estamos lejos de ello a pesar de honrosos esfuerzos individuales y colectivos, porque hasta ahora, la UAZ no ha sabido producir un proyecto institucional de gran alcance que dé cauce a nuestros recursos en beneficio de los zacatecanos, o los mexicanos.
Sin menoscabo de los esfuerzos contrarios al respecto, la UAZ ha sido parte del modelo extractivista en el que ponemos la parte más dura del trabajo por el beneficio menor. Y le ha bastado brindar mano de obra calificada en los términos deseables para los empleadores, para dar por cumplida su responsabilidad social.
A corto plazo, esto es inevitable y puede entenderse. Pero una institución educativa integral tendría que apostar por trabajo multidisciplinario, la gestión política e incluso el movimiento social que permitiera verdadero desarrollo regional y bienestar para los zacatecanos.
Esa es la gran función de la formación científica y técnica acompañada de verdad y honestidad, que Evo Morales exponía ante universitarios, de forma interrumpida por los aplausos.
Por el contrario, la universidad ha renunciado paulatinamente a sus deberes más básicos, por ejemplo, el de ser la institución que brinda una oportunidad de formación a los más pobres. Ahora, excluidos por distancias, cuotas y exámenes de admisión diseñados para eso, los jóvenes en esa condición encuentran refugio en el mejor de los casos en otras instituciones públicas, y algunos incluso en escuelas privadas que hacen negocio a partir del anhelo de dar educación a los hijos, aunque sea a costa de esfuerzos extraordinarios de un padre migrante, o de la pérdida de patrimonios familiares.
Cierto es que la universidad aún es una institución que alimenta miles de estudiantes en sus comedores, y brinda alojamiento a cientos. No obstante, es difícil de imaginar que la sobrevivencia de esto no esté influida en parte por el negocio que esto significa. Baste pensar por ejemplo en la contratación de hoteles privados a manera de casas estudiantiles.
Sería injusto pensar que todo ello es asunto de voluntad o del desinterés de los universitarios. No lo es; es consecuencia esperada de un sistema económico y político que ha tenido a la educación pública como uno de sus grandes enemigos, y se ha esmerado por generar las condiciones de su asfixia.
Pero nadie podría negar que a ello se ha ayudado con la corrupción y el nepotismo en ámbitos universitarios, y que las causas más nobles, con frecuencia resultan también la mejor excusa para el redituable negocio de unos cuántos. ¿Qué mejor muestra de eso que la estafa maestra?
Hizo muy bien la UAZ al honrar a Evo Morales, pero más se honraría a sí misma y a su historia, si pudiera responder con su ejemplo al cuestionamiento que el boliviano se hacía cuando buscaba en la academia de su país los elementos para defender su cultura ¿dónde están las universidades?
