El sábado pasado los representantes de cerca de 200 países, reunidos en la cumbre del clima celebrada en París, lograron el primer acuerdo global para detener el calentamiento desencadenado por el hombre con sus emisiones de gases de efecto invernadero. Con este pacto los países representados no sólo admiten que el problema del cambio climático existe, sino que reconocen que el aumento de la temperatura es responsabilidad del hombre. Por eso, establecen medidas para combatirlo. El pacto abre un camino, pero no es la meta, pues las medidas que se tomarán no son suficientes para lograr que el aumento de la temperatura a final del siglo se quede por debajo de los dos grados, objetivo que persigue el pacto. Todos los países firmantes limitarán sus emisiones, aunque los desarrollados tendrán que hacer un mayor esfuerzo y movilizar 100 mil millones de dólares anuales, cantidad que será incrementada en 2025
El acuerdo de París fija, entre otros objetivos, elevar los “flujos financieros” para caminar hacia una economía baja en emisiones de gases de efecto invernadero, cuya sobreacumulación en la atmósfera por las actividades humanas ha desencadenado el cambio climático. Establece una meta obligatoria: que el aumento de la temperatura media en la Tierra se quede a final de siglo debajo de los dos grados respecto a los niveles preindustriales e incluso intentar dejarlo en 1.5. Luego, cada país pone sobre la mesa sus aportaciones voluntarias para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero nacionales. Y lo hacen todos. 187 de los 195 países reunidos en París han presentado ya sus programas nacionales. Todo el que firme y ratifique el pacto —algo que ocurrirá a partir de la próxima primavera— deberá aportar contribuciones con las limitaciones de gases.
Después de muchos esfuerzos infructuosos, el acuerdo histórico de París permite afirmar que la Organización de las Naciones Unidas y las naciones representadas han dado un paso importante en este tema crucial para el futuro de la casa común de la especie humana, pero también permitirá enfocar la mira a lo que ocurre en el nivel local, al comportamiento de las personas, las familias, las comunidades y los ayuntamientos. Lo que observaremos será un universo de pequeños actos irresponsables que si se suman arrojan daños muy graves a nuestro entorno. Sería muy importante que todos los ayuntamientos zacatecanos se dispongan de inmediato a dialogar con sus respectivas poblaciones sobre su problemática ambiental, para establecer compromisos que involucren a todas las fuerzas sociales en un esfuerzo enérgico para detener el deterioro de los recursos con que cuentan sus territorios. Es necesario detener la erosión de nuestros suelos y la sobreexplotación de los mantos acuíferos. Es importante reforestar y regenerar nuestra biodiversidad, pero sobre todo es fundamental que construyamos una cultura integral de respeto por nuestro planeta y por todos y cada uno de sus componentes. Es fundamental que el sector educativo y el sistema de medios de comunicación, así como los partidos políticos, orienten sus actividades a construir esa cultura. En ello nos va la vida, literalmente.
