Se ha insistido en los efectos cancerígenos de la corrupción en México. Y los partidos usan el tema en todas sus campañas para convencer a los ciudadanos “que ahora sí, todo va a cambiar”. Sin embargo, ante la existencia de una propuesta concreta y justificada para pasar de una ausencia de visión adecuada del problema, a una mirada sistémica del mismo, se mostraron furtivos u omisos a concretar medidas efectivas. Se elaboraron siete leyes conectadas por una visión de conjunto tratando de atender todos los flancos que se venían señalando y estudiando por años. En esto fue clave la participación de la academia que, justamente, tenían a la transparencia y rendición de cuentas entre sus objetos de estudio. De tal manera que, podemos afirmar, las propuestas salidas de las mesas y foros ciudadano-académicos son factibles y necesarias.
Pero la clase política se muestra como parte del problema al rechazar la iniciativa ciudadana; parece que se defienden o protegen de las leyes anticorrupción. Anuncian con focos de colores a través de las televisoras discusión de leyes anticorrupción en general, pero anulan sus dispositivos más importantes: la máxima publicidad y la obligatoriedad de las mismas. La sesión del senado es especialmente reveladora: el grueso del priísmo (con su rémora verde) se opuso al principio de máxima publicidad y a la aplicación de los formatos propuestos por la llamada Ley 3de3, y una parte de la oposición a través del Partido del Trabajo (identificados también con Morena) y del PAN dejaron de votar, con lo cual hicieron posible que ganara el rechazo de esta reserva tan importante. Es decir, la votación de 51 a 59, pudo haber sido 59 a 68 a favor de la reserva. Por eso, resulta razonable cuestionarse: ¿el PT, Morena y el PAN, realmente están contra la corrupción? Porque en el resultado final, se convirtieron también en un obstáculo (omiso) para que prosperaran las medidas de reserva que mencionamos. La argumentación del coordinador de la fracción del PT-Morena en el senado, en el sentido de que el sistema nacional anticorrupción “es una simulación”, tiene el mismo efecto que las razones del PRI (que son leyes “para cacería de brujas”), porque con ambos argumentos se termina rechazando la aplicación de esta importante iniciativa.
Las más de 600 mil firmas de los ciudadanos, el trabajo de alta calidad de los centros de investigación de política pública, y los activos de medios de comunicación libres, han sido defraudadas. Significa que la lucha sigue, que se aprobaron algunos mecanismos para prevenir la corrupción, pero faltará más organización y presión social para obligar al conjunto de partidos políticos (de manera muy especial el PRI) a legalizar e implementar las formas de operación que inhiban el cáncer o lacra social del que hablamos. En este contexto es notoria la narrativa de las televisoras encubriendo las graves faltas de los partidos. Deberá ser tarea de las redes sociales y los medios libres dar a conocer a la sociedad lo huecos que han quedado, que se convierten en automático, en tareas para la participación ciudadana. Así las cosas, el tema sigue en la agenda.
