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domingo, 19 mayo, 2024
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La minería en el País de las Maravillas

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

  • Futuro Sostenible

Es un hecho que poco a poco los ciudadanos vamos despertando de un largo letargo en el que nos han sumido los mecanismos de control social como el clero y los medios de comunicación; conforme la educación vaya terminando con el analfabetismo, la ignorancia y la sumisión a ultranza, habremos de construir nuevos diálogos y relaciones con el poder económico, con los gobiernos y sus autoridades pasajeras. Es urgente edificar el progreso de Zacatecas sin simulaciones y prebendas, pues la inconformidad de quienes padecen históricamente la pobreza y la falta de oportunidades es cada vez más aguda, lo cual adquiere condiciones críticas, cuando nuestro vecino del norte, aprieta con más fuerza el cuello por donde fluye la migración que busca el sueño americano que ahora es más, una pesadilla.

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Zacatecas demanda ya una nueva estrategia de desarrollo que concilie los intereses económicos con los socioambientales y para ello, debemos erradicar ciertas tendencias como aquella se pretende dar continuidad por sobre todas las cosas, a la explotación irracional, insostenible e insultante que realizan algunas empresas mineras en nuestro estado. La otra opción, es tapar el sol con un dedo y engañarnos colectivamente, autosimulando que no hay problemas en nuestra entidad, que Zacatecas es algo así como el país de las maravillas, que la minería es una actividad que genera progreso permanente y que conserva los elementos naturales de manera sostenible, de tal manera que, cuando una empresa abandona el estado, los zacatecanos lloramos de tristeza ante la partida del amigo que nos ha brindado tanto desarrollo, empleos, viviendas y protección ambiental.

Creo firmemente que debemos agarrar el toro por lo cuernos y los ciudadanos debemos sentarnos frente a las empresas mineras, junto al gobierno y en especial, con aquél funcionario que busca a los empresarios mineros y les baja la luna y las estrellas, cual más vil malinche sin pensar en la gente que vive en las comunidades a las que destina desde su lujosa oficina, a padecer inter generacionalmente más pobreza, marginación, problemas de salud y un medio devastado, pues en algunos casos, las tierras se vuelven infértiles hasta por más de 100 años. No se trata de dar las nalgas a la industria minera, se trata de poner límites y condiciones que nos beneficien a todos, pues la riqueza es de Zacatecas y de los zacatecanos, es la herencia natural que nos han legado los dioses para que nuestros hijos tengan un futuro mejor que el que tuvimos nosotros.

Que ignorantes y estúpidos somos cuando permitimos que en pleno siglo 21 se lleven la riqueza de Zacatecas a cambio de devastación ambiental, alteración del paisaje y afectación a la salud de mineros y pobladores. Este país de las maravillas debe cambiar desde su núcleo, a través del diálogo, a partir de la incidencia ciudadana, a partir de programas de desarrollo que garanticen un progreso efectivo y sostenible y que, sobre todo, cambien en el poder industrial la idea de que Zacatecas es un lugar sin ley, sin ciudadanos informados, inteligentes y coherentes con su realidad, con autoridades flexibles, con ambientalistas domesticados, con medios de comunicación sordos, ciegos y mudos. Juntos podemos cambiar el rostro de nuestra tierra; en colectivo hagamos que respeten a Zacatecas por el gran estado que es, por su historia, por su heroica gente que a diario lucha en las comunidades pobres en donde los índices de desarrollo humano propuestos por la ONU, nos ubican hasta el sótano, por aquellas mujeres que se quedaron solas a educar a los hijos en condiciones totalmente adversas ante la partida de los varones que fueron a buscar las oportunidades negadas, por aquellos niños que estudian los seis grados de primaria en un solo salón y con una sola maestra, sin agua en sus baños, con las aspiraciones truncadas; por esos ancianos que se sientan a la orilla de los caminos a ver como pasa el tiempo mientras les llega la muerte.

Con mucha responsabilidad escribo estas líneas porque creo que hay distintas formas de hacer que todos ganemos, que las empresas logren su cometido, pero que dejen parte de la riqueza que por derecho natural nos corresponde, que ante cualquier alteración a los ecosistemas, exista el firme compromiso de resarcir el daño para que las comunidades y los pueblos, no tengan que padecerlos; que las autoridades exijan sin temor, garantías efectivas ante la eventual partida de las empresas, que construyan escuelas, estoy convencido de que podemos caminar de la mano por la senda de la paz, la justicia y el progreso, sin necesidad de generar tanta devastación y miseria. Ojalá. ■

 

*Coordinador de la Comisión Nacional

de Legislación Ambiental de la Semarnat

 

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