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miércoles, 8 mayo, 2024
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Un alto al odio

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ • admin-zenda • Admin •

“…Lo que se obtiene con violencia,

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 solamente se puede mantener con violencia…”

Mahatma Gandhi

Es desesperante voltear a cualquier lado y encontrarse con eventos de sangre que ponen en duda el raciocinio de la especie humana; cualquier pretexto fundado o infundado es sufienciente para privar de la vida a un semejante, así, la religión, el poder, las preferencias sexuales o las distintas ideologías son un factor idóneo para matar. Recuerdo por ejemplo el asesinato en 2015 de 147 estudiantes en una universidad de Garissa, comunidad africana que se ubica a 150 kilómetros de Somalia, ellos pagaron sin deberla, la factura de la guerra que sostienen contra Kenia. Otra más, el 9 de junio de este año en la Comunidad San José El Mirador, Coxcatlán, Puebla y, a consecuencia de una venganza motivada por la violación de una mujer que se atevió a denunciar los hechos, 11 integrantes de su familia son cobardemente asesinados incluyendo dos menores de edad, en la gráfica presentada por algunos medios de comunicación, se aprecia la formación de los féretros que esperan ser depositados en la tierra, en torno a ellos, las lágrimas de los familiares despiden a sus seres queridos. El pasado domingo 12 de Junio, 50 personas mueren a consecuencia de los disparos cargados de homofobia hechos por Omar Mateen, nacido en Nueva York y a la postre leal al grupo radical denominado Estado Islámico, este evento es considerado como la matanza más grande después de lo ocurrido el 11 de Septiembre. En Honduras en la comunidad de Yoro, asesinan a un bebé de 11 meses que no paraba de llorar a consecuencia de un dolor abdominal lo cual enfurece al abuelo, al padre y a un tío, entre los tres golpean al menor hasta matarlo. En México no hay tregua al odio, al terror y a la ola de sangre que nos coloca como el país más violento de toda América y esto no advierte cambio positivo alguno, más bien, el avance estadístico de los caídos, amenaza con volverse cada vez más grande. Somos un país que sanciona por amamantar en la vía pública pero que cuenta con endebles leyes e instituciones para proteger los derechos humanos; contamos con fuerzas de seguridad que se especializan en golpear maestros, mujeres y jóvenes, tenemos personajes infames que rapan a maestras como elemento de presión y burla. Somos una sociedad con tendencias a idolatrar al mal por sobre el bien, lamento formar parte de una especie que se precia de ser inteligente pero que prostituye a sus niñas y niños, que secuestra y lucra con el dolor de un semejante, que trafica órganos e interrumpe vidas a cambio de la continuidad de otras que considera más importantes. La corrupción constituye un plus que masifica la violencia pues la identifico como un cáncer social que se encuentra arraigada profundamente en todos los órdenes de nuestra vida y sin antídoto que le de solución, por el contrario, es la corrupción la que evita que se haga justicia y que su dama se vuelva más ciega e ineficaz; es la corrupción la que genera riquezas sin mediar trayectoria y esfuerzo, es la corrupción la que provoca reconcomiento y prestigio social, opulencia intergeneracional, hermosura y hasta inteligencia artificial. En fin, hoy y por cualquier lugar del mundo los hechos de odio y de terror se aprecian a simple vista como si la humanidad hubiera perdido su rumbo, su brújula y, entonces me quejo de la época que me ha tocado vivir pues el miedo no va conmigo, reniego de mis tiempos actuales en donde los niños no pueden salir a jugar, donde las mujeres deben ir costodiadas para ir al trabajo o a la escuela o donde los jóvenes salen de noche si saber si volverán a sus hogares con la cabeza pegada al cuerpo; renuncio a creer que esta generación del odio no encuentre héroes de la paz y la concordia, necesitamos impregnar de armonía, equilibrio y amor a nuestras relaciones más básicas, pensemos que este mar de terror terminará por ahogarnos a todos y más tarde que temprano habremos de sucumbir a sus oleadas. Por último, reflexiono en la cantidad enorme de personas que han pasado a otros planos llevándose el odio tatuado en sus almas y en lo terrible que será para las futuras generaciones, encontrarse en un planeta áspero, adverso y todavía más violento. Pido al universo un alto al odio, una luz entre las profundas sombras del terror. Ojalá. ■

 

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