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domingo, 19 mayo, 2024
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Tortas japonesas

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Por: HERÓN EDUARDO DOMÍNGUEZ •

Primero las buenas noticias: No hay en México una generalizada desaparición forzada de personas, o cuando menos eso es lo que el gobierno de México declara respecto del informe presentado por el comité de la ONU contra ese crimen, que afirma lo contrario, y despliega, dicho gobierno, hay que reconocerlo, pruebas contundentes de su dicho, como la circunstancia de que no hay en México un sola persona consignada por ese delito, antes de agregar: “no refleja –el informe de la ONU- adecuadamente la información presentada por México ni aporta elementos adicionales que refuercen las acciones y compromisos que se llevan a cabo para solventar los retos mencionados”, cualquier cosa que esto signifique.

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Como de costumbre, fuimos legión los que al declarar el Secretario de la Defensa: “Hay quienes quisieran distanciarnos del pueblo” quedamos intrigados, preguntándonos a quién o quiénes aludiría el feliz usuario del jet privado más suntuoso de México, porque como repetidamente los mensajes televisivos nos han hecho saber: todo el mundo, el pueblo entero, los deudos de las 23 “bajas” de Tlatlaya incluidos, ama tiernamente a los “juanes”.

No hubimos de ir muy lejos por la respuesta: un día después, en alusión a los padres de los normalistas desaparecidos en Iguala, el presidente de la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio, Enrique Solana Sentíes, durante el encuentro para la firma de un transparente convenio entre el Consejo Coordinador Empresarial y las secretarías de la defensa y marina, afirmó: “Tengo mucha pena por lo que les pasó pero no vamos a abrir todos los cuarteles del país porque quieren ver si están ahí o no los muchachos. Es meterse a las entrañas de la sociedad mexicana, la parte más intima de nuestro ser y dijimos que no aceptamos que se abran los cuarteles a nadie que no sea el ejército”. Y es que del sector empresarial mexicano, lo que sea de cada quien, podrán decirse muchas cosas: que es mayoritariamente corrupto y evasor fiscal compulsivo; que ama especular y detesta invertir; que es alérgico a los riesgos; que considera deshonroso el respeto de la ley laboral (y cualquier otra) y un interminable etcétera; pero jamás, y esto hay que enfatizarlo, jamás que no sea celoso de la intimidad, propia o ajena.

Lo dicho así pues un día antes por el general Cienfuegos, quien sin hacer declaraciones dejó la reunión mencionada por la puerta de servicio del Club de Industriales, no era sino un atento aviso. ■

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